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Cerré la puerta de la casa y me senté en las escaleras y el chico no lo dudo y se sentó a lado de mi.
-¿De qué quieres hablar? - pregunté un poco nerviosa.
- Sobre lo que viste en esta noche - dijo seguro - y creo que es tiempo de que sepas una cosa importante de tu vida.
-¿De mi vida? ¿Tu que vas a saber de mi vida? si no te conozco ni tú a mí, ni se tu nombre - dije un poco alterada. Me molestaba que un extraño que apenas había conocido de vista en una noche siendo golpeado llegue y diga que tenga que saber una cosa importante de mi vida; ¿El qué va a saber de mí vida? ¿Acaso me espía? No, imposible.
-Oh, cierto, ¿Dónde están mis modales? -dijo mientras se levantaba y me ayudaba a pararme - iniciemos otra vez. Soy Daniel - exclamó - Ahora ya me conoces.
- Ahora se tu nombre, pero no sé quién eres. No sé porque esos tres chicos te estaban golpeando esta noche y no sé porque estas buscándome.
Al escuchar eso opaco la sonrisa que tenía, se agarro el cabello y lo hizo para tras destapando su rostro golpeado y maltratado. Suspiró.
- Se que esto es raro para ti pero... - se detuvo un momento en la oración y todavía no levantaba la vista del suelo- tengo que explicarte muchas cosas. Y entre esas él porque encontraste el reloj.
- ¿Como sabes que encontré un reloj? - dije preocupada dando un paso hacia atrás.
- Bueno realmente tú no encontraste el reloj. El reloj te encontró a ti - en ese instante levantó la mirada y sonrío.
- ¿Cómo puede ser posible que un objeto me encuentre? Eso es ilógico - me agarre la cara tratando de entender lo que decía, aunque no le encontraba mucha lógica.
- Camila, eso no es un reloj común como los demás. - me agarro el hombro dejando a la vista el reloj que llevaba en la muñeca.
Observo la hora e hizo un gesto de sorpresa.
- ¡Oh, valla! Se me hace tarde - río - tengo que irme, pero necesito seguir explicándote esto. Ahora me necesitan en otro lugar.
Bajó las escaleras y se dirigió a la calle.
- ¡Daniel! - grite y el volteo - no te vallas, no estoy entendiendo lo que me dices. ¿Solo te vas a ir así? Me dejas con muchas dudas - baje las escaleras para acercarme a él.
Sonrío. Busco en uno de sus bolsillos del suéter gris que llevaba. Sacó un papelito doblado de su bolso y me lo entregó.
- Después te explico - me giño un ojo como anteriormente ya había hecho en la noche en que lo golpearon. Sin nada más que decir se fue.
No despegue los ojos de él hasta que cruzó la calle y dio la vuelta en la esquina y desapareció de mi vista. En el mismo momento en el que él se fue observe mi mano con el papelito que me había entregado. Lo abrí con cuidado y leí lo que contenía.
Llámame
Y un número aparecía abajo, tenía una caligrafía muy fina.
Guarde el papelito en mi bolso del pantalón y entre a la casa. Y sin que perdiera ningún momento se acercó corriendo a mi Hanna y me abrazo.
- ¿quién era y que te dijo? Dime todo.
Estaba muy emocionada y por la forma de su cara, realmente quería saber qué pasó. Pero no era la única también los papás de Hanna y Gustavo me observaban, también querían saber quién era el chico con el que estaba hablando hace unos momentos.
- El chico que te dije que vi anoche que estaban golpeando - dije en susurros a Hanna para que no escucharán sus papás - luego te platico todo.
Camine dejándola atrás. Estaba impactado. Llegue al comedor y me senté a lado de Ana.
-¿Quién era? - me preguntó Gustavo
- Nadie importante, solo un chico que conocí anoche en la fiesta - dije mientras me llevaba una uva a la boca.
- Si fuera alguien no importante no hubieras tardado tanto.
- No tarde tanto.
En ese momento tocaron el timbre de nuevo. Por suerte estaba cerca de la puerta Hanna así que abrió. Nos quedamos un momento en silencio, pero no cualquier silencio, era un silencio incómodo. Todos me miraban y tratando de evitar las miradas comía uvas que habían en la mesa.
- ¡Es tu papá Cami! - gritó Hanna desde la puerta
-¡Ya voy! - respondí también con un grito.
Me despedí de los papás de Hanna, de Gustavo y Ana. Subí por mis cosas y baje rápido. En la puerta estaba Hanna platicando con mi padre.
- Adiós Hanna - le di un beso y me fui.
Salude a mi papá y subimos a l camioneta.
- ¿Qué tal la fiesta? - preguntó mi papá después de haber avanzado un rato en silencio.
-bien - respondí - acabó muy tarde. Hanna y yo nos despertamos a la una.
- No hace mucho - sonrío - ¿Tienes hambre?
- No gracias.
Llegamos a la casa. Salude a mi mamá y mis hermanos. Entramos a la casa. Ellos comían y yo los acompañaba en la mesa y todo el tiempo no parábamos de hablar de cómo me la había pasado en la fiesta y qué tipo de música ponían.

Deteniendo mi vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora