24. The Neighbourhood

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Necesitamos llorar, y si lo hacemos, sé que estará bien. - Cry Baby

Le faltaba la respiración.

Echó un vistazo de izquierda a derecha para seguir el ritmo de las letras que coreaba la gente a su alrededor. No se sabía ninguna, pero ahí estaba, en peligro de ser aplastada por un enorme grupo de personas enloquecidas por el ritmo oscuro de The Neighbourhood. 

Sólo si se paraba en puntas lograría ver a los chicos, pero apenas podía mantenerse de pie debido a los movimientos bruscos de los fanáticos, que la habían hecho golpear a más de dos personas con los codos por defenderse de no llegar al suelo. Pero qué estaba mal en dejarse llevar. Tomó otra bocanada de aire para empezar a elevarse del piso al mismo tiempo que el resto. 

Siempre creyó que la banda tenía mucho talento pero nunca los había escuchado en su máximo esplendor. Pasaron casi ocho meses para que por fin pudiera contemplar el tremendo sonido que explotaba en cada cuerpo de todas las personas reunidas en este anfiteatro, no podía despegar su mirada de ellos, lucían extasiados y verdaderamente sentían la melodía. 

La canción terminó para dar paso a la chillona voz de Jesse Rutherford.

- ¡Nueva York! - exclamó, seguido por estruendosos gritos.

América estaba increíblemente emocionada. Era como ver a su propio hijo graduándose en lo que le ha apasionado durante toda su vida. En este caso, sus queridos amigos.

- La siguiente canción no la hemos tocado en vivo aún... - volvió a decir -  Deben estar orgullosos de su país, así que levanten las manos porque esto se llama ¡Dios Bendiga América!

Las personas se volvieron locas una vez más mientras la mismísima América, identificada hasta la médula intentaba no desmayarse. Zach realmente había hecho eso. Creyó estar preparada para escuchar todo un álbum que habla sobre ella, pero jamás se había idealizado como sería en verdad. 

Fuera luces, ¿Qué hay más allá?/ Galaxias en un universo vacío. / Fuera luces, te gustará. / Lo tienes todo, pero no ves nada. / Sin luces, respirarás y abrirás los ojos al encontrar que.../ América no es sólo un lugar/ Desde Nueva York hasta Cali/ Con su ropa en el suelo y su cuerpo en la mía/ América no es sólo un lugar/ Porque es mí lugar. 

La canción tenía el ritmo de una balada sin llegar a ser cursi. El complemento perfecto para la voz de Jesse era la batería coordinada de Brandon, el potente bajo de Mikey, el punteo de guitarra de Jeremy sincronizado a los rasgues de Zach en su vieja guitarra eléctrica. 

El público, como al pieza más importante de todas, en pleno funeral del corazón, orgullo y alma de Amelia Kingsley. 

Encendiste mis luces para ver más acá./Tus galaxias hicieron de mi universo un hastío./Todas las luces, ¿en dónde estás?/Tuviste todo, pero no te guardaste nada./ Con luces, escaparás y no volverás a mis ojos en donde.../ América no es sólo un lugar/ Desde Chicago hasta Cali/ Con su mente en Delacroix y la mía en su cara / América no es sólo un lugar /Porque era mi lugar.

Con lágrimas resbalando por sus mejillas, acompañó al tumulto en el griterío. Era reconfortante y especial estar en medio de un mundo creado para ti y que nadie a tu alrededor lo sepa. El secreto mejor guardado  y expresado del mundo. 

América estaba convencida que la canción ya había terminado, sin embargo Jesse incentivó a todo el mundo a hacer palmas cuando un solo de guitarra empezó a escucharse. No hacía falta pararse de puntillas para saber de quién se trataba, pero de todas formas lo hizo para convencerse. 

Zach estaba en medio del escenario, usando sólo un pantalón sastre con finas rayas blancas sujetado a sus caderas con un cinturón. El cabello estaba más largo y más oscuro. Brandon, Mikey, Jesse y y Jeremy se habían detenido para escuchar su compañero. 

Un verdadero espectáculo.

Al finalizar, Jesse regresó al público.

- ¿No es genial nuestro lindo Zeeko? - pasó su brazo alrededor del cuello del guitarrista. - Pues... que Dios Bendiga a América, ¿no?

Aquella canción dividió el medio tiempo del concierto de The Neighbourhood, seguido por otras canciones de discos anteriores. Algunas canciones de El Apagón no habían sido tan intensas como God Bless America, pero de igual manera contaban indirectamente lo vivido en esas pocas semanas en las que todo había sido perfecto y ahora se guardaba en la memoria de todos. 

América se emocionó mucho cuando tocaron una con Fantasmas en los Vinilos como título. Deseó que esos días viajando en el autobús de la banda volvieran. Se imaginaba lo bien que la estarían pasando durante su gira y todas las estupideces que dirían. 

Observó a los chicos hasta que las puntas de los pies se hundieron en el suelo. La histeria de las personas era contagiosa y al poco tiempo ella ya era parte de las fanáticas que más había gritado durante el show. Se preguntaba si los chicos habían supuesto que ella estaría presente en su concierto, pero dado al tiempo que había pasado, probablemente no dudarían que estaría en casa. Eso sería lo mejor para todos. 

Al salir del anfiteatro, caminó de regreso a casa. Las noches eran buenas para meditar, aun mejor cuando el cuerpo le ardía por todo el calor que había tenido que soportar ahí dentro. El frío de la ciudad la refrescaba con cada paso que daba, liberándola un poco más de sus ataduras. Sin embargo, Zach estaba siempre dentro de su cabeza, sonriendo de lado y arrugando la frente.

Necesitaba volver a verlo. Necesitaba de él.

Pero simplemente, era demasiado tarde.

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NOTA: Por alguna razón del internet, el capítulo 23 se ha eliminado y no encuentro la forma de recuperarlo. De todas maneras, la novela es más que comprensible aunque falte un pedacito de nuestra historia. 

AMÉRICA [zach abels]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora