PSIQUIÁTRICO (PARTE 3)

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REBECA

Salí de mi clase de defensa personal. Estaba agotada, solo quería llegar a casa, ducharme y meterme en mi cuarto a escuchar música. Pero por otra parte, no quería volver a aquella casa, ya que ya sabía lo que me esperaba. Cada día era siempre igual. Mi madre y mi hermana me insultaban; más tarde, mi padre, mi primo, mi hermano y mi tío, me pegaban y me violaban; y por último, me metía en mi habitación y lloraba recordando mi asco de vida y mi secuestro de hace unos años. Sabía que era una estupidez acordarse de aquello cada noche, pero fue algo que me dejó marcada para toda la vida.

Llegué a la puerta de mi casa y me quedé allí parada. No sabía si debía entrar o no, pero por desgracia vivía allí y todas mis cosas estaban dentro así que no me quedaba otra opción. Abrí la puerta y en la cocina se encontraba mi hermana, Anne Boston, con su estúpida amiga, Mónica Olsen, la mala y más pija del instituto. Las odiaba demasiado a ambas, siempre se estaban metiendo conmigo y no lo soportaba.

Me miraron en el momento en que entre a la cocina a por un manzana, pero no dijeron absolutamente nada, cosa que me mosqueó bastante. En cambio, solo recibí una mirada de desprecio por la estúpida pelirroja de Mónica. Sin tardar mucho más, subí las escaleras y me encerré en mi habitación. Sabía que todo mi familia estaba en casa, pero no quería encontrarme con ninguno. Mi padre me violaría, y mi madre me diría que estoy como una puta cabra, según ella,  desde que me paso lo del secuestro y desarrollé el síndrome de Estocolmo, soy una completa fracasada, una loca y una subnormal. Creo que lo peor de toda aquella experiencia, fue ver como días después de lo ocurrido, mi puta hermana comenzó a salir con uno de los tíos que me había secuestrado, Joe Wayne, y su absurda amiga con el otro, Scott Seyfried. No podía creer lo que había hecho, pero viniendo de mi hermana me esperaba cualquier cosa.

Una fuerte patada sonó en la puerta de mi dormitorio, y wsta se abrió dañando una poco la pared. Entonces, mi padre y mi hermano aparecieron en mi campo de visión y templé de miedo, ya que sabía lo que venía a continuación.

-Tu madre quiere hablar contigo- comenzó a hablar mi padre y,  como acto reflejo, me encogí en la esquina sujentándome las piernas sobre el pecho- pero antes...ya que Mike y Frankie no están y te podemos disfrutar más, nos chuparas la polla y te follaremos hasta que nos salga del puto rabo- su tono era increíblemente sereno para el vocabulario que utilizaba. Luke, mi hermano, se acercó a mi y me tomó del brazo para hacer que me arrodillara. Se desabrochó los pantalones y se los bajó junto con los calzoncillos, me cogió con fuerza del pelo y me hizo chupar su asqueroso y repugnante miembro. Cuando terminó, me llevó arrastras donde se encontraba mi padre tocándose. Me dio un fuerte golpe en la cabeza y caí al suelo, mi padre me levantó la cara y me hizo volver a chupar aquel aborrecedor lugar. De repente, me levantó agarrándome del cuello y me besó a la fuerza, mientras Luke me arrancaba la ropa de cuajo. Cuando estaba completamente desnuda ante ellos, George, me tiró sobre la cama y me obligó a ponerme a cuatro patas, y sin esperarlo, me penetró muy fuerte. Cada embestida que me daba me producía más asco y me odiaba más a mi misma por dejar que pasase aquello. Comencé a derramar varias lágrimas mientras cada uno me penetraba a diferente tiempo.

Varios minutos después, salieron de la habitación sin decir nada y yo me encontraba allí, sola, tirada en la cama cubriéndome todo lo que podía. No podía dejar de llorar, me decía a mi misma que tenía que ser fuerte pero no podía más.

Todo había acabado por hoy, pero entonces las primeras palabras de mi padre me vinieron a la mente."Tu madre quiere hablar contigo". Bajé al salón, donde la señora que supuestamente me había parido, estaba sentada en el sofá viendo un programa de culebrón. Me acerqué a ella y me puse enfrente de la televisión.

-Puta niña de mierda- me lanzó la colilla a la cara- ¿qué coño quieres?- no se acoradaba y un olor a vodka recién bebido llegó a mi olfato, por lo que supuse que estaba borracha.

-Querías hablar conmigo...¿de qué?- por raro que pareciese, a mi madre nunca le había tenido miedo. Con mi padre era diferente, nunca sabía como iba a reaccionar, pero mi madre era bastante predecible.

-¡Ah, sí! Tienes que hacer las maletas, mañana te largas a un puto manicomio para pirados, porque eso es lo que tu eres, una puta niña loca de mierda que no hace más que jodernos la vida, así que mañana te largas de esta puta casa. Ahora, ¡quítate del puto medio que no veo la televisión!- me largué corriendo a mi cuarto, y me encerré. Tengo que reconocer que al principio la noticia me había horrorizado, no podía ir a un psiquiátrico, era increíblemente estúpido, pero después pensándolo mejor, cualquier sitio iba a ser mejor que esa mierda de casa.

[...]

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