Poco tiempo pasé con mis padres, tan solo fueron 2 años, pero recuerdo cada día vivido con ellos como si todos aquellos días fueran ayer.
Tengo memoria desde el medio año de vida, lo primero que recuerdo es cuando me llevaron a ver el templo más extravagante de todo Japón, el Todaiji.
Un templo enorme dedicado a buda hacía años, allí fue donde me dijeron: "Todo lo que ves ahora será tuyo pronto".
Tenían razón pronto fue mío todo aquello que veía, tanto en la cercanía como en la lejanía, mas ahora me parece que no me pertenece.
Mi segundo recuerdo es un día que me llevaron a las fiestas de una ciudad lejana a Heian-Kyo, la actual capital de Japón, Nara.
Nara fue en otros tiempos la ciudad más prospera de todo Japón, pues durante el auge del budismo, esta fue la capital del imperio.
Ese día fue el mejor día de mi vida, era todo tan armonioso, simple y a la vez complejo, además, las fiestas estaban muy influidas por lo religioso y, ahí es donde residía su encanto y su belleza.
Pocas veces he visto a mi padre sonreír, mas aquel día me sonrió y me abrazó con tal ternura que no habría otro niño en aquel momento que fuera tan feliz como lo era yo.
Echo de menos a mis padres, ojalá siguieran vivos y estuvieran aquí a mi lado.
Mi tercer recuerdo es un día que un bandido contratado por los Minamoto irrumpió en casa con el fin de acabar con mi vida. Fue entonces cuando vi lo poderosa que puede llegar a ser una mujer. Mi madre cogió una de las muchas lanzas de hoja alargada y fina, Naginata, situadas cerca de la puerta principal.
Lo mató sin esfuerzo alguno, pues una simple lanzada en el estómago fue suficiente para acabar con el intruso. Nunca vi a mi madre sólida, siempre fue una persona tímida y de apariencia débil. Pero en aquel momento mostró su verdadera fuerza, la mostró por mí, por protegerme.
Creo que ya he recordado bastante, ya tengo la información que necesitaba para seguir esta lucha.
Ya tengo la respuesta a mis preguntas, a mis padres no les quedaba más remedio que abandonarme para hacerme más fuerte y, además luchaban en todas mis batallas con el objetivo de protegerme.
Mi madre era una mujer tímida, de apariencia débil y sumisa, mas pude ver su fuerza cuando me defendió, pues me quería tanto que daría su vida por mí, lo cual hizo.
Mi padre era un hombre serio, inexpresivo, pero a la vez cariñoso conmigo y con mi madre.
Mis padres sabían que significaba mi nacimiento, dieron su vida por mí, no puedo defraudarles, he de seguir luchando.
¡Por ellos y por su memoria!
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Taira
Historical FictionHace mucho tiempo el nacimiento de un niño marcó el destino de una civilización, este es el destino que le aguardaba a Japón y a todos sus habitantes. Antigua portada realizada por Hiswel