Con un ataque de tos volví a lo que era el mundo real y no esa mancha negra que me había abrazado hacía unos minutos, para encontrarme con unos hermosos e intensos ojos azules que me miraban con mucha preocupación. El tormento en su mirada y la arruga en su frente demasiado pronunciada se fueron un poco al ver que estaba despierta. Nathan se inclinó hacia mí examinándome, movió su pulgar frente a mis ojos mareándome un poco.
—Llegué a pensar que necesitarías respiración boca a boca —Bromeó, pero su sonrisa bromista se volvió una mueca de preocupación.
No podía respirar, sentía que había perdido esa capacidad. Con la poca fuerza que tenía intenté empujarlo lejos de mí, pero Nathan era demasiado fuerte. Yo lo quería lejos, su cercanía me estaba sofocando y yo necesitaba mi espacio para respirar profundamente luego de casi morir ahogada. Si tuviera las fuerzas iría de caza por los idiotas que me habían lanzado a la piscina, merecían sufrir.
—Tranquila, Kitty —me ordenó quitándose su camiseta mojada arrugándola y la puso contra la parte trasera de mi cabeza. De repente era consciente del dolor en mi cabeza.
¡Lo que me faltaba!
Era un martilleo que solo había sentido una vez cuando estuve con resaca, pero este tal vez era aún peor, se sentía como si hubiera un concierto de batería en mi cabeza. Pum pum pum pum. Un concierto de la banda más ruidosa de todo el mundo. Sin poder evitarlo gemí de dolor. Mi cabeza iba a explotar.
—No te preocupes, vas a estar bien Kitty. Aunque vas a necesitar unas puntadas. —Con delicadeza colocó detrás de mi oreja los mechones de mi cabello mojado y acarició mi mejilla.
Agarré su mano, apretándola un poco.
—Me has salvado, estoy agradecida.
Una pequeña sonrisa se formó en sus labios.
—Kitty, estás sangrando mucho, no hay tiempo para referencias de Disney. —Me levantó cuidadosamente del suelo, pero aun así mi cabeza se quejó. Sentí que todo iba negro una vez más pero un irritante grito me mantuvo despierta.
—¡Está sangrando!
—Gracias por apuntar lo obvio, Summer —respondió Nathan irritado pasando por su lado—. Necesito llevarla al hospital más cercano, ¿puede alguien encargarse de llamar a sus padres?
La palabra hospital me congeló. Esta montaña rusa solo iba hacia abajo. Hubo un montón de órdenes siendo lanzadas, el ruido era demasiado y no pude captar nada porque el dolor en mi cabeza no me lo permitía, pero lo siguiente que sé es que estoy en un vehículo en movimiento y Nathan me mantuvo acurrucada en sus brazos. Me relajé, sintiéndome cuidada.
—Nate...
—Shhh —susurró—. Vas a estar bien, me aseguraré de ello.
La velocidad en la que iba el auto hizo que el dolor en mi cabeza se volviera más fuerte y mi estómago se revolvió. Y aunque me sentía de la peor manera en el mundo, quería dormir, ya no podía seguir luchando en mantenerme despierta. Las cosas a mi alrededor perdieron su enfoque y mis ojos se cerraron.
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Finge Conmigo
Подростковая литератураNathaniel Ferrars, descendiente de una importante familia, ha sido castigado por su arrogancia y prepotencia a ser un maniquí por el resto de su vida. Solo un beso a la medianoche de una luna llena podría salvarlo de su condena. Kathleen Evans es al...