Hormigas que no se dejan aplastar

488 7 0
                                    

Es cierto que cada día me siento más y más como el destinado a luchar por mi familia.

Pero no me siento nada bien al ver que día tras día la gente va pereciendo en distintas batallas y escaramuzas. Tal vez sea este el destino de Japón pero -¿Por qué los dioses quieren que pase esto? ¿Cuál es el motivo de todo esto?-

No tengo ni idea de cuál es el porqué, pero da igual, pues no hay tiempo para lamentos y preguntas. Cada día es una guerra, una guerra que presiento que durará lo suficiente como para hacer mella en las generaciones futuras.

Hoy hacen 2 años, un mes y tres semanas desde que todo empezó. Es mi cumpleaños, ya tengo 4 años. Sigo siendo un niño, pero me siento como un hombre, pues no sé llorar. Llevo mucho tiempo añorando a mi pueblo, pero no sirve de nada lamentarse. Es hora de volver al combate, esta vez ataré con lo mejor de lo mejor.

Así pues, llamé a los Fujiwara y a los Hojo para que me ayudasen. Los Fujiwara bajaron de las provincias de Dewa y Mutsu al norte de Japón. Los Hojo ya estaban donde quería, en Izu. Una vez reunido un ejército de más de 3000 hombres les indiqué a mis tropas y a mis aliados el plan a seguir. Era muy sencillo, los Fujiwara entrarían en Izu por Sagami al este de Izu, los Hojo formarían una barrera de granaderos en los alrededores de la ciudad de Yoritomo, mis tropas serían las más importantes. Para asegurarme una victoria ordené la producción masiva de Naginatas la mejor lanza anti caballería.

Así pues, mis tropas fueron poco a poco avanzando, cadáver tras cadáver mis tropas y las de mis aliados iban ganando terreno. Yo por mi parte conseguí tomar la ciudad de Oki en Kai, capital de los Takeda. Los Fujiwara junto con los Hojo lograron tomar la ciudad de Yoritomo. Toda la población de Izu de rindió ante el poder de mi ejército.

Por fin íbamos ganando esta guerra. Así siguió la contienda durante meses. Finalmente reconquistamos las provincias de Izu, Kai, Mikawa y Totomi. Pero aunque habíamos ganado la ofensiva seguía habiendo un problema, Yoritomo seguía vivo, era muy difícil matarle, hiciéramos lo que hiciéramos él y sus súbditos siempre huían con vida de todos nuestros ataques.

Presentía que esta campaña no me sería fácil. Mandé espías y rastreadores para que encontrasen a los últimos integrantes de la rebelión. Pero nunca volvieron a casa. Yoritomo y los suyos eran muy buenos, pero más lo soy yo. No pienso dejar que unos pocos rebeldes me quiten todo por lo que tanto he luchado hasta ahora.

TairaWhere stories live. Discover now