24. Final feliz.

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Tema: Tan solo por amor/ Marcus Vieana










Nada como llegar a casa, sentir el perfume característico de ella, ver todo tal como yo lo había dejado sin la intención de demorar tanto en regresar. Volver a ver el rostro de mi madre en todas esas fotografías que adornan la chimenea, entar al que era su dormitorio y ver que todo está intacto, la cajita sobre la cama, su alhajero encima de su mesa de noche y su saco preferido descansando sobre el respaldo de la silla. En el baño encontré mis cosas en su sitio, el shampoo y el acondicionador usados hasta donde yo los había dejado tiempo atrás, mis cremas, mis esmaltes de uñas y mi cepillo de pelo favorito. Mi toalla blanca con flores púrpuras colgada en el perchero de la puerta, pronta para ser usada me causó escalofríos. Pero fue cuando entré al que era mi cuarto cuando la realidad me pegó profundamente.

El lado derecho de la cama, que era que que siempre usaba yo desde que Camilo pasaba las noches aquí, estaba cubierto con mi ropa y también prendas de bebé de color blanco, todo estaba cubierto con la fragancia del perfume que siempre uso. Las mesas de noche, mi escritorio y el tocador estaban cubiertos con fotografías, en algunas estaba sola, en otras con mis primos, con mis amigos y otras con Camilo. Parecía un santuario.

—Esta fue la única manera que encontramos para sentirte cerca. Mis noches aquí fueron largas y tediosas, pero al tener tus cosas y tu fragancia cerca se me hacían un poco más llevaderas. Luna también pasaba mucho tiempo aquí, a veces sola y otras tantas con Pablo. También la abuela, ella venía con su rosario y rezaba por horas pidiendo por ti y por el bebé, Sandra le hacía compañía. En verdad nos hiciste falta y estábamos muy preocupados pero todo ese sufrimiento, esa agonía, ya pasó. Estás aquí, tú y Renata y esto no puede ser más perfecto.

—Gracias.

—¿Por qué? —preguntó confundido.

—Por no rendirte, por buscarnos, por recordarme todo este tiempo, por darle sentido a mi existencia...porque no me abandonaste ni aún estando a cientos de kilómetros, porque a pesar de la distancia me diste las fuerzas para seguir adelante a través de nuestra hija. Gracias por amarme a pesar de mi pasado, por darle sentido a mi vida, por elegirme, por perdonarme.

—Y yo te doy las gracias por cambiar mi vida, por enseñarme que el amor existe, por darme las razones que necesitaba para madurar, por darme una hija hermosa, por regalarme cada uno de los motivos por lo que hoy me levanto cada día sintiéndome un hombre completo. Gracias porque sin estar físicamente, a través de tu recuerdo me dabas fuerzas para perseverar. Gracias por amarme y dejarte amar por mi...gracias por perdonarme.


A la noche todos llegaron. Reencontrarme con mi familia y mis amigos fue aún mejor de lo que imaginé. Mi abuela estaba muy emocionada, me abrazaba y besaba como si su vida dependiera de ello, y cuando vio a Renata su rostro se iluminó y el llanto no tardó en aparecer.

—¡Tiene tus ojos, y los de tu mamá! —exclamó emocionada. —¿Sabes lo que eso significa? —negué —Que aunque le toquen las batallas más difíciles sabra salir adelante porque será una luchadora y nunca se rendirá. Y tu sabrás descifrar su alma a través de ellos, así como tu mamá lo podía hacer contigo y tu abuelo lo hacía con tu mamá. Esta niña tiene los ojos transparentes y sinceros como el cielo.

El resto de la noche fue fiesta, risas y alegría. Por muchos momentos sentí a mi mamá entre nosotros, celebrando el verme feliz tal como ella me pidió tantas veces que lo fuera. Ella una vez me dijo que la felicidad era una elección, ¡y que razón tenía! Porque hoy elijo serlo, elijo dejar el dolor atrás y disfrutar mis logros, elijo quedarme con buenos recuerdos y los malos dejarlos archivados en el fondo de un baúl bajo llave. Hoy me decido por disfrutar, por valorar y agradecer las cosas bellas que la vida me regaló. Una abuela cariñosa, una tía que es un ángel enviado por Dios, una amiga que es mi hermana, una nueva amiga con la que aprendí que el arrepentimiento existe, unos primos fantásticos, un hombre maravilloso y una hija perfecta. Hoy elijo recordar a mi madre con una sonrisa como ella lo quería. Hoy elijo vivir.







En La Piel De Adela. ©[Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora