5. Luces

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Estoy pensando que deberíamos ir
A un lugar que no conocemos
A un lugar donde nadie nos ha visto antes.
-Lurk

-       ¿Seguro que sabes a dónde vamos?

No tenía sentido que América dirigiera ese paseo debido a su condición cerebral. No es que haya tenido una grave lesión, era solo falta de memoria temporal, o al menos eso creía Zach cada vez que pensaba en el accidente.

Había dejado el motel sintiéndose culpable por pecar de mentiroso, dejando a cargo a sus somnolientos compañeros, quienes despertarían en algún momento y pensarían que él y América estarían en sus respectivas habitaciones. Zach había pensado en ese escape desde que llegaron a Chicago porque se sentía curioso de lo que sea que hubiera en aquel puerto. Antes de llegar había investigado un poco en internet desde su teléfono y vio unas cuantas imágenes del Navy Pier con sitios de comida y juegos mecánicos. Su primer pensamiento había sido llevar a América, visualizado perfectamente en su mente la risa de la chica con el cabello al viento subida en uno de esos estúpidos carruseles. Pensó que quizás hasta le compraría un algodón de azúcar, pero ella se puso más intrépida y le pidió un poco de la mala hierba que te hacía reír.

Zach estaba un poco celoso al verla usando la camiseta de Mickey, se preguntaba por qué no había sido él su primera opción en cuanto a favores. Desde que había llegado siempre iba a preguntarle cosas, generalmente personales, pero también se acercaba para contarle sus recuerdos más vívidos. ¿Será que le gustaba más la ropa de Michael Margott que la suya? Bueno, Mike no tenía un estilo tan malo, de hecho se vestía genial. Pero ahí iba una parte de la confianza que estaba dispuesto a darle a la chica sin memoria y ella rápidamente había desperdiciado. Sin embargo, la camiseta de Guiness no le quedaba nada mal. Un poco holgada tal vez, pero se veía bien en ella.

-       Sería mejor si me dijeras a dónde vamos, podría preguntarle a alguien cuál es el camino. – América volvió a decir.

-       Conozco el camino, no seas impaciente. – contestó Zach.

Pero en realidad no lo sabía.

Le gustaba trasnocharse en las calles, caminando sin dirección. Aunque esa oportunidad sí sabía a dónde quería ir, no tenía ansias de llegar temprano. Eran aún las diez y la noche apenas estaba comenzando.

-       Más temprano tuve dos recuerdos más. – ella se volvió para mirarlo.

Zach había notado lo descarada que ella era, mirando a los ojos cuando hablaba sin inmutarse. Se sentía invadido cuando ella lo hacía, pero no quería mostrarse débil así que también la miraba fijamente, un poco temeroso debido a la oscuridad en sus ojos.

-       Esa canción, Enjoy The Silence, y el vinilo de los Bee Gees. Vi a un hombre pero no sé si ese hombre era mi padre. Y también estaba una habitación rosa. – dijo con la frente toda arrugada por el esfuerzo.

-       El rosa no es un color que relacionaría contigo. – contestó Zach. – Eres más de tonos rojos y lilas. – Y negros, omitió.

América le sonrió y Zach miró al suelo para librarse de ella.

-       ¿Por qué me traes aquí contigo? – le preguntó ella directamente.

Zach no tuvo que pensar para responderle, pero si se tomó su tiempo por el ataque sorpresa que esa pregunta había parecido.

-       Porque me gusta hablar contigo, América, si es que ese es tu nombre.

-       En eso coincidimos. – contestó ella, también mirando al suelo.

AMÉRICA [zach abels]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora