Saqué el teléfono, estábamos en clase de arte y la profesora necesitaba unas gafas urgentemente. Busqué en google un apellido del que no era muy común oír ni conocer. El apellido de los vecinos de enfrente, los Weefster.— Profesora. Profesoora. —una chica de pelo rojizo rizado intentaba captar la atención de la profesora Pool.
— ¿Podrías hacer el favor de no levantar la voz? Gracias. —le corté con arrogancia.
Ella frunció el ceño y siguió insistiendo en vano.Baje por todas las webs que salían en el buscador, ojeando cada una de ella con máxima atención. Hasta que un párrafo hizo que saltase de mi silla, literalmente.
" Los Weefrys , nuevos integrantes en el instituto Reinols, Texas. No tienen antecesores penales y la familia consta de (censurado) individuos."
— ¿¡Quién me puso la zancadilla!? —chillo la profesora con los ojos inyectados en sangre. Mi vista se desvió hacia cualquier otro lado que no fuese ella, unos murmuros se oían en frente mía.
— Fue Hailey Kleey, profesora. —la pelo-tomate estaba chivándose de mí a escondidas. La profesora la alabó por su contante ayuda con la integración y míl royos que no apetecía escuchar de su boca.
— ¡Mentirosa, igual que tu tinte barato de pelo! —grite alterada y toda la clase se volvió hacia nosotras.
— ¿No ves, por qué la paga conmigo? —se echó ambas muñecas a los ojos y fingió que se ahogaba con sus propias lágrimas mientras recibía miradas reprobatorias de toda la clase. — Es mi primer día y..
— Emh , ¿enserio crees que alguien se cree tu patética actuación? —interrumpí alzando una ceja con superioridad.
Ella volvió a sollozar y toda la clase se puso a arroparla en un abrazo y recitándole palabras de ánimo. Mis ganas de estrujarle los sesos se hacían cada vez mayores, tras miles de intentos de echarle mal de ojo, alza la mirada hasta sonreír enfrente de mi cara, haciéndome quedar como la mala.
— Hailey, te has pasado. —refunfuñó la profesora, señaló la puerta y colgué mi mochila en el hombro, saliendo de esa clase de locos.
— Hailey, eso está mal. Hailey, no la toques, es de una raza superior. Hailey no hagas eso, Hailey adáptate a las condiciones de convivencia... —imite a las profesoras con voz de rubia oxigenada del mercado.
— Primer día y ya con una amonestación. —advirtió el jefe de estudios, con mirada reprobatoria. Se giró y le saque mi dedo medio, marchándome de allí con un papel amarillo en la frente, así no me preguntarían.
Caminando hasta mi nueva humilde morada, un coche negro acompañado de un piloto vestido al igual que este, con gafas negras y tez blanca piso el acelerador. Un charco de agua sucia de lluvia reciente, llego a parar hasta mi nueva camiseta.
Si, es una tragedia, no preguntéis por qué.
Seguí caminando indignada con el papel naranja en la frente y la ropa empapada, sucia y mugrienta.
— Tobías, saca la basura. —grito una voz femenina proveniente de la casa de enfrente, la de los Weefster.
Ahora no es la mejor ocasión para ponerme modo agente 007 o Sherlock Holmes a investigar la vida notablemente rara de mis nuevos vecinos, ¿no?.
Bah, yo voy a la aventura.
Salte los matorrales que había en el césped de los vecinos, quedándome a unos pocos centímetros de la ventana principal, que tenía las ventanas tapadas con tablas de madera.
— Si quieren privacidad que se vayan a un Motel. —bufé con cansancio e intente separar un poco los tableros. Era imposible, estaban clavados con tanta precisión que era casi imposible moverlos con las manos.
Dos golpes se escucharon dentro de la casa. Me alarmé y salte de mi sitio, ¿había cometido un asesinato?. No me quedaban uñas por morder y un fuerte gruñido proveniente de atrás hizo que mi cuerpo se paralizase por completo. Dos ojos grises me miraban esperando mi reacción, se notaba advertiendo algo.
— Fuera de mi casa. —gruñó con voz ronca y sensual. Me levante y salí corriendo a la velocidad de la luz, mientras sentía su mirada penetrante en mi nuca.
Mi respiración estaba alterada, el corazón estaba por salirme del pecho. Varios gritos de discusión se escuchaban por encima de el ruido de la brisa nocturna.
— Hailey Kleey, ¿verdad? —un chico de cabello cobrizo con unos ojos miel, difíciles de observar con claridad debido a la escasez de luz.
Fruncí el ceño mirando por última vez la casa que inexplicablemente estaba oscura, asentí poco confiada.
— ¿Quién lo pregunta? —interrogo alzando una de mis cejas.
— Oh, perdón . —se veía avergonzado— Ryan Good, tu vecino de al lado.
El chico estaba vestido con una sudadera y vaqueros desgastados oscuros, tenía pinta de ser muy conocido, aunque a juzgar por su actitud, parecía tímido.
— Encantada. —contesté.
— Emh, mi madre y la tuya están en tu nueva casa y pues me dijo que fuese a buscarte. —añadió titubeando, metiendose las manos en los bolsillos.
"Parecía muy nervioso, muy muy nervioso."
— De acuerdo. —carraspeé— De todas formas iba ya.
Segundo capítulo de la historia, espero que os haya gustado, gracias por leer.

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A cambio de nada.
Teen FictionHailey se enfrenta a un cambio de aires por cuestiones familiares, ese viaje la involucra en una aventura donde nada es lo que crees que es y el peligro inunda cada rincón. Ella estará dispuesta a darle un vuelco a su vida pero, alguien se inter...