Una estrella fugaz se deslizó por el manto estelar salpicado de estrellas. Al fin había llegado lo que Emily pedía todos los días antes de dormir: dejar de ser invisible por lo menos para una sola persona y esa persona era Lahatiel. Él, le enseñó...
La pequeña se sentía como aquella noche en la que solo oía los débiles latidos de su corazón. El dolor se clavaba como estaca en lo más profundo de su ser.
Un ruido de hojas chocando contra algo se dejó oír en la sofocante noche llena de tristeza. Emily se encontraba tirada en la espesura de la pradera. Un viento leve hizo que las hojas se agitaran y su apagada mirada se fundió con la inmensidad del cielo estrellado. El dolor que sentía en esos momentos nunca antes lo había sentido porque en la vida no había sido tan consiente como ahora de lo que significaba volver a ser huérfana.
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Entre sollozos, Emily se tomó del corazón, el soplo que tenía desde nacimiento nunca le había dado problemas hasta ahora, que le dolía mucho, sin embargo aún podía decir algunas palabras.
-Debo estar defectuosa, las personas que más amo siempre me abandonan...Mamá, papá ¿por qué no me llevaron con ustedes?... Lahatiel, vuelve por mí...
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Los ojos de Emily casi se cerraban para siempre. Los recuerdos de aquellos días cuando ella y Lahatiel eran felices, le daban una luz de esperanza a su corazón que a cada minuto, latía con menor intensidad.
"¿El amor es la razón de la vida?
...Creo que sí..."
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