Capítulo 18.

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El de verdad me estaba besando y todo mi cuerpo temblaba. ¡Olvídense de las cosquillas, mariposas o animales en el estómago! Yo tenía el apocalipsis ocurriendo no solo en mi estómago sino en todo mi cuerpo.

Finalmente reaccioné al beso respondiendo mientras mis dedos se enredaban en su cabello. Al principio estaba siendo cuidadoso como si esperara que lo golpeara en los genitales por esto, pero en cuanto obtuvo respuesta de mi parte... Pues ya la palabra delicado no era para nada correcta. Creo que ni siquiera me besaba, él me poseía. Y ser poseída era totalmente explosivo e increíble. Podrían preguntárselo a mi corazón que latía salvajemente en mi pecho. Sus labios me mordisqueaban y después su lengua se deslizó en mi boca al igual que sus manos se deslizaron a mi cabello. Ni me importaba la escena que podríamos estar montando, porque yo ahora me cuestionaba si había sido realmente besada con anterioridad. Y la respuesta era no. Nada se comparaba a esto.

El paraíso se acabó cuando Nathan se alejó lentamente. Ahora sentía mis rodillas débiles, me sentía completamente embobada. El imbécil me besó hasta dejarme tonta. Aquel beso merecía aplausos junto con fuegos artificiales y un cartel donde se lea: "El mejor beso de todos". Olvídense del beso en Crepúsculo entre Kristen y Robert, denle todos los premios a este.

Me quedé mirándolo fijamente sin poder creerlo, temblando. Demonios. Me había besado, luego de tantas discusiones donde me negaba lo había hecho y yo lo había disfrutado. Alguien haga magia y me desaparezca. ¿Qué había hecho?

Nathan tocó sus labios y sonrió arrogantemente. Y oh oh, ese tipo de sonrisa nunca traía nada bueno.

—Eso fue... ¡Increíble! —Sonó como un niño que sube a una montaña rusa por primera vez.

Ahora el enojo por su atrevimiento hacía efecto en mí. Todo esto era lo que quería evitar cada vez que mencionaba besarme, evitar tener sentimientos por Nathan. Porque eso era lo que hacían los besos, transmitir sentimientos. Di un vistazo alrededor para asegurarme si habíamos llamado la atención, pero nadie parecía reparar en nuestra existencia. Usé eso a mi favor para darle la cachetada a Nathan que tanto mi mano anhelaba. Por muy grandioso que fue ese beso, no me hacía gracia su atrevimiento.

—¿Y esa por qué fue? —preguntó con una mano acariciando su mejilla consternado.

—¡Por atrevido!

Y sin darle ninguna otra explicación salí hacia el patio empujando a quien se metiera en mi camino con la necesidad de esconderme y calmarme. No podía hacerle ver a Nate qué tanto me afectó, de lo contrario él ganaría en este juego y las cosas entre nosotros se volverían incómodas. Ojalá estuviera borracha y así culpaba al alcohol.

Suspiré relajada cuando aire puro llenó mis pulmones y me abracé a misma por el frío aire. Necesitaba espacio para pensar y poner mis pensamientos en orden. Al lado de Nate había sentido todo tipo de sensaciones, pero ninguna como estas. Aún sentía que volaba, tal vez estaba drogada, ¿quién sabe? Pero no me podía permitir que él me afectara de esta manera, no cuando todo era una farsa.

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