Cuatro

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Ya estábamos todos listos para irnos, excepto Frank.

- ¿Por qué se tarda tanto? -se quejó Ryan mientras salía del auto- ¡Frank! ¡Vamos, hombre! ¿Qué rayos está haciendo? -me miró.

- Yo que voy a saber -me encogí de hombros, volteé a ver la puerta de la casa de Frank, éste estaba cerrando la puerta, tenía la puerta desordenada y traía un tenis en la boca- Ahí viene -lo señalé.

- ¡Chicos! -dijo de una manera que apenas podíamos entender. Todos reímos.

- Espero que no estuvieras durmiendo, imbécil -dijo Ryan mientras lo despeinaba, si es que eso era posible.

Frank subió a la parte trasera del auto, junto a Sylvia, Perl, Eve. Nos miró.

- Deberías de comprar un auto más grande -dijo mientras pasaba a Eve a sus piernas para no estar tan incómodos.

- Deberías de adelgazar -dijo Ray en tono burlón.

- No entiendo una cosa -dijo Sylvia- ¿Por qué vamos tan temprano?

- Uno, porque está algo lejos -arrancó el auto- Dos, porque nosotros somos quienes vamos a pasar a comprar las cosas y a arreglar todo en la casa.

Todos, excepto Ray nos quejamos.

- Se supone que tú eres quien organiza, nosotros no -dijo Eve.

- Pero son mis amigos, y sé que me aman tanto que me van a ayudar -sonrió- ¿Verdad, Dylan? Tú si me amas -reí.

- Me descubriste Ryan, te amo, ahora bésame -me encime a él de alguna manera extraña, haciendo que casi choquemos con un árbol. Ray hizo un movimiento brusco, me alejé y empecé a reír.

- ¡Eres un imbécil! -sentí como Perl me golpeaba en la nuca- Deja tus momentos gays con Raymond para otro momento, casi morimos.

- Exagerada -dije burlón. Sentí otro golpe y un suspiró.

- Vamos a morir algún día por tu culpa, te odio.

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Los seis nos dispersamos por la tienda dónde íbamos a comprar las cosas para la fiesta. Comida chatarra, bebidas, alcohol, algunos adornos, vasos, platos, etcétera.

Tenía mis manos dentro de los bolsillos de mi pantalón y caminaba de un pasillo a otro viendo que comprar. Escuché un ruido y volteé. Reí cuando vi a Ray lleno de lo que creía era crema batida y a Frank sonriéndole de manera "inocente" mientras volvía a poner lo que había agarrado en su lugar.

- ¡No vuelvan a tocar mi tienda! -nos gritó el dueño mientras nos corría por "alterar el orden de su tienda". Salimos riendo de la tienda por el anterior incidente.

- Gracias Frank, por tu culpa nos sacaron -dijo Ray molesto.

- ¡Hey! No fue mi culpa, pudiste haber discutido conmigo sin gritos, sin palabras altisonantes y como una persona civilizada.

- ¡Tú eres de todo menos una persona civilizada Frank!

- Calma, calma -me puse entre ellos, ya que Ray estaba a punto de golpear a Frank- Ray, ya compramos algunas cosas, con eso es suficiente, no tienes porque golpear a Frank -miré como suspiraba- Y Frank, no intentes arreglar el asunto, mejor cállate -Frank me miró con cara de pocos amigos- Vamos -golpeé a cada uno en la espalda para que caminaran.

- No sé cómo esos dos siempre están peleando -dijo Sylvia a mis espaldas- No sé ni siquiera como se llevan bien, se ve que podrían odiarse mucho -reí bajito y pasé un brazo por sus hombros.

- Ya sabes, son amigos, aunque sí, pueden ser muy idiotas cuando quieren.

- ¡Hey! -gritaron ambos cuando me escucharon. Rodeé los ojos y caminé junto a Sylvia.

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Habíamos cambiado un poco los roles, Ray seguía conduciendo, Sylvia estaba en el asiento del copiloto, Frank estaba en el asiento trasero, junto a la ventana izquierda, Eve en medio, y después yo con Perl en mis piernas.

  - Sólo soy yo, o esa casa de ahí da muy mal rollo -comentó Perl.  

- A mi también me da mal rollo -dije mientras a lo lejos podía ver una gran casa, mínimo de tres pisos, se notaba vieja, desgastada, bastante maltratada. 

Siempre que íbamos a la casa del tío de Raymond tomábamos una sola ruta, así que había visto esa casa muchas veces. Cada vez que mis ojos hacían contacto con ella no podía quitarlos, no podía girar la vista. Había algo en esa casa que me llamaba mucho, demasiado, la atención. Tal vez era el sentimiento que me daba al verla, aunque no sabría muy bien cómo describirlo. O tal vez era que Ray me había contado la supuesta historia de esa casa, y aunque jamás me la había creído, ya que no creía en esas cosas, el tema no dejaba de intrigarme.

- Según lo que he oído no es una casa, antes era un hospital mental, lo cerraron hace años, jamás lo derrumbaron. Dicen que si vas por la noche, puedes escuchar los lamentos de los internos que ahora yacen muertos -comenzó a contar Ray con un tono misterioso en su voz, sin perder la pizca de diversión con la que decía la mayoría de las cosas.

- ¿En serio? -dijo Frank intentando ver por mi ventana.

Cabe destacar que de todos, Frank era el más supersticioso, por no decir miedoso. Cuando lo conocimos, Ray se inventaba un montón de cosas sobre supuestos fantasmas aparecidos en la escuela. Frank se creyó cada palabra de lo que le decía, incluso puedo asegurar que mojó sus pantalones cuando Ray le jugó una muy mala broma acerca de ello, asustándolo en el baño.

- Sí -afirmó- también me dijeron que si ibas ahí a intentar molestar a las almas, éstas te castigarían, éstas estarían siempre atormentándote, una y otra vez, una y otra vez... ¡PAM! -golpeó una parte de su puerta y gritó exageradamente, todos saltamos en nuestros lugares.

- ¡Ray! -Sylvia lo golpeó en el hombro mientras éste reía a carcajadas. Perl no dejó de ver la casa, que se perdía poco a poco de nuestra vista.

- ¿Es en serio? -preguntó Perl en un susurro mirándome.

- Claro que no, relájense, no es más que una historia tonta -dije.

Eché un último vistazo a lo que aún podía ver de la construcción. 

En verdad hubiera deseado que sólo fuese una historia tonta.

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¡Hey! ¿Cómo están? :) Espero que la historia les esté gustando. 

Les aviso que ya arreglé un poco los horarios de las historias, así que las actualizaciones de "Madhouse" serán los jueves:D

Muchas gracias por leer, los amo<3 

xa.

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