Una estrella fugaz se deslizó por el manto estelar salpicado de estrellas. Al fin había llegado lo que Emily pedía todos los días antes de dormir: dejar de ser invisible por lo menos para una sola persona y esa persona era Lahatiel. Él, le enseñó...
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Diez años habían pasado desde aquella noche de verano cuando la niña y el ángel se habían conocido. A Lahatiel al fin se le había concedido el permiso para bajar de nuevo a la Tierra. Antes de marcharse recibió un mensaje.
"Quiero que veas por última vez a Emily, pronto la tendré conmigo pero jamás podrán volver a coincidir en eones"
Lahatiel agachó la mirada y una luz cegante se posó sobre su cuerpo.
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El ángel caminó por el pequeño pueblo de manera invisible, lo primero que hizo fue dirigirse al orfanato. Ninguno de los niños de antes se encontraba allí, entonces recordó que Emily sería adoptada, y siguió buscando y buscando por el diminuto pueblo pero en ninguna casa la halló. La última opción que le quedaba era una enorme construcción que se alzaba imponente a las afueras del pueblo, dudó mucho en ir para allá pero era el último lugar que le faltaba por inspeccionar.
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