Capítulo 7

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Es sábado, y estoy tan nerviosa como si me hubiera tomado diez cafés y veinte RedBulls. Dentro de dos horas el tío que me tiene flotando en las nubes llamará a mi puerta. Esto no es una cita ¿queda claro?, pero tengo la sensación de como si lo fuera. Que tonta soy, claro que no lo es.

Solo quedan diez minutos para las siete, y ya me he duchado, vestido y arreglado. He estado media hora decidiendo que ponerme. Jamás había pensado que esto podría ser tan complicado. Después de tanto tiempo pensando y desordenado mi armario, me he vestido con unos pantalones vaqueros, mis favoritos, y una blusa color azul claro con mis botines favoritos. No voy muy arreglada, claro que no, porque vamos al cine. La gente no se arregla para ir al cine, aunque fuera para una cita... ¡Y dale! ¡Qué no es una cita!
Mientras me doy los últimos repasos y preparo mi bolso, alguien llama a la puerta. No hace falta que pregunte, sé que es él. ¿Quién si no?

     - Hola- respondo nada más abrir la puerta. Casi me desmayo. Mis ojos observan a un tío alto, con el pelo engominado hacia arriba, con una camiseta de las suyas y unos vaqueros que le quedan de muerte, con sus míticas zapatillas y una cazadora, que creo que es cuero. Casi me caigo de culo.

     - ¡Hola muyaya!- me agarro a la puerta fuertemente, por si acaso me caigo de culo.

     - Ya estoy. Si quieres nos vamos ya.

     - ¡Claro!- me responde con una sonrisa de las suyas. Casi me derrito tan rápido como un bombón al sol en pleno agosto.

Tardamos media hora justa hasta ponernos en la cola para comprar las entradas. Todavía no sé muy bien qué película vamos a ver, pero la verdad es que me da un poco igual. Lo único que quiero es estar con él. Aunque fuera una película de dibujos animados, aceptaría con tal de pasar unas horas a su lado. Cuando llega nuestro turno, miro a Rubén, con cara de expectación.

- Dos entradas para Insidious, por favor- le dice Rubius al señor que está vendiendo las entradas. ¿Había oído bien? ¿Una película de miedo?

- ¿Vamos a ver una película de miedo?

- ¡Sí! Tu amiga Bea me ha dicho que te gustan mucho. Pensé que te gustaría- me responde. La verdad es que sí me gustan las películas de miedo, pero había supuesto que me llevaría a ver una comedia romántica. Lo típico. Esto no era tan típico.

- Si, me encantan, pero...- no sabía qué decir.

- ¡Genial!- contesta alegre. Coge las entradas y las paga. Se marcha de la cola y yo le sigo, no sin antes sacar mi monedero.

- ¡Para el carro! Las entradas a medias- no pienso dejar que me pague las entradas, por muy bonito y romántico que haya sido el gesto.

- Claro que no- le fulmino con la mirada.

- Si no me dejas pagar las entradas, pago yo las palomitas- le desafío.

- Está bien- se ríe y me pone la mano en la parte de la espalda mientras me conduce al infinito puesto de las palomitas. Una ola de calor me recorre el cuerpo por su inesperado contacto.

Pedimos las bebidas y las palomitas. Y justo cuando voy a sacar el dinero y a pagar, cumpliendo mi promesa, se me adelanta y las paga antes de que pueda impedírselo. Le vuelvo a fulminar con la mirada. Si las miradas matasen, él ya estaría muerto, dos veces.

- ¡Ups! La próxima vez será.

Le doy un golpe en el brazo en broma y nos dirigimos a la sala de cine. Nos sentamos en la última fila, y esperamos a que empiece la película. No paró de oír mi corazón latir a mil por hora. Finalmente las luces se apagan, y tras unos anuncios, comienza la película.

- Si te da demasiado miedo, puedes abrazarme- me susurra al oído. Malditas hormonas.

- Lo mismo digo- le respondo, y él me devuelve una sonrisa de las suyas, de esas que hacen que me desmaye y pierda el sentido total.

Cuando llevamos media hora de película, la cosa se pone interesante. No paran de aparecer sorpresas y sustos por todos lados. Y la verdad, es que me estoy cagando un poco. Intento no despegar mucho el culo del asiento en cuanto dan un susto, pero cada vez me resulta más imposible. En cambio, a Rubius se le ve a la legua que está cagado, y no para de emitir ruidos de adolescente loca cada vez que se asusta. Es muy gracioso y estoy intentando no reírme para no herir sus sentimientos, aunque también me está resultando imposible.

     - Si tienes miedo me puedes coger la mano- me dice, aunque la verdad parece que se lo está diciendo a él mismo. No hace falta que me lo diga dos veces.

     - Está bien, pero solo porque estás cagado- y le cojo la mano. Es la sensación más maravillosa del mundo. Creo que me estoy muriendo.

    - Yo no me estoy...- pero antes de acabar la frase pega un grito de horror gracias al monstruo que acaba de matar a un hombre.

     - Lo que tú digas... Eres una...- y esta vez soy yo la que pego un grito. Maldito monstruo asusta personas...

     - Tranquila, no tengas miedo querida- me dice como si le estuviera hablando a una niña de tres años, y acto seguido me rodea con los brazos como si así me protegiera.

No volvemos a decir nada. Resulta que los dos estamos muy cómodo así, en esta posición, los dos cerca del uno del otro. A pesar de la película, que de romántica no tiene nada, esto parece una escena de novela cursi.

Mi Vecino. [ElRubius y tu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora