19. Confrontación

656 60 19
                                    

Puedo saborearlo, 

mi corazón se rompe, 

por favor no digas que lo sabes. - Cry Baby

Zach despertó en el sillón de la sala principal, desubicado, asustado y con un increíble dolor de cabeza.

Había pasado una intensa semana descubriendo cosas nuevas que su mente podía ser capaz de pensar y formas en las que actuar, y le parecía maravilloso que en tan poco tiempo su persona haya salido de su excesivamente cómoda zona de confort.

La banda se reunió en casa de Devon para la infaltable fiesta de año nuevo, que al igual que la fiesta anual de Navidad en casa de Zach, incluía excesos. 

Para el guitarrista, el recibimiento del año había sido desastrozo. Empezando por su pérdida de control en el tema del alcohol y finalizando en su vida amorosa. América había regresado temprano a casa después de las doce, porque admitió no tolerar las fiestas, lo que a Zach sorprendió rotundamente puesto que en la fiesta de Navidad ella estuvo muy contenta.

Se preguntaba si había hecho o dicho algo malo que la haya molestado, pero cuando ordenó bien sus ideas, no había hallado algo en que temer. Además, América se había marchado tranquila sin armarle una escena. Sin embargo, la espina de la incomodidad lo perseguía. Aquella incomodidad que lo siguió cuando se puso de pie para ir a darse un baño, y continuó presente cuando se miró al espejo notando un cardenal morado cerca del ojo.

Entonces ya no era sólo eso, sino que ahora la psicología hizo que con apenas ver el golpe, un dolor intenso que no había estado antes se apoderara del pómulo. Qué demonios hiciste anoche, pensó mientras se tocaba el rostro con cuidado.

Cabe mencionar que no sólo había consumido alcohol, sino también algunos alucinógenos, por lo que todavía todo en su cabeza daba vueltas y vueltas.

- Zach... te desconozco. - le habló a su propio reflejo y sarcásticamente sonrió.

Gotas de agua resbalaron de su cabello largo para desembocar en la piel de sus hombros, descendiendo por sus tatuajes y terminando en sus manos sujetadas al lavabo. Reaccionó a otra zona dolorosa y vio sus nudillos del mismo color que su pómulo, con la única diferencia que en ellos había restos de sangre seca.

Cerró los ojos con fuerza por la rabia.

Recordó al hombre que lo golpeó y se sintió orgulloso de sí mismo porque no se había quedado con los brazos cruzados. Su ahora herido puño había sido el causante del sangrado nasal de aquella persona.

- ¡Detente! - gritó Mikey. - ¡Vas a matarlo!

Y eso había querido, matar al sujeto.

- ¡Suéltame! - arremetió. - ¡Suéltame!

Pero Mikey no lo hizo, tampoco Brandon, que ayudó a separarlos y empujaba al hombre fuera de la casa, mientras el infeliz limpiaba su nariz con el saco de su traje.

- ¿Qué carajo hacías golpeando a ese hombre? - preguntó Mikey con los ojos tan abiertos que tuvo miedo que se salieran del todo y tuviera que recogerlos del suelo.

Zach tomaba aliento con fuerza. La gente lo miraba con sorpresa, pero él se esforzaba en ignorarlos. 

- Ese desgraciado vino a decirme cómo se había follado a Amelia Kingsley cuando tenía 16 y cómo lo seguía haciendo en Nueva York.

Mikey tragó saliva y la manzana de Adán se le movió exageradamente, lo que puso más nervioso a Zach.

Nunca había golpeado a nadie en su vida.

Pensó en lo que ese hombre le dijo y dudó por un momento metiéndose a la cabeza que América y Amelia eran la misma persona. Agregando que al igual que él, ella también tenía un pasado del cual escapar. De todas maneras estaba molesto, por cómo habían sucedido las cosas. Sin embargo, estaba agradecido de que América no haya estado presente en su declive.

Volvió a la realidad y se vistió, decidido a buscar a la chica sin memoria y pedirle una explicación. Pero ¿Qué esperaba que le dijera? Ella apenas reconocía a su familia.

Gruñó en voz alta, era hora de llamar a los chicos.

Jesse llegó primero con una mochila a la espalda y frotándose las manos como si tramara el más aterrador de los planes.

- Tu mirada me da miedo. - confesó Zach haciéndolo entrar.

- Es porque tengo noticias. - el cantante alzó las cejas.

Se dejaron caer en el sofá del sótano, Zach sintiendo nuevamente el dolor, que ahora ya no solo era en su cabeza y nudillos, sino en todo el cuerpo.

- Traje el anuario de la escuela. - dice Jesse sacándolo de la mochila.

- ¿Qué tiene que ver el anuario en esto? - Zach empezaba a impacientarse.

Jesse le lanzó una mirada de pocos amigos y continuó con su labor. 

- Bueno pues en el anuario no solo hay fotografías de los estudiantes sino también de los maestros. - aclaró su punto. - Encontré algo que te dejará helado.

El guitarrista se tomó un momento para pensar bien si quería ver lo que sea que Jesse le proponía. No le gustaba recibir mucha carga de información en un periodo de tiempo tan corto, y mucho menos sobre alguien que le interesara. América resultó ser el paquete completo. Belleza, amor, pasión y muchos problemas.

- ¿Estás listo para ver esto? - Jesse sostuvo el anuario contra su pecho para que Zach no viera lo que ocultaba.

La respuesta era un rotundo no, pero qué más podía perder.

Resignado, asintió con la cabeza.

Jesse colocó el anuario sobre las piernas del guitarrista en la página donde mostraban fotos de todos los maestros de la preparatoria. El tatuado dedo apuntaba a uno en específico, el maestro de literatura.

- Golpeaste a Julian Vaugh anoche. - dijo en un hilo de voz. - Personalmente, nunca me pareció alguien amable pero sí que sabía de lo que hablaba, entiendes.

Zach recordó sus palabras y dudo de la sabiduría del maestro. Una persona tan preparada usando palabras como follar y practicándolo con una chica menor de edad. Tenía el cerebro jodido. 

Con un movimiento de manos, arrojó el anuario al suelo y estuvo a un segundo de arrancarse el cabello de la cabeza. Odiaba a Julian Vaugh, se odiaba a él mismo, pero no comprendía por qué no conseguía odiar a América.

- Lo siento, Zeeko... 

Jesse guardó el anuario en la mochila junto con todas las ganas que Zach tenía de enamorarse.


AMÉRICA [zach abels]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora