SALVADOR: ALEX-LOUIS

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Ocho, ocho jodidos meses habían pasado y aún seguía allí metida. Según una pequeña pero intensa charla que nos dio Zayn hace unos días, no estábamos realizando bien nuestros programas, decía que el estar constantemente en un círculo entre nosotras no iba a solucionar nada, y que teníamos que soltarnos más. ¿Este chico era tonto o que? Teneníamos un grave problema, y no se iba a arreglar soltándonos un poco.

Llamaron a la puerta y me sobresalté. Estaba sentada en el escritorio, enfrascada estudiando italiano. Era mi idioma favorito, tan fluido, tan dulce y contínuo... El idioma perfecto. Siempre quise viajar a Italia, pero nunca pude permitírmelo, era demasiado caro y además tenía que cuidar de mi familia porque sabía que si los dejaba solos un breve instante, quemaban la casa.

Dejé el bolígrafo que tenía entre las manos en la mesa y me acerqué a abrir la puerta que hace unos instantes había sido golpeada. Me quedé totalmente helada al ver a Zayn, que no llevaba ropa de hospital como de costumbre, sino que iba vestido de calle normal, junto a cuatro chicos más. Mis ojos estaban abiertos como platos, no podía articular palabra, ni siquiera podía moverme. Vi como todos sonreían execepto uno. Me detuve a mirar superficialmente a cada uno de ellos, eran unos chicos guapísimos, pero hubo uno que me llamó más la atención que el resto. Volví a dirigir la mirada a Zayn quien no hacía más que mirarme a mi y después a aquellos chicos desconocidos. Finalmente, se decidió a hablar.

-Hola, Alex. Te presento a mi plan B para vosotras. Plan B, ella es Alex- tengo que admitir que me hizo bastante gracia como presentó a los chicos- Louis- miró al chico que me había llamado más la atención- tú con ella- el desconocido asintió y me miró a los ojos. Me sorió y me hizo un gesto para ver si podía pasar, asentí y me hice a un lado para dejarle entrar. Cuando ya estábamos los dos dentros volví a escuchar la voz de Zayn, algo alejada- suerte.

Me quedé mirando al chico que tenía frente a mi. Tenía el pelo de un color castaño precioso, unos ojos azul cristalino que me dejaron cao nada más enfrentarme a ellos por primera vez, unos labios delgados y rosados, bastante besables diría yo, tenía una piel morena pero sin pasarse. En cuanto a vestimenta, llevaba unos pantalones pitillos negros rotos y desgastados pero que se ajustaban perfectamente a sus delgadas piernas, una camiseta de tirantes de ACDC negra, también bastante vieja, que dejaba ver varios tatuajes en sus bien formados brazos, y unas zapatillas blancas, que juraría que tenían mucha hambre por el enorme agujero que se empezaba a formar en la suela. Por las pintas que llevaba diría que no era un chico con buenos fondos económicos, pero a la vez era tan condenadamente sexy, que sentía que me caería en cualquier momento.

Tras esta mirada a fondo, me dirigí de nuevo al escritorio para tapar el boli azul que había dejado destaponado. Noté como el chico se acercó a mi y se apoyo en la silla ojeando el libro de italiano que había encima de la mesa. Lo miré y me dio vértigo cuando vi como su alta y esbelta estatura se cernía sobre mi, la verdad es que no me di cuenta de lo alto que era hasta ese preciso instante. También me llegó un dulcísimo aroma a frutas y champú de marca blanca, pero que olía increíblemente bien. No sabía porque pero aquel chico creaba una extraña sensación en mí.

-¿Te gusta el italiano?- dijo observando cada papel que estaba encima de mi escritorio. Asentí ante su pregunta y sus ojos chocaron con los míos. Nos sostuvimos la mirada durante lo que pareció una eternidad. Me comencé a poner roja, no podía verlo, pero lo sabía por como la temperatura de mi cara había aumentado considerablemente.

-¿Qué te parece si vamos a darnos una vuelta?- sabía que estaba intentando que le diese una respuesta pero era incapaz, así que simplemente volví a hacer lo que mejor se me daba en esta vida, asentir.-¿tú eres la chica que no puede hablar verdad?- me sonrojé y por su expresión mi afirmación había sido clara.-bueno, ve a cambiarte - obedecí y me fui al baño a cambiarme. Mientras me recogía el pelo en una larga cola de caballo, no podía dejar de pensar en Louis, en su estilo desaliñado, en su suave y aguda voz, en todo el simplemente. Salí y apagué la luz, me petrifiqué cuando vi la imagen más hermosa del mundo. Louis estaba asomado a la ventana, la luz definía perfectamente los rasgos de su preciosa cara y su expresión era pensativa y completamente sincera. Cuando se dio la vuelta y me vio - vamos- me cogió de la mano y noté como toda la sangre dejó de circular y mi corazón se paró por un largo instante. Finalmente, pude reaccionar cuando las luces del pasillo me dieron en toda la cara.

-Te invitaría a un helado, pero no tengo dinero...es para el autobús de vuelta- agachó la cabeza apenado y todo en mi se derrumbó, era la primera vez que le veía así y ya sentía que ese chico iba a cambiarme la vida totalmente...

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