Capítulo 17.

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Habían pasado dos días de que Evelyn me había invitado a tomar un helado, nos cruzabamos en cada clase que teníamos y en ninguna me dirigió la palabra, lo sabía, sabía que si iba a aquella heladería algo malo me haría. No encontraba razones para eso, tal vez me equivocaba pero ese presentimiento de que nada estaba bien entre nosotras me mataba lenta y dolorosamente. No me creo una persona inocente, generosa, ni las mejores de todas, pero a su lado me siento vulnerable, es inevitable sentirme así.

Me encontraba en el receso de clases, esperaba a que suene la campana para entrar al salón de historia, odiaba historia. Veo desde uno de los pasillos una larga melena lacia y castaña, sus largas piernas llamaban la atención de todos los chicos e incluso de las chicas, su mirada se encontró con la mía, y al hacerlo, ella sonrió. Mi cuerpo se tensó por completo.

- Hola, Pía.- dijo ella con una gran sonrisa en el rostro, sus ojos color café me miraban detenidamente.

- Hola.- respondí con alegría.

- Vengo a darte esto- me entregó un sobre marrón - no es nada malo, ni nada que pueda perjudicarte, o eso creo.

Fruncí el ceño mientras observaba el sobre, me preguntaba que podría haber ahí adentro.

- ¿Qué es? - pregunté.

- Te digo algo- dijo mientras se acomodaba en el banco- abre el sobre el lunes antes de venir al Instituto, y entonces, ese día me dices qué tal te cayó la información

Yo la miraba sin comprender nada, ¿qué clase de información podría tener?

- No digas nada, y por favor prometelo.- asenti y ella se paró.- Es una de las ventajas de tener un compañero que sabe de hackear y eso, me lo agradeceras por abrirte los ojos pequeña, y fijate la clase de amigas que tienes.

Sólo asenti y miré el sobre dubitativa, un mal presentimiento me ahogaba, sí, eso sentía, que me ahogaba.

Narra Lucas.

Jueves: la misma rutina de siempre, cancha de entreno, cena, y club con los chicos.

Camino a la cancha de entreno me encontraba, era un día de práctica de juego así que tenía que preparar a mis chicas para las próximas competencias.

Llegué diez minutos antes, como siempre, a pesar de que vivo a media cuadra de la cancha, siempre llegaba temprano, debía preparar las cosas y demás. Pensaba que no había nadie, pero me equivocaba, Abby estaba sentada en la tribuna.

- ¿Qué haces aquí? - pregunté mientras caminaba hacia ella.

- Pues vengo a entrenar, profesor.- dijo ella con una sonrisa en el rostro. - Se me ha hecho algo temprano.

- ¿Me ayudas? - pregunté, mientras traía las pelotas encima de mí. Ella se acercó y fue sacando todas las pelotas y poniendolas en su lugar, yo la observaba desde una perspectiva perfecta, siempre lo ha sido, he de admitir que sigo sintiendo algo por ella, no amarla, si no que la quiero, me hizo feliz, pero la cague, como siempre lo hacía. - Hay más en la bodega.

Trotó hasta ahí y un segundo después escuché algo derrumbarse.

- ¡Abigail! - grité, fui a ver como estaba y una estantería de los conos, cintas, y demás estaba en el suelo. - ¿Te encuentras bien?

Ella se levantó apenas me vio y asintió.

- Estoy bien.- su rostro quedó a centímetros del mío. - Gracias por preguntar.- susurró.

Quedé hipnotizado con sus ojos, un verde pasto tenía mientras que sus pequeñas pestañas rodeaban los párpados.

Podía sentir su aliento, el calor que desprendía su cuerpo, podía sentir pasión dentro de mí, no lo pensé dos veces, y la besé. Ella respondió a mi beso al segundo y la temperatura subía a medida que íbamos besándonos, me encantaban sus besos, sus delicados dedos acariciando mis mejillas, su rico aroma a vainilla, me recuerda a...

Amor enfermizo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora