14. Incómodo

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Te tomo como una droga,
te pruebo en mi lengua.
- Daddy Issues

Sin tener nada que usar, América había dejado que Clarice pensara por ella. Había sugerido el vestido verde oscuro con un escote bastante largo que le regaló Sarah para Navidad y que al propósito, le quedaba muy bien pero no la hacía sentir cómoda. Clarice insistió hasta que América no tuvo otra opción que ponérselo, sin embargo, cuando su hermana la dejó sola, agregó una chaqueta de cuero negra encima y unas medias negras altas. Eso compensaría la piel descubierta del pecho.

Por la mañana había salido por su cuenta a comprar regalos para los chicos de la banda y un nuevo teléfono para ella. La noche anterior había tenido una secuencia de sueños bastante reales, la mayoría sobre su infancia con Clarice, por esa razón se sentía un poco más confiada a su alrededor. Se atrevió a salir sola sin la guía de nadie por la ciudad para probar si algo de lo que veía estaba todavía en su cabeza, pensó que todos los centros comerciales eran iguales, entonces se emocionó porque podía recordarlos.

Mientras estuvo dando vueltas por cada una de las tiendas, se encontró con más de dos personas mirándola como si hubiera vuelto de la muerte y una de ellas la saludó. América sabía que esas personas conocían a Amelia Kingsley y decidió ser un poco como ella y sonreírles con educación.

Volver a casa había sido una hazaña, pero se las arregló para volver a pie. Al llegar, durmió  y durmió. Sarah la despertó para que tomara un baño que ella misma le había preparado.

La tina estaba medio llena y cuando América estuvo dentro, el agua cubrió toda la longitud de su cuerpo. Paseó las palmas de sus manos sobre la espuma de color lavanda que se extendía por toda la tina. Secó sus manos en una toalla que había dejado en el suelo y tomó su teléfono para llamar al número que había llamado a su padre el día que recogieron su auto. Tenía la esperanza de que sería el de Zach, pero no estaba segura. De todos modos marcó y esperó a que timbrara.

- Hola. - era la voz de una mujer.

América colgó inmediatamente y dejó el teléfono en el suelo. Aquella persona habría podido ser cualquiera, no necesariamente alguien relacionada a Zach. Sin embargo, no había podido dejar de pensar en eso el resto de la tarde, hasta que la noche llegó y la encontró sentada al filo de la cama mirando a un punto fijo.

- Amelia, el está aquí. - la cabeza de Clarice apareció por el marco de la puerta.

América respiró hondo y se puso de pie, pasó las manos sobre la ropa para deshacer las arrugas y asintió con la cabeza a su hermana para confirmar que la había escuchado. Recogió la bolsa con los regalos y salió de su habitación. Ver a Zach después de un día entero se sentía como si ese tiempo hubiera sido un año, y obviamente estaba nerviosa. ¿Qué tal si había cambiado de opinión y ya no le gustaba tanto como antes?

Zach Abels estaba revisando su teléfono de pie frente al espejo de la estancia. América bajó las escaleras en silencio y él no se dio cuenta que ella ya estaba parada detrás suyo, hasta que alzó la mirada y ambas se encontraron a través de aquel espejo. Zach sonrió de lado, luciendo tan irresistiblemente incómodo.

- ¿Amelia o América? - preguntó girando para verla.

- America, todavía.

- Humm, hola. - Sarah apareció con los brazos cruzados y sus ojos se abrieron más al ver a Zach. - ¿Tú quién eres?

- Oh claro. - reaccionó el guitarrista al darse cuenta. - Soy Zach Abels, amigo de Amer... Amelia. Hoy habrá una reunión navideña en mi casa.

- Está bien. - la rubia finalmente sonrió. - ¿Tomaste la medicina?

- Si, sí. Hace como un par de horas.

AMÉRICA [zach abels]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora