"Invisible"
Capitulo XVI:
"-Tengo miedo. -¿De qué? -De mí misma."
Mi mamá se queda observándome mientras espera una respuesta. Alza una ceja y mueve el pie con impaciencia.
-Es de Chaz.
-¿De Chaz? -Frunce el ceño.
-Sí, se le rompió el espejo que lleva en el casillero y para que nadie se lastimara lo metí en mi bolsillo.
-Y lo trajiste a casa -dice poco convencida.
-Sí -asiento con la cabeza-. ¿Para qué lo querría? No seas exagerada, mamá.
Ella entrecierra los ojos y me abalanzo sobre su cuerpo para abrazarla. Le quiero quitar el espejo de la mano, pero ella se zafa de mi agarre.
-No te enojes.
-No me enojo, solo voy a tirarlo.
-No... espera. -Ladeo la cabeza-. Chaz, no va a tener en dónde peinarse.
Cuando me acuesto en mi cama, estoy muerto de sueño. Pongo la alarma de mi móvil mientras se me van cerrando los ojos, tengo el cuerpo muy relajado. Apago la lámpara y de repente caigo en un sueño muy, muy, profundo.
Ella se para sobre el barandal del balcón y me sonríe.
-¿Ves? Puedo sonreír, no necesito de nadie más. Mírame, moriré feliz.
Me quedo quieto, muy quieto y le sonrío. ¿Es _____?
-Bájate de ahí, no es gracioso.
Doy un paso hacia adelante y ella se tambalea haciendo equilibrio.
-Quieto o salto. Sabes que es verdad.
Mis ojos se llenan de lágrimas cuando me doy cuenta de la situación en la que estoy. Tiene una remera manga corta, veo todos sus cortes que se pierden bajo la prenda. Cierra los ojos y se vuelve a tambalear.
-Ven aquí, baja, _____.
-Quiero morirme.
-Tu vida no ha acabado. No cometas una locura.
-No quiero vivir. Vete tú.
-Baja de allí.
-¡No quiero! -Grita enojada.
Cierro los ojos un momento y cuando los abro ella se suelta y se deja caer de espaldas. Mierda, la he dejado caer.
Abro los ojos asustado y estoy sudando, me siento en la cama. Mi móvil está sonando y tardo unos segundos en darme cuenta que no es la alarma, es el tono de llamada. Lo tomo con manos temblorosas, estoy asustado. El nombre de ______ se refleja en mi pantalla. Las tres y media de la noche.
-¿_________? ¿Estás bien? -Sueno agitado.
-¿Te agarro ocupado?
-No, no, no te confundas. Acabo de tener un sueño feo, nada más.
-¿Estás bien? -Noto su preocupación.
-Claro que sí. ¿Qué ocurre?
Se queda callada por un momento y siento su respiración. Mi pulso debería estar calmándose, pero con este llamado solo puedo imaginar lo peor. Por lo menos está viva, mi sueño no se ha cumplido.
-_______ -murmuro.
-Tengo miedo.
Frunzo el ceño y prendo la lámpara. Mi cama es un completo desastre, debo hasta haber gritando, así que me he salvado de que mi mamá no esté aquí.
-¿Qué pasa?
Lo primero que pienso es que ha visto una película de terror o que hay una rama que golpea su ventana, o una sombra que parece una persona en su habitación.
-Tengo miedo -vuelve a decir.
-¿De qué?
-De mí misma.
Y sí mi pulso estaba acelerado, ahora parece ir a mil por hora. Me preocupa tanto su estado de ánimo y sus ganas de morirse que siento que los ojos me arden.
-No tengas miedo, ______.
-Tengo mucho, mucho miedo -susurra.
Me quedo callado, la oigo respirar fuertemente.
-Hace dos días que no me corto.
Sonrío levemente. Ella lo dice como si fuera una tragedia, pero en verdad es una de las noticias más lindas que he recibido de su parte. Hace dos días no se corta y me alegro tanto de ser el afortunado que logró eso.
-... pero me está matando.
-Oye, no, no. Sé que estas llorando, no llores.
Se sorbe la nariz y suspira.
-Quiero cortarme.
-No lo hagas. Por mí, ______, por mí.
-No me pidas eso, Justin por favor.
La sonrisa ya ha desaparecido. Ella no soporta mucho sin cortarse y esto debe de ser un milagro. Lleva dos días, dos días en los cuales ha llorado hasta secar el alma, aunque parece no haber acabado con las lágrimas. Dos días en los cuales se ha abierto a mí, me ha contado mucho sobre su pasado, sobre sus secretos. Dos días que le agradezco a Dios. Dos días más de vida, dos días sin hacerse daño es... es... una sonrisa en mi rostro.
-No te cortes, ____. No lo hagas. Tú puedes cerrar los ojos y detener tus pensamientos, solo duerme.
-Ayúdame. Prométeme que vas a ayudarme, Justin.
-Ya te he dicho, para eso estoy.
-Eres mi salvavidas. Promételo.
Y entiendo que todos tenemos un propósito en la vida. Y creo que este es el mío, después de todo yo amo ayudar, amo ver a la gente sonreír y haré lo imposible para crear sonrisas en su rostro, para hacerla feliz. Porque yo quiero ser quien la salve, quien la ayude. Yo quiero que sea visible para todos, que mi chica invisible se recupere de todo eso y deje de sufrir.
-Te lo prometo.