capítulo 6

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Hasta que un día, cuando mi marido tenga su primera amante, yo tal vez protagonice un escándalo como la tía de la enfermera, o piense nuevamente suicidarme.
Pero entonces seré vieja y cobarde, con dos o tres hijos que necesitarán mi ayuda, y deberé educarlos, colocarlos en el mundo, antes de ser capaz de abandonar todo. Yo no me suicidaré: haré un escándalo, amenazaré con irme con los niños. Él, como todos los hombres, retrocederá, dirá que me ama y que aquello no volverá a repetirse. Nunca se le pasará por la cabeza que, si yo resolviese realmente irme, la única elección posible sería la casa de mis padres, y quedarme allí el resto de la vida teniendo que escuchar todos los días a mi madre lamentándose porqué perdí una oportunidad única de ser feliz, que él era un excelente marido a pesar se sus pequeños defectos y que mis hijos sufrirán mucho por causa de la separación.
Dos o tres años después, otra mujer aparecerá en su vida. Yo lo descubriré (porque lo veré, o porque alguien me lo contará) pero esta vez fingiré ignorarlo. Habré gastado toda mi energía luchando contra la amante anterior, no habrá sobrado nada; es mejor aceptar la vida tal como es en realidad y no como yo la imaginaba. Mi madre tenía razón .
Él seguirá siendo amable conmigo, yo continuaré mi trabajo en la biblioteca, con mis sándwich en la plaza del teatro, mis libros que nunca conseguiré terminar de leer, los protagonistas de televisión que continuarán siendo los mismo de aquí a diez, veinte o cincuenta años.
Sólo que comeré los sándwich con sentimiento de culpa, porque estoy engordando; y ya no iré a bares, porque tengo un marido que me espera en casa para cuidar a los hijos.
A partir de ahí, todo se residirá a esperar a que los chicos crezcan y pensar todos los días en el suicidio, sin valor para llevarlo a cabo. Un buen día, llegaré a la conclusión de que la vida es así, de que es inútil rebelarse, de que nada cambiará. Y me conforme.

Olivia concluyó su monólogo interior, y se hizo a sí misma una promesa: no saldría de Villete con vida. Era mejor acabar con todo ahora, mientras aún tuviera valor y salud para morir.

Se durmió y despertó veces, notando que el número de aparatos a su alrededor disminuían, el calor de su cuerpo aumentaba y las enfermeras cambiaban de rostro, pero siempre había alguien al lado de ella. Las cortinas verdes dejaban pasar el sonido de alguien llorando, gemidos de dolor, o voces que susurraban cosas en tono calmo y profesional. De vez en cuando se oía el Zumbido distante de un aparato, y ella escuchaba pasos apresurados en el corredor. En esos momentos las voces perdían su tono profesional, dando órdenes rápidas.
En uno de sus momentos de lucidez, una enfermera le preguntó:
-¿no quiere saber su estado?
-ya se cual es - respondió Olivia -. Y no es el que está viendo en mi cuerpo; es el que está sucediendo en mi alma.
La enfermera aún intento conversar un poco, pero Olivia fingió que dormía.

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Holis disculpen lo corto del cap es que no tengo mucha inspiración, espero que les halla gustado .

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