Capítulo 15.

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Recuerdo que una vez, con mi hermana habíamos ido a beber y fumar a la casa de su amigo con sus amigos, esa noche fue algo extraña, lo recuerdo perfectamente, todos querían besarme, intentaban sobrepasarse conmigo y eso me hacía temer, muchísimo.

Eran las 7am cuando mi hermana se fue con el tío más guapo del grupo a una habitación y sabrá dios lo que pasó. Y entonces, ahí me encontraba yo, sentada en un circulo formado por sillones de cuero blanco rodeada de chicos; era la única mujer, me sentía incomoda, intimidada, con miedo, vergüenza, quería que esa mañana acabe pronto. Uno por uno se fueron a sus respectivas casas, otros dormían en la habitación de invitados, y yo, con dos chicos más, sola, en ese gran salón a oscuras, a pesar de que ya había amanecido la casa estaba completamente cerrada y no entraba ni una pizca de luz, sólo la de la luz del gran plasma que había detrás de nosotros a cinco metros de distancia.

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- ¿Vienes a dormir con nosotros, Pía? - preguntó uno de los chicos, Santiago.

- Hmm, no- respondí con temor, mis manos sudaban y mi cuerpo entero temblaba. - me quedaré aquí, estoy bien.

- Ven, hay lugar para uno más.- dijo acompañado de una sonrisa, Federico.

- Estoy bien.- dije forzando una sonrisa.

- Yo me quedaré contigo, entonces, sólo nosotros dos solos, en esta habitación de cuatro paredes. - Santiago se acercó hasta mi lado, se sentó lo más cerca posible de mi y pasó su brazo izquierdo por el respaldo del sillón mientras trazaba pequeños círculos en mi hombro desnudo.

En ese momento odiaba por completo a la imbécil de mi hermana por dejarme sola con dos chicos, o hombres mejor dicho, de no más de 27 años. Entiendo que no pueda con su calentura y quiera follarse al primero que se le cruce, pero jamás creí que fuera a dejarme sola con dos pedófilos sabiendo las consecuencias que esto podria traer.

Amor enfermizo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora