VIDA NUEVA: ALEX

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Vi como mis amigas se alejaban de la puerta de mi nueva habitación. No pude ni decir adiós al amable chico que nos había atendido, la verdad es que me pareció bastante majo y guapo, pero claro, como entablar una conversacion con él si era incapaz de hablar con nadie. Realmente lo iba a pasar mal.

Entré en el cuarto y me quedé observándolo atentamente. Las paredes eran de un color azul cian precioso y las columnas que sobresalían de un color azul marino más oscuro para notar el contraste de ambos azules. Realmente si que sabían que mi color favorito era el azul, madre mía. El suelo era de madera clara y un tanto resbaladizo, pero en el centro había una bonita alfombra de estampados que cubría casi toda la superficie. En la esquina superior izquierda había una cama de tamaño normal. Sobre ella unas sábanas y un par de edredones, ya que estábamos en invierno y hacía bastante frío por las noches. En ese momento caí en que tendría que hacerme yo la cama y la simple idea me horrorizó, ya que odiaba hacer la cama y a parte, se me daba fatal. En la pared de la derecha había un espejo y un escritorio con algunos libros en él. En la pared frontal había un precioso ventanal que daba a un parque interior del edificio, y junto a él había un enorme armario de madera de roble en el que poder guardar mis cosas. Además, en la pared izquierda, donde se encontraba la cama, había una puerta que daba al baño privado de la habitación. Era sencillo pero cuco. Constaba de un espejo, una bañera, una váter, un vidé y un lavavo.

Después de dar un profundo vistazo a mi temporal cuarto, dejé la maleta sobre la cama, y comencé a sacar las cosas para colocarlas en sus respectivos lugares. Saqué toda la ropa colocándola en el armario por tema de colores, sí, era muy maniática para el orden, también saqué todos los libros que había traído para leer, ya que era mi actividas favorita, y los puse en el escritorio. Y por último, puse todas las cosas de baño en sus respectivos lugares.

Pasaron más de dos horas, y no sabía muy bien que hacer. Me había puesto a leer mi libro favorito, ese que llevaba tres veces leyéndomelo. Estaba bastante aburrida y ya comenzaba a exasperarme, a esas horas estaría haciendo alguna actividad extraescolar o algo.

Un par de fuertes golpes sonaron en la puerta e inmediatamente, me levante de la confortable cama para ir a ver quien era. Me quedé paralizada al ver el rostro moreno y perfectamente esculpido de Zayn Malik, mi jefe de planta, que hace unas horas me había dejado encerrada en esa habitación sin saber muy bien que hacer.

-Hola, Alex- sonrió alegremente y solo pude mantenerme impasible, era incapaz de dirigirle la palabra. Entonces opté por agitar timidamente la mano en forma de saludo y vi como Zayn levantaba una ceja y me miraba sorprendido- ¿ni un hola?- me preguntó sabiendo cual sería mi respuesta. El silencio. Negué con la cabeza y sonrió de nuevo- va a ser mas difícil de lo que pensaba, ¿puedo pasar?- asentí y me di tortazos por dentro por ser tan estúpida. Todas las palabras se agolparon en mi boca pero eran incapaces de salir.

Entró a la estancia y me detuve a mirarle detenidamente. Llevaba unos pantalones pitillos negros que hacían sus piernas mas estilizadas, llevaba un camiseta de tirantes de los ramones, unos zapatos de punta larga negros, bastante bonitos y su pelo estaba peinado en un ligero tupé algo despeinado y un pequeño pelo se había salido de él y le caía sensualmente por la frente. Sus ojos marrones se percataron de que lo estaba analizando prácticamemte, y me sonrojé cuando posó todo el poder de su mirada en mi. No, el chico no era de esos con los que saldría o me liaria, pero tenia que reconocer que era todo un pivonazo, y cada vez que me miraba me intimidaba un poco.

- Bueno peque- carraspeé ante el mote solo por no echarme a reír como un niña tonta encoñada de un chico- ven siéntate- me señaló la silla del escritorio, y un par de pasos después ya estaba cómodamente sentada en ella con Zayn detrás- bien, mientras estes aquí, te vamos a someter a unas cuantas actividades de reinserción social en las que tendrás que interactuar con varias personas- los pelos se me pusieron de punta, ¿a caso aquel chico no sabía que era el mutismo social? ¿Era tonto o se lo hacía?- no te preocupes iremos poco a poco. Te dejo aquí tu horario con las salas a las que tienes que ir. Además de estas actividades, también dejamos que hagáis algo que os guste, así que me dijeron que tu pasión es estudiar y aprender idiomas, por lo que tendrás un par de días a la semana clases de alemán, latín, inglés, francés e italiano- odiaba eso de tener que hablar con la gente pero aquellas últimas palabras fueron música para mis oídos, habían dado con la clave de mi existencia.- aquí tienes el horario- me pasó una hoja- con los planos y clases del edificio. Estos son los libros de idiomas- me señaló los libros que había visto cuando entré en la habitación sobre el escritorio- y... Bueno, creo que eso es todo. Ah sí, no hace falta que estes encerrada aquí todo el día, puedes salir y dar una vuelta por el edificio, comer, hablar, leer, lo que tú quieras, mientras no la lies no habrá problema- me sonrió tiernamente- bueno, de vez en cuando me pasaré por aquí para ver como vas y darte los medicamentos. Todo lo que necesitas esta en esta carpeta.

El silencio se hizo en la habitación durante un instante en el que luche contra mis propios demonios para conseguir hablar.

-G...gr..gracias- mi voz casi se fue antes de terminar la palabra. Me miró a los ojos y me abrazó.

- De nada- se separó y me sonrió de lado. Se acercó a la puerta abriéndola- tengo que ir a ver a las demás. Si necesitas algo me buscas. A las diez apagamos todas las luces- me dijo eso último y se fue, volviéndome a dejar allí totalmente inofensiva. Puede que no hablara ni entablara un conversación con alguien más que mis amigas, pero poder escuchar a alguien y saber que no estaba sola de vez en cuando, no venía nada mal.

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