XII

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Seguí caminando sin dirigirle la mirada a esa perra, con la cabeza bien alta y a paso rápido, llegue hasta mi clase y me senté de mala manera en la silla.

— Bethany Williams.....Hailey West —mi atención se centró en la calva de mi profesor, poniendo varias muecas de asco.

— ¿No lo has oído, niña? Que te cambies al lado de Beth. —un chico vestido de negro y con voz rasposa me gritó.

— Relájate. —musité apretando los labios.

— ¿Que me relaje? —gritó de nuevo, le vi los ojos, el me los vio y se calló de golpe.

Cerré la boca y me senté en mi correspondiente sitio, olvidando lo que acababa de pasar, el chico de ojos grises estaba aquí.

No me quitó ojo en toda la explicación, aunque yo, tampoco.

El ambiente estaba muy tenso, para que mentir, estaba más tenso que la goma de mi coleta.

— Hailey, ¿me puedes prestar un lápiz?— Tobías me preguntó en un susurro al oído.

Mi cuerpo se estremeció y desee no poder respirar en ese momento.

— Umh, no tengo...—pensé excusa— ¿lápices de sobra?

Eres patéticamente patética.

— Vale. —musitó el

El timbre sonó y lo más rápido que mi cuerpo me permitió, salí de esa aula del infierno.

Mi móvil empezó a vibrar en mis bolsillos y no tuve más remedio que responder a la llamada.

— ¿Hailey? ¿Hailey? —mierda.

— Tobías, acabamos de hablar hace dos minutos.

— Losé, losé. —dios, mátame ya— ¿Te apetece si quedamos esta tarde? Te enseñaré un sitio.

— ¿Está tarde? Umh, tengo mucho que hacer, ya sabes...

— Paso por ti a las cinco, adiós nena.

Y colgó, así sin mas, colgó.

A cambio de nada.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora