Sara está enamorada de su novio Renato, pero también de Alexander, su nuevo novio. ¿Cómo terminará este triángulo amoroso del que solo ella está enterada?
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El panteón
Noviembre
No he recibido flores ni cualquier otro obsequio por parte de Alexander. Él se ha rendido conmigo y, para ser honesta, me entristece. Aunque no es nada comparado con lo que he sentido después del beso, cuando debo hablar con Renato a diario como si nada hubiera pasado.
La culpa continúa al pie del cañón, a pesar de que no pasó algo más, pero lo que mi mente se ha imaginado desde entonces es lo que la mantiene latente.
Hoy no hay clases porque es día de muertos y he decidido obsequiarme un momento para mí misma. Tomaré un facial, manicura y pedicura. Me relajaré y me olvidaré de todo lo que ha sucedido últimamente. Ese es el plan, un plan perfecto que dura hasta que salgo de mi facial, cuando el celular suena y me anuncia que ha llegado un nuevo mensaje.
¿Te gustaría acompañarme al panteón?
El número es desconocido, pero por algún extraño motivo sé muy bien de quién se trata antes de ver su foto de perfil y confirmarlo.
¿Quién te dio mi número?
¿Eso es un sí?
Depende, ¿cuántos secretos más me guardarás?
Ni uno solo, con tal de que seas mi cita esta tarde .
Puedo acompañarte, pero no seré tu cita.
Trato hecho, paso por ti a las 4:00 p.m.
¡Son las 3:45!
¿A dónde planeas pasar por mí en 15 minutos?
A tu casa.
No estoy en mi casa y estoy a 25 minutos de ella.
Mándame tu ubicación.
Lo hago, le obedezco como si fuese una máquina que ha recibido una orden y no tiene más opción que ejecutarla.
Me encuentro bajo la sombra de un enorme árbol hasta que, exactamente quince minutos más tarde, un deportivo se estaciona en la acera frente a mí. El vidrio polarizado desciende y veo claramente a Alexander en él. Me regala una galante sonrisa antes de bajar del auto para abrir la puerta del copiloto por la que entraré.
—Gracias —me limito a decir.
—¿Preparada?
—¿Para el panteón? Jamás he estado más lista —ironizo.