Un nuevo día llegó, El ángel trató de no sentirse triste aunque era sumamente imposible. Lo último que quería era transmitir ese sentimiento al corazón de la pequeña.
Por otra parte, Emily se había esmerado toda la mañana pintando con sus desgastadas acuarelas un bonito dibujo que le puso de título: "esperanza celestial".
El dibujo se trataba de una niña tomada de la mano de un ángel que le envolvía con enormes alas plateadas, ambos viendo hacia el infinito horizonte que se perdía y difuminaba con el océano.
La niña tomó el dibujo y lo metió en un sobre que tenía a la mano, luego miró el reloj de la pared, y supo que ya era hora de ir al peñasco.
Como todas las noches el ángel se hizo visible, pero Emily notó algo extraño en su rostro; una tristeza profunda como la oscuridad de la noche, sin embargo no preguntó nada.
-Creo que ya te has recuperado, Emily...
Lahatiel sonrió y volteó rápidamente su vista hacia las rocas que se encontraban debajo del peñasco, allí donde las olas chocaban sin cesar.
-...Sí, todo gracias a ti...
-...He cumplido con mi misión y estoy muy contento por ti...
Una lágrima rodó por la mejilla del ángel.
-... ¿Te tienes que ir?...
Lahatiel no respondió a la niña solo alzó su mirada hacia el cielo.
Emily sintió un vuelco en su corazón parecía haber entendido todo. El ángel asintió con la cabeza.
-No te quiero lastimar pero tengo que marcharme...Además sé que ahora todos te quieren en el orfanato y alegrarán tus días con su compañía, también estoy seguro que pronto tendrás unos padres maravillosos a tu lado
Emily permaneció con la mirada fija en la espesura de la pradera igual que aquel día antes de conocer a Lahatiel. Las lágrimas comenzaron a caer una a una sobre el espeso verdor plateado.
-...Pero tu prometiste...que nunca te separarías de mí...
El ángel abrazó a la pequeña.
-...Perdóname por haber prometido algo que no podía cumplir... ahora tengo que marcharme para salvar a otras personas que me necesitan tanto como tu me necesitaste cuando anhelabas un abrazo lleno de calidez
-... Pero aún necesito de ti, eres mi mejor amigo y la única persona que siempre estará a mi lado pase lo que pase...
Lahatiel no podía desobedecer el mensaje que había recibido la noche anterior, pero ahora había entendido el motivo verdadero por el cual se le pedía que regresara de inmediato al cielo.
Para Dios, el hecho de inmiscuirse en espíritu con los humanos era algo trágico.
El ángel recordó una antigua leyenda que solían contar los arcángeles a los pequeños niños del reino celestial.
"Hace mucho tiempo cuando los humanos no tenían tanto de haber sido creados, un ángel de corazón bondadoso confió en uno de ellos. El afecto que sentían ambos era tan verdadero y puro que el ángel pidió permiso a Dios para unir sus vidas por la eternidad en la espiral interminable del tiempo y espacio. En esos tiempos la maldad no existía en el corazón de los hombres y Dios accedió a la petición del ángel.
Pero los años fueron pasando, y la perversidad comenzó a invadir los corazones de los que habitaban la Tierra porque alguien había deseado ser igual a Dios y había sido corrompido por los frutos del árbol de la sabiduría oscura...Pronto, el ángel fue traicionado y asesinado de una cruel manera porque los humanos creían que así podrían conseguir la vida eterna. A Dios le dolió mucho ver como un corazón puro era destrozado por uno lleno de maldad y egoísmo y desde ese día se les prohibió por completo a los ángeles visitar la Tierra sin consentimiento y más aún, desarrollar algún tipo de sentimiento hacia los seres humanos, porque el dolor de un corazón puro no se compara con cualquier otro dolor"
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Un deseo a las estrellas
Krótkie OpowiadaniaUna estrella fugaz se deslizó por el manto estelar salpicado de estrellas. Al fin había llegado lo que Emily pedía todos los días antes de dormir: dejar de ser invisible por lo menos para una sola persona y esa persona era Lahatiel. Él, le enseñó...