Mi destino era claro, luchar por mi familia.
-¿Pero... por qué yo? ¡Solo soy un niño!-
No había nada por lo que discutir porque el pasado de mi familia ya había decidido el destino de Japón y el mío.
Esta guerra se remonta muchos años atrás, según cuentan algunos, de mi familia surgió un hombre que se rebeló al emperador, además, junto con un ejército conquistó toda la región de Kanto.
Al emperador no le quedó otra opción que enviar un gran ejército de mercenarios, los Minamoto, así fue como mi familia y los Minamoto emprendieron el camino hacia la mutua destrucción de unos y de otros.
-¿Qué pensaríais vosotros al saber que tu familia estaba destinada a luchar contra otra?, exacto, no sabéis que decir -
Pues así me sentí yo en ese momento, de hecho me fui de la habitación corriendo, pues tenía miedo y no quería creer que mi destino era matar a una familia entera, ¡Solo tenía dos años!
Pero era verdad, tenía que matar o morir, y decidí morir pero no podía pues si lo hacia mi familia perecería.
-¿Podéis entender lo duro que fue para un niño decir lo que estoy diciendo?-
Lo primero que hice tras saber cuál era mi destino fue reclutar un ejército fuerte y valiente.
Lo segundo fue mandar a dicho ejército a la muerte, así fue como mi primera decisión de mandar un ejército a Izu para que acabase con la rebelión fracasó.
Mis súbditos estaban furiosos conmigo por lo acontecido, pero ¿Qué esperaban siendo yo un niño sin formación alguna en nada de nada?
Supongo que ese fracaso estaba justificado, pero aun así no hay motivo alguno para morir a no ser que los dioses te reclamen.
En fin, nunca dejé que aquello me consumiera, así pues, con el paso de los meses fui aprendiendo más sobre el arte de la guerra e incluso llegué a armarme de valor para dirigir a los ejércitos yo mismo.
Mi primera batalla liderada por mí fue al norte de Izu, ¡Ganamos!
Fue la victoria más amarga de toda mi vida, pues aunque gané la batalla no puedo olvidar que todos aquellos Minamoto murieron por mi culpa, ¿O... era el destino?¿Pero... qué es el destino entonces?
Yo no lo sé, pero no es relevante para esta guerra, es decir, no necesito saberlo puesto que ya sé lo que necesito saber, saber que he nacido para librar esta guerra iniciada por los Minamoto para acabar conmigo.
Pero dejemos de hablar de mí y de los Minamoto, así pues, hablemos de las dos familias que perdieron algo, puesto que en una guerra no se gana jamás, siempre se pierde algo.
-¿Qué perdieron los Minamoto?-
Está claro, la humanidad, pues llevan muchos años luchando. Primero contra mi familia.
Segundo contra las tribus del norte llamadas Abe. Tercero otra vez contra nosotros perdiendo ellos y ganando nosotros. Por ultimo contra los nosotros otra vez y contra los Fujiwara.
-¿Los Taira que perdimos?-
Lo mismo que ellos, llevábamos muchos años luchando hasta que un día, conseguimos Japón y debido a eso perdimos nuestro pasado. Nos ablandamos y nos convertimos en unos débiles nobles.
-¿En qué momento estábamos pensando que la guerra había acabado?-
No tengo ni idea, pero sí sé que yo nací para consolidar su poder y posteriormente, gobernar algo grande.
Volviendo al tema de la guerra, los Minamoto furiosos nos atacaron en Kai. Allí tenía mi gran ejército. Lo perdí entero, no pude hacer nada, había miles de muertos y miles de cabezas rodando por el suelo.
Fue horrible y más para mi familia que en ese momento creía que todo estaba perdido.
Pero no estaba todo perdido, aun había algo que podía hacer. Llamé a los guerreros budistas para que me ayudasen, lo hicieron. Pero esa ayuda duró poco pues había perdido mi prestigio.
Un mes después de la derrota de Kai cumplí los 3 años, inmediatamente me fue proporcionada una esposa. Que lujo, tengo 3 años y ya tengo amante. Ella me llegó a querer mucho, tanto que nunca se ha separado de mí, jamás lo ha hecho y temo por ello, puesto que cada día que pasa conmigo corre peligro.
Allá a donde yo vaya, ella va conmigo. No entiendo por qué me quiere tanto, no soy especial.
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Taira
Historical FictionHace mucho tiempo el nacimiento de un niño marcó el destino de una civilización, este es el destino que le aguardaba a Japón y a todos sus habitantes. Antigua portada realizada por Hiswel