"Invisible"
Capítulo XXXIV: "Mereces a alguien que te saque sonrisas, no lágrimas."
El miércoles amanece lloviendo en Atlanta. Los vidrios de las ventanas están completamente empañados, tengo las mantas hasta la garganta y los ojos cerrados. Mi mamá golpea mi puerta y la abre sin pedir permiso, me avisa que ella va a llevarme al colegio antes de irse a trabajar y luego pasa por mí a la salida.
Me siento en el borde de la cama y con mis manos en puños refriego mis ojos adormilados. Bostezo y apago el segundo aviso de la alarma de mi móvil. Me pongo de pie y voy al baño para darme un ducha y hacer mis necesidades. Los ojos aún los tengo completamente densos y agotados, cuando salgo de la ducha. Me abrigo bien para no pescar un resfriado y bajo a desayunar.
-Justin, tienes el cabello mojado -me reprende mi mamá.
Ruedo los ojos y alzo los hombros restándole importancia a su tono de advertencia. Me cuida demasiado y ya casi soy mayor de edad.
-Ya se seca, mamá -digo. Me siento en una banqueta mientras bostezo.
Mi mamá coloca una taza de café humeante frente a mí y yo le agradezco con una tierna sonrisa. Siempre me ha gustado que mamá fuera tan dulce y tierna conmigo. Desde que tengo memoria que vivimos solos y juntos, porque cuando mamá y papá se separaron, yo me quedé con ella ya que era un simple bebé de diez meses. Eso no quita que papá me haya visitado, pero aún así siempre viví con mamá, dormíamos juntos hasta que cumplí los diez años y comencé a avergonzarme de dormir en la misma habitación que mi mamá cuando mis amigos venían a casa a jugar. Antes éramos tres, pero desde que mi perrito murió, solo somos nosotros dos.
-¿Cómo está ______? -Me pregunta mi mamá con una sonrisa.
Sé por donde va la conversación y que rumbo quiere ella que tome.
-Bien, supongo.
Eso me recuerda que ella camina de ida y vuelta al colegio, quizá necesite que alguien la lleve o simplemente, no asistirá. Saco mi móvil del bolsillo y marco su número. Apagado y me manda directamente a la casilla de mensajes.
Salimos de casa bajo la protección del techo del automóvil negro de mi mamá. Ella no para de hablar mientras vamos de camino al colegio, yo simplemente le respondo con monosílabos mientras juego al "BrickBreaker" que nuevamente me tiene cansado porque no puedo superar mi puntaje máximo.
-Aquí estamos -dice mamá estacionando frente al colegio. Abro la puerta y el frío me congela las manos. Le beso la mejilla a mi mamá. -Que tengas un buen día, mi amor.
-Igualmente, ma. -Me bajo del auto y corro a la entrada para no empaparme.
En la puerta del colegio hay un gran cartón para que cada uno refriegue sus zapatillas llenas de barro y no ensucie el pasillo, pero naturalmente este está todo embadurnado en barro y hojas mojadas.
-Hola, bro. -Chaz me palmea la espalda.
-Hola. -Le regalo una sonrisa.
-Quiero hablarte de algo, ¿tienes tiempo?
-Claro. -Me encojo de hombros-. Vamos a mi taquilla mientras, ¿si?
Asiente y se frota ambas manos demostrando algo de nerviosismo. Me permito pensar que quizá necesita de mi ayuda para cubrir alguna estupidez de la que sus padres no deberían enterarse. Llegamos a mi taquilla y pongo la combinación para abrir la puerta verde. Chaz suspira.
-No vayas a enojarte, por favor -me dice.
-No puede ser tan malo. -Me río-¬. Cuéntame.
-Veras... -arrastra las palabras y comienza a ponerme nervioso a mí también-. ¿Viste tu amiga? ¿______?