Sara está enamorada de su novio Renato, pero también de Alexander, su nuevo novio. ¿Cómo terminará este triángulo amoroso del que solo ella está enterada?
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Último día juntos {UNA SEMANA ANTES} Agosto
Termino de aplicar el bálsamo en mis labios. Renato está a dos cuadras de la casa de mi padre y debo estar lista para perdernos un rato en la montaña. Bajo las escaleras rápido y, por suerte, los ojos color miel de mi hermano aparecen mientras me sostiene en el último escalón cuando por accidente estoy a punto de caer y muy probablemente romper mi cuello o alguna extremidad de mi cuerpo.
—Ya quiero que te vayas, pero no de este mundo —dice cuando sus manos me han dejado a salvo.
—Gracias, Leo.
Aún usa pijama y le envidio su corto cabello castaño oscuro porque no necesita siquiera peinarlo para que se le vea perfecto, hasta podría jurar que trae gel incluido.
Añoraría ese superpoder.
—¿Saldrás con Renato? —inquiere.
—Iremos a la montaña —aviso mientras tomo mi chamarra del perchero.
—Tu vuelo sale mañana —advierte.
—Lo sé, regresaremos hoy mismo.
Sus ojos me observan incrédulos, pues conoce a su hermana y a su mejor amigo tanto como el sabor de los cheetos.
—¿Ya llegó? Necesito decirle unas cosas —suelta mientras su cara intenta ver sobre mí hacia las afueras del hogar del padre que compartimos.
—Ya llegó, pero tendrás cuatro meses para decirle todo lo que quieras. Este día, él es completamente mío.
Y salgo de la casa sin necesidad de esperar una respuesta. Renato aguarda por mí estacionado en la acera con la camioneta que su padre le regaló por su cumpleaños número 18 hace dos años. Al verme, ensancha la mirada con gran sorpresa y finge un colapso. Mis ojos se colorean de blanco después de rodar y subo pronto por la puerta del copiloto.
—Cada día te ves más preciosa, ¿cuál es tu secreto? ¿Comes niños?
—Sólo a uno —respondo con una coqueta mirada que se fija sobre él.
Él sonríe y no duda en plantar un buen beso en mis labios.
—¿Leo no...?
—No me hables de Leo, por favor. Es nuestro último día juntos—ruego en forma de puchero y me sostengo de su brazo—. Te amo, ¿nos vamos?
—¿Desde cuándo rimas? —cuestiona divertido mientras arranca el carro.
—Debemos empezar nuestra historia de amor tipo Disney porque estaré lejos de ti cuatro meses y medio.
Su rostro se arruga.
—¿Cantaremos de la nada por cada cosa que suceda a nuestro alrededor?