Seguimos luchando como animales contra el enemigo, este se ha expandido como una plaga de insectos, hemos perdido Izu, Kai y Mikawa.
Nuestros fuertes han sido todos quemados y nuestros civiles ni os cuento que ha pasado con ellos.
Cada vez somos más débiles, nuestros aliados nos abandonan por segundos, los Fujiwara se han unido a los Minamoto, pues no nos creen capaces de vencer a los Minamoto. Tal vez sea cierto y nuestro destino sea la derrota, pero si es así, moriremos antes que rendirnos, ¡El honor es lo más importante por encima de todo!
-¿A quién quiero engañar? Solo soy un niño, no puedo ni dirigir a mi pueblo-
Cada día es una agonía, ahora estoy en una batalla a dos bandas, al sur los Minamoto y al norte los Fujiwara. No será fácil nuestra lucha, pero aun así seguiremos adelante.
Y así fue, seguimos, unidos contra el enemigo.
Nuestra primera batalla contra el traidor fue en la isla de Sado, era el lugar perfecto desde el que enviar una armada a los Fujiwara en cualquier momento.
La lucha no fue fácil, mandamos unas 30 naves y aguantaron unas 5, no os confundáis, ganamos, pero no fue fácil. Nada fácil, su armada era gigantesca, 100 barcos mejor armados que los nuestros.
Pero nosotros contábamos con un arma que ellos no tenían, bombas, lanzamos más de 1000 bombas contra sus barcos, todos destruidos, ninguno salió con vida.
Después de la victoria nos asentamos en el puerto y desde allí conquistamos la isla, la isla estaba poco poblada y tranquilos no matamos a nadie en el trascurso.
Pero esperad, no os conté que pasó para que perdiéramos en el ataque a Izu, os conté lo de los niños pero la lucha continuó.
Pues bien, mis tropas se iban acercando a todas las ciudades y en estas estaban los civiles que desaparecieron de repente.
No les hicimos nada, pero ellos a nosotros sí, nuestro objetivo era dar caza a Yoritomo no queríamos matar a ningún civil. Por tanto, lo que hicimos fue apresarlos para después calmarlos, aunque no sirvió de nada.
Durante el viaje en busca de Yoritomo nos encontramos con algo horrible, mis aliados Doi, estaban muertos, civiles y soldados. Tras pasar por la ciudad de Nan donde vivían los Doi vimos que todos estaban muertos, todos, ninguno con vida.
Era algo inimaginable, los niños estaban cortados a cachitos, después de hacerles eso a los niños clavaron sus partes en estacas, con los padres hicieron verdaderas atrocidades. Los partieron por la mitad y no llegamos en un buen momento pues había a lo lejos unos tigres comiéndose las caras de la gente.
Podéis imaginar cómo salieron de allí mis soldados, traumatizados y totalmente desmoralizados.
Es lógico pues no hay mucha gente que vea eso y pueda aguantar tales sentimientos producidos en ese momento.
La continuación de lo ocurrido os lo contaré otro día.
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Taira
Historical FictionHace mucho tiempo el nacimiento de un niño marcó el destino de una civilización, este es el destino que le aguardaba a Japón y a todos sus habitantes. Antigua portada realizada por Hiswel