IX

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- ¡Ya llegamos! - Gritó Anita cuando cerramos la puerta de entrada de la casa. - Tengo mucha hambre - se acaricio su panza.
- Hola chicas, vengan y ayuden a poner la mesa - nos dijo a Hanna y a mí. - y tu pequeña Ana ve por tu hermano, está en su cuarto - Ella salió corriendo y subió las escaleras - ¡y también te cambias! - termino diciendo.
- ¿Y si tienen hambre chicas? - se escucho una voz atrás de nosotras. Volteamos y me di cuenta de que era el papá de Hanna.
- Hola papá, pues así que digas, ¡Qué hambre! No pero es mejor comer con ustedes ahora que comer una torta fea más al rato - dijo Hanna mientras acomodaba los vasos y cubiertos.
- Hola Roberto - Salude y seguí en lo que estaba.
- ¿Qué tal tu día? - saludo la mamá de Hanna a su esposo con un beso.
- Bien, gracias
- ¡Papi! - Ana corrió y lo abrazo.
- ¿cómo te fue en tus clases Ana? - Preguntó.
- Estuvo grandioso, nos enseñaron a dar más de dos vueltas seguidas sin caer o perder el equilibrio.
- Muy bien - respondió mientras le daba un beso en la mejilla .
Bajo Gustavo por las escaleras y todos nos sentamos. Todo estaba listo, la mesa bien puesta, la comida en el centro y el agua ya servida en los vasos.
Comenzamos a hablar y comer. Hanna y yo platicábamos de cómo fue la fiesta de anoche, Ana platicaba de sus clases de ballet, el papá de Hanna hablaba de su trabajo, y Gustavo hablaba de los siguientes proyectos que tendría en la escuela y como los planea hacerlos.
El tiempo pasó muy rápido entre esas pláticas y risas de la comida. Sonó el timbre de la puerta y ahí acabó ese momento perfecto, obviamente eran mis papás. Me paré de la mesa y deje mis platos sucios en el lava platos de la cocina y  me dirijo a la puerta.
Estaban los papás de Hanna tapando la única vista a la parte de afuera de la casa, me acerco y traté de ver si son mi padres.
- ¿Son mis padres? - preguntó haciendo un intento de atención para poder ver.
- No, es un chico - dice el Papá de Hanna - Te está buscando.
Me sorprendí, pues normalmente no me junto con muchos chicos y con los que me junto no salen los fines de semana pues se la pasan trabajando, salen con su familia o se van de viaje, no están en sus casas. Se me acerca la mamá y me susurra al oído "al parecer lo golpearon, ten cuidado" al escuchar eso me sorprendía aún más de lo que ya estaba. ¿Porque una persona golpeada me buscaría? ¿Qué está pasando?. Sonreí y le dirijo una mirada a los dos de agradecimiento y que me podían dejar sola.
Me asomé por la puerta. ¡Era el! El chico que estaban golpeando cuando estaba caminando para ir a la fiesta. Estaba ahí parado con la cara maltratada y un ematoma a un lado de su ojo izquierdo. Todavía la tenia con pocos rastros de sangre en su labio.
Tenía las manos en la espalda y su mirada estaba enfocada en el suelo.
El chico es alto, cabello negro, un poco largo y unos ojos de color de la miel o un poco más obscuros. Era realmente un chico muy guapo.
- ¿me buscabas? - pregunté mientras me ponía a un lado de la puerta. El de inmediato levanto la cabeza.
- Si, tú eres Camila ¿cierto? - preguntó mientras extendía su mano. La estreche con la de el - creo que tenemos que hablar.

Deteniendo mi vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora