Once

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Estaba en cuclillas frente a la puerta, escondiendo mi cara entre mis manos, sollozando en silencio. Quería meter la idea a mi cabeza de que todo lo que estaba pasando sólo era una ilusión, una pesadilla, que todo terminaría en cuánto mi reloj sonara a las 7:00 a.m. para irme a la escuela. Pero era algo imposible, se sentía tan real que no podría ser un mal sueño.

Me cansé de aquella posición y me senté en el piso, pensando en que mierda hacer para recuperar a Frank, el cual ya estaba dando por perdido.

- Dylan... -sentí una mano en mi hombro, la cual alejé con un manotazo.

- Vete a otro lado Raymond.

- Dylan -dijo sorprendido- Yo...

- No digas nada, sólo vete -suspiré- Si veo tu maldita cara en éste momento voy a golpearte.

Volteé a ver cuando sentí que ya no estaba detrás mío. Miré a las chicas, ambas estaban llorando mientras se abrazaban, Ray se sentó un poco alejado de ellas, abrazando sus piernas y escondiendo su rostro en ellas. Giré mi vista al suelo y mordí mi labio, impidiendo que los sollozos salieran.

Me levanté bruscamente y un sonido muy agudo atravesó mis oídos, haciendo que todo a mi alrededor diera vueltas. No le di mucha importancia y comencé a patear la puerta con fuerza, si queríamos a Frank de vuelta teníamos que hacer algo, no podíamos quedarnos a llorar, eso no iba a solucionar nada.

Pateé la puerta varias veces, y con cada una el sonido en mis oídos volvía y me mareaba más, lo cual hacía de mis golpes una perdida de tiempo, porque ya ni siquiera estaba seguro de a donde estaba pateando, o si al menos estaba dándole a algo. Dejé de hacerlo y caí, lastimándome el brazo.

Mi cabeza daba vueltas aunque estuviera inmóvil, me empezaron a dar náuseas y aunque intentaba que mis ojos se quedaran abiertos, terminaron por cerrarse. Tallé mis ojos bruscamente, sin cuidado alguno. Abrí los ojos y todo era diferente.

Un líquido rojo se encontraba por toda la habitación, caía por las paredes, había charcos enormes en el suelo, la puerta estaba cubierta, y el olor era horrendo, llevé mi mano a mi nariz para evitarlo, dándome cuenta de que éstas estaban empapadas en sangre. Cerré los ojos de nuevo y los abrí bruscamente, trayendo el mareo de vuelta.

- Hey, hey, Dylan -Ray tomó mi cara entre sus manos y me hizo mirarlo por varios segundos. De verdad tenía de golpear su estúpida cara.

Miré a todos, no me había dado cuenta de que estaban todos a un lado mío, viéndome con preocupación.

- Suéltame -dije en un susurro y me zafé del agarre.

Respiré profundamente, llenando mis pulmones con todo el aire que era capaz de inhalar.

- Dylan... -Perl se sentó junto a mí, puso una de sus manos en mi frente.

- No hay tiempo para esto, tenemos que ir por Frank...-murmuré y logré levantarme.

- Pero...

- Iremos por él, Perl, no vamos a dejarlo así como así.

Comencé a golpear la puerta otra vez, con las pocas fuerzas que me quedaban.

Ray me tomó de los hombros, y antes de ahora si darle un buen golpe me hizo a un lado. Se paró en frente de la puerta y comenzó a patearla con todas sus fuerzas, haciendo sentir inútil cuando al fin la pudo abrir.

Caminó, y antes de siquiera entrar a la siguiente habitación nos miró.

- Iré yo primero, no estén muy cerca de mí, y por favor -suspiró- Si pasa algo, solo corran.

(...)

El lugar parecía un laberinto, nos encontramos con puertas que antes no estaban ahí, o con habitaciones que a pesar de ya haber pasado por esa zona antes no habíamos entrado en ellas.

Hasta ese momento no habíamos encontrado más que muebles viejos, polvo, suciedad, animales rastreros e insectos. Estábamos caminando en un silencio bastante incómodo, ignorando totalmente los sonidos que venían de afuera. O eso era lo que yo quería creer.

Ray iba tres o cuatro metros delante nuestro, Sylvia iba abrazada del brazo de Perl, y ella y yo estábamos agarrados de las manos.

Dejé de caminar cuando vi que Ray estaba teniendo problemas con la puerta que seguía.

- ¿Qué pasa? -preguntó Perl cuando se dio cuenta de que Ray estaba tardando. Ray nos volteó a ver.

- La puerta no abre... -fue bajando la voz de a poco y frunció el ceño, acto que imité. Miró la puerta y puso una de sus orejas en la puerta.

Apreté la mano de Perl cuando escuché un grito al otro lado de la puerta.

- ¡Chicos! ¡Por favor! ¡Ayúdenme! -Ray se alejó inmediatamente de la puerta, dio algunos pasos hacia atrás y nos miró alarmado.

Se escuchaban golpes secos, un llanto fuerte, y sí, definitivamente se escuchaba la voz de Frank.

Empecé a negar con la cabeza, con la vista fija en esa puerta, no podía seguir escuchando eso.

Los segundos pasaban, se sentían como una eternidad, nadie se movía.

Se escuchó un golpe estruendoso y los gritos cesaron.

- Frank... ¡Frank! -Ray se acercó a la puerta y comenzó a mover la manija con mucha fuerza, como si quisiera sacarla de alguna manera. Al ver que no podía hacerlo comenzó a golpear la puerta con uno de los costados de su cuerpo, y después lo pateó. Ya no quería abrir la puerta, quería romperla, destrozarla.

Cuando por fin la puerta cedió ante su fuerza, sin pensarlo, me puse delante de las chicas, soltando así la mano de Perl.

- Está muy oscuro, no puedo ver nada -se quejó mientras asomaba un poco la cabeza.

Revisé mis bolsillos, registré todo mi cuerpo y maldije en voz baja. No tenía mi celular.

- Usa tu celular.

- Recuerda, está en mi auto desaparecido -bufé.

- ¿Chicas? -Perl sacó el suyo y me lo dio. Se lo lancé a Ray, el cual lo atrapó sin problemas.

Lo encendió y dio una pasada por la habitación.

- No veo a nadie... -nos acercamos poco a poco a él. Seguía iluminando la habitación, no se veía nadie, y no se escuchaba nada.

Ray entró dando pasos lentos, lo seguí haciendo lo mismo, aunque me detuve antes que él, ya que quería mantener a las chicas lo más cerca de la puerta posible, él siguió caminando hacia una de las esquinas, tragué saliva cuando vi que se detuvo de un de repente.

- ¿Goteras...? -iluminó la parte de arriba, mostrándonos una escena que estaba seguro nadie iba a olvidar.

Ahí estaba Frank.

Mis ojos se cristalizaron al instante, un sollozo salió de mi boca, di un paso atrás, y cerré los ojos.

De verdad quería despertar.

Su cuerpo se sostenía por algunas sogas, que estaban alrededor de sus manos, pies y cuello.Su ropa estaba destrozada. Sus ojos estaban viendo directo a nosotros... esos ojos vacíos, sin vida. Su piel estaba tintada de un líquido rojo oscuro, estaba empapado, salía de sus brazos, piernas, de su pecho, incluso de su boca. Tenía tanta sangre envolviendo su cuerpo que ésta empezaba a gotear.

Había un pedazo de madera pequeña en su pecho.

"¡LARGO!"

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¡Hola!<3

De verdad espero que les esté gustando la historia:) Déjenme saber su opinión en los comentarios:D

Los amo<3

xa.


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