1. Poesías

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Bailando toda la noche,

Un vodka y una sprite.

Un vistazo a las siluetas

Y una noche que nunca olvidarán.

- A Little Death.


- Se mueve. – chillaron. – ¡Mike!... ¡Mickey!

- Espera. – susurró. – No la toques.

Aún con la mitad del cabello sobre la cara, se podía notar cuando la chica arrugaba la frente y fruncía los labios. Los tres estaban mirándola, procurando no hacer ruidos que pudieran despertarla de golpe y hacer que se asustara. Ella movía la cabeza de un lado a otro después de haber pronunciado unas palabras sin sentido. El más nervioso era Jeremy, que daba ligeros saltos nerviosos cada vez que ella hacía un movimiento, Mickey estaba serio y con los brazos cruzados, más pendiente que el resto. Pero Zach estaba asustado, temiendo lo peor por lo que habían ocasionado.

Los demás estaban en la cabina del chofer, creando una historia para lo que había ocurrido y fingir que no había pasado nada.

- Mickey... - llamó Jeremy.

- Silencio. – demandó él. – Ya les dije que esperen.

Zach observaba con paciencia, pero los sobresaltos nerviosos de Jeremy empezaban a molestarle. Se mantuvo en silencio viendo a la chica moverse de un lado a otro, esperando que abriera los ojos y aunque sea dijera su nombre. A menos que se llamara Goya Delacroix, como estaba repitiendo más de cinco veces con un sinfín de palabras al azar, entonces nadie sabía quién era ni lo que hacía sola en un lugar como ese.

El autobús de la banda no se había fijado en el diminuto auto de la chica dirigiéndose hacia ellos. El apagón de la carretera había sido un peligro para cualquier auto que estuviera deambulando en plena oscuridad, pero había señales fluorescentes que avisaban las próximas curvas y diversas cosas en el camino. Zach creía que aquella chica delirando a sus pies apenas estaba aprendiendo a conducir o quizás nunca lo había hecho en una autopista tan grande y además de doble vía. Sin embargo estaba viva y eso era lo más importante, pero para la parte egoísta de Zach, era lo más importante para la banda y no para ella.

Se sintió mal al pensar en eso, tal vez no era el único que lo hacía. Si Jesse estuviera aquí tal vez hubiera llevado a la chica al hospital y habría llamado a sus seres queridos, pero Jessie estaba en Kansas y nadie iba a contárselo hasta que llegaran allá.

De repente, los ojos abiertos de la joven alarmaron a los tres, quienes retrocedieron un paso atrás cuando ella hizo ese primer movimiento.

- ¿Dónde estoy? – preguntó subiendo una mano para quitarse el cabello de la cara. La voz no sonaba muy clara pero al menos podían entender lo que ella quería decir. - ¿Dónde estoy?

Mickey se puso de rodillas junto a ella, quien estaba recostada en el sofá de cuero marrón donde se sentaban para jugar video juegos.

- ¿Cómo te llamas? – preguntó él, sin siquiera responder la pregunta de la chica.

Si Zach hubiera sido el encargado de hacer las preguntas, habría contestado antes de abrumarla más. Pero como la sombra andante que era, se limitó a escuchar lo que sea que Mickey quisiera saber sobre ella.

Al escuchar la pregunta, la chica se sentó lentamente mirando a un punto fijo hasta que estuvo erguida, después los miró a todos y a cada rincón del área del autobús en el que se encontraban.

AMÉRICA [zach abels]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora