Me desperté dolorida por todas partes, mi espalda crujía como una patata frita. Intenté ponerme en pie, unas cadenas salidas de una película medieval me retenían en la pared.Empecé a alterarme, mire a todos lados buscando una solución, parecía que era un sótano. Estaba oscuro y olía a tierra mojada. Al otro extremo de la pequeña habitación pude divisar una sombra sentada, afilando con un cuchillo una rama.
- ¡Sácame de aquí, psicopata! -grite a todo pulmón, el chico parecía estar muerto. Pero seguía moviendo el cuchillo.
Tragué saliva y alguna puerta se abrió.
- Damián. Relevo. -ordenó una voz punzante y reconocida. El vecino maniaco.
Chocaron ambas palmas de la mano y el chico desapareció, dejándome a solas con el vecino.
-¿Qué haces tú aquí? -balbuceé, mirando a un punto fijo de la pared. Tenía miedo, ahora sí lo tenía.
El chico tenso la mandíbula y sus ojos estaban sombríos y distantes. Sería un tipo de club satánico.
- No es de tu incumbencia, Hailey. -recitó mi nombre con énfasis, haciendo una mueca algo rara.
- Me tienes atada a la pared con hierros, yo sí creo que lo es. -contraataqué y el sorprendido, se acercó a mí con enfado.
Su cara estaba tan pegada a mí que podía escuchar sus latidos.
- Mira, niña. En esto te has metido tú solita, te lo advertí. ¡Maldicion! -se cogio el cabello con frustración y gruñó.
Estaba asustada. Quería romper a llorar y olvidarme de todo, quería volver a mi casa.
- Yo..., no sé qué decir...- suspire y sus ojos perforaron los míos. El chico me cogio el mentón con fuerza.
¡Mierda, iba a morir virgen!
- Estas condenada, de alguna manera o de otra a estar aquí. Y he de decirte que no tienes muchas posibilidades de vencer al mismísimo diablo. -escupió hacia mí con asco.- Ahora, come.
Me tiro un trozo de hamburguesa a los pies, pero como tenía las manos encadenadas, no la alcanzaba.
El soltó una risa malévola y sarcástica; seguidamente salió de la habitación, dejándome a mí a oscuras y hambrienta.
- Y pensaba que yo era rara. - musité en silencio. Se me puso la piel de gallina, volví a escuchar los sollozos pero de cerca.
Una chica de cabellos negros se encontraba en el rincón donde el chico estaba, en las mismas condiciones que yo.
- ¿Hola? -pregunte en la oscuridad.
La chica levanto el mentón hacia mi, diciendo que me callase y para después, señalar arriba.
- Ellos nos escuchan. -contestó ella.
Fruncí el ceño y subí los hombros. La extraña negó con la cabeza y dejó a la vista algunas marcas recientes de agresión.
- Dios, ¿estás bien? -formule la pregunta preocupada, pobre chica.
Ella asintió, pero me volvió a advertir que me callase.
- Aún no has visto nada. -trague saliva y escuche pasos encima de nosotras. - Por cierto, ya que pasaremos las últimas horas juntas creo que debería decirte mi nombre.
Me lo tome con ironía, pero ella parecía estar lo suficientemente sería para decirlo.
- Hailey. -dije en un susurro, acompañado de una sonrisa compasiva.
- Tara. -suspiró y sonrió de vuelta. Era simpática a su modo, teniendo en cuenta que estaríamos a unos metros bajo tierra.
Se escucho un golpe brusco encima de nosotras. Seguido de varios gritos de oscuro terror, me estremecí. Moví mis muñecas, cada vez la marca rojiza se hacía más visible, ardiendo bajo las cadenas. El cuarto estaba hecho de una manera que había mucha humedad, por el frío y el moho de las paredes.
Tara, la chica que tenía a varios metros susurro unas palabras con los ojos cerrados, parecía saber lo que le esperaba.
- He vuelto, pequeñas zorras. -un hombre con el pelo largo trenzado y con poca ropa se dirigía hacia mi nueva amiga.
Ella sollozaba y el hombre cogio su mentón, apretando la mandíbula. Mis ojos estaban perplejos y asustados ante tales tratos.
-¡Déjala, ella no ha hecho nada! -grito intentando que la suelte, y eso hace, girándose sobre sus talones hacia mi.
-Oh. -sus ojos con las pupilas dilatadas me fulminaban, soltó a la chica y se acercaba lentamente hacia mi.
¿Había hecho bien en defenderla? Me esperaba lo peor.
-¿Así que eres la nueva, no? Las señoritas son obedientes, no desobedientes. Y cuando desobedecen , pagan un precio. -anunció el con el rostro a centímetros del mío.
Puso sus manos en mi cintura y fueron subiendo lentamente, me daba asco, el chico disfrutaba al ver que no podía hacer nada para detenerlo.
Llego a mi pecho, solté un grito ahogado cuando una de sus manos se posó en mi cabeza, causándome dolor. La puerta se abrió de golpe, entró otro chico, pero esta vez, yo lo conocía.
- ¡Suéltala, me encargo yo de la rebelde, Marcus! -el chico que se llamaba Marcus me soltó en seco y se dirigió hacia Tobías, discutiendo algo que yo no alcanzaba a oír.
Cada vez oía menos, mi vista se cerraba con el tiempo transcurrido y perdía el conocimiento. Caí rendida en el suelo y me toque la cabeza, donde una mancha roja en la palma de la mano aparecía.
- Joder, ¿porque hago esto? -creo escuchar salido de los labios del vecino.
Oh my gosh!! :v
hola chicass; ya estamos de vuelta con vosotras. Espero que os haya gustado mucho este capítulo, las cosas se ponen muy complicadas para Hailey, ¿no? Y el vecino, ¿porque parece querer protegerla? Todo esos se sabrá cada cosa a su tiempo. Si os ha gustado darle a la estrellita que me hace tan feliz y dejarme un comentario abajo (admito críticas) . Un beso enorme, Elvira.💜
ESTÁS LEYENDO
A cambio de nada.
Fiksi RemajaHailey se enfrenta a un cambio de aires por cuestiones familiares, ese viaje la involucra en una aventura donde nada es lo que crees que es y el peligro inunda cada rincón. Ella estará dispuesta a darle un vuelco a su vida pero, alguien se inter...