prólogo;

204 10 4
                                    




Aún estoy terminando de desempacar todas las cajas que se encuentran dispersas por toda la casa. Miles de cartones flotan por los aires a medida que voy abriendo cada caja.

Resoplo con cansancio y me paso una mano por la frente, quitándome gotas de sudor que resvalaban. Puse la botella de agua en mis labios, tragando el líquido en grandes cantidades.

Texas, aquí me tienes.

—Hailey. —gritó Marie, mi tía, desde la cocina.

Bajé al trote hasta llegar hasta donde se encontraba ella, apoyándome contra el frigorífico.

—Dime, tia. —respondí con amabilidad, sonriendo.

—Necesito que me tires la basura, ¿me harías ese favor? —pidió ella con una sonrisa y asentí lijeramente. —. Cariño, soy muy vieja ya.

Reí con serenidad. Me acerqué a la bolsa de basura y la puse sobre mi hombro, intentando sacarla de la casa sin que destrozase algo.

Tomé el pomo de la puerta, girándolo y saliendo al exterior. Ya, lo digo como si no hubiese salido de mi casa en mil años. Esta mudanza ha sido un poco repentina, ni siquiera yo tenía una idea de esta rebelación de mi madre.

Dejé el saco en el suelo por unos segundos, intentando visualizar el contenedor. El barrio era acogedor y por lo que mi madre me había contado era muy seguro. Volví a cargar la bolsa en mis costados y la llevé hasta el contenedor, que daba enfrente de la casa de los vecinos.

Me sentía observada por algo o por alguien, la casa estaba completamente a oscuras y no había rastro de alguna persona por ningún lado. Seguramente serían una de mis paranoyas de adolescente con las hormonas alteradas.

—¿Hola? —pregunté. No hubo respuesta.

Lo que yo decía, mis hormonas me juegan malas pasadas.

Me iba dirigiendo hasta mi casa cuando me volví a sentir obervada, giré la cabeza con la mentalidad de pillar a la persona y agudicé mi vista, podiendo visualizar la persiana del vecino entreabierta, y entre ella un par de ojos grises.

Cuando se dió cuenta de que le miraba, la persiana volvió a la normalidad y los ojos desaparecieron. Enserio, debería ir a un médico.

—Tia Marie. —la llamé con el aura resplandeciente.

Ella no tardó mucho en responderme:

—Dime, cariño. —hechó apio a la sopa y dirigió su mirada a mí.

—¿Quien vive en la casa de enfrente? —pregunté confusa, chocando los dedos contra la mesa de madera.

—Umh, ¿los de enfrente? —asentí rápidamente —. Oh, sí. Los Weefrys . Son...raros.

El nerviosismo se hacía presente en la sala, preferiría no atosigarla y hacerle preguntas más tarde.

—Gracias por la información, tía Marie. —le agradecí con educación y salí de la cocina.

—De nada, Ley. —respondió con un pequeño grito. Salí al jardín y entrecerré los ojos, viendo una silueta moviéndose entre los matorrales.


Prólogo;
Hola, espero que os haya gustado.
Esta novela tratará de humor, misterio, aventuras y romance. Es juvenil y original. Prohibido plagios, copias de la misma y/o adaptaciones sin permiso de la autora.

A cambio de nada.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora