Capítulo 2

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       Llego a casa apenas unos diez minutos después, estuve caminando tan lento que hasta una anciana me ganaría.
       No tengo muy claro cuál es mi humor. Estoy tal vez molesta con Harry, ese engreído... parece que tiene la estúpida idea, de niño mimado, de poder tener lo que quiera cuando a él se le dé la gana.
       Una parte en mí dice: «maldita sea, deja de pensar en él».
       La otra está saltando de felicidad. Trato de controlar ambas partes, pero soy más severa con la que tiene exceso de alegría.
       Estoy consciente de mi error, no debí permitirle que me besara, ni siquiera que se me acercara... Mejor dicho, no debí ni detenerme cuando escuché su voz en el parque.
       Me siento tan enojada conmigo, ¿cómo fui a dejar que me tocara de esa manera? ¡Nadie en mi puta vida lo ha hecho tan bien! Oh, rayos. No paro de lamentarme, es que... con la actitud que Harry se carga, probablemente ahora esté poniendo una palomita a un costado de mi nombre en una lista imaginaria. Eso indicaría que fui otra de sus tantas chicas a la que logró besar tan rápido, porque deben de haber muchas otras, ¿cierto? Quiero decir... Él es tan fascinante en lo que se refiere a físico, porque si nos desviamos por actitud, es un maldito cretino. Debe de ser un niño consentido por su padre, debe de estar acostumbrado a los lujos y a que todo lo que quiere lo consigue y, no de la mejor manera.
       Eso no quita culpa y responsabilidad en mí, pude soltarle una buena patada en las bolas para que se alejara de mí, pero no lo hice.
       Pude escupirle y tal vez se hubiera sentido asqueado, entonces correr lejos de él, pero tampoco lo hice.
       Pude hacer diversas cosas pero no hice ni mierda, no moví ni un pinche dedo para que él me dejara y no me besara.
       Incluso sentirme nerviosa es mi maldita culpa, ¿por qué madres me pongo nerviosa con ese imbécil? ¡Vale! Me pongo nerviosa por nada siempre, pero sin duda, ésta vez había sido diferente.

       Cuando tomó mi mano... Su calidez me pareció algo familiar, ni siquiera pensaría en que es un extraño si me vendaran los ojos, y también a esto, soy culpable.
       Cuando sus labios tocaron los míos, al principio me sorprendí, pero no duró mucho, sus labios se amoldaron perfectamente a los míos, no era nada incómodo y, él sin poner fuerza, logró besarme como lo es un buen beso. Incluso su lengua acaricio mis labios y yo no hice nada para alejarme. Qué estúpida soy. Siempre he pensado que soy tonta, pero esta vez lo confirmo.

       Cierro los ojos antes de abrir la puerta principal y enfrentarme a mi madre. Ella me conoce muy bien, tal vez se dé cuenta de que algo me pasa -desde que vi a Harry por la mañana, no he estado del todo “normal”. Descarto esa idea, solo me echo la sal con eso. Trato de tranquilizarme, de sacarlo de mi mente. Respiro ondo y justo antes de entrar, mi maldita mente se encarga de traer a mis labios la sensación del los suyos junto a los míos. Abro los ojos de golpe, enojada conmigo misma, pero llevándome la sorpresa de que tengo una boba sonrisa en el rostro. La quito a penas y me doy cuenta de que la tengo.
      
       Entro a casa, a decir verdad, maldiciéndome una y otra vez. Veo a mi madre limpiando la mesa pequeña de centro que se encuentra en la sala, ella me mira en cuanto me asomo por la puerta, le dedico una sonrisa que muestre tranquilidad pero creo que me veo como una loca.

       —Hola, Jade. ¿Qué pasa? —Se incorpora para acercarse a mí.

       —Hola —Sonrío de una forma normal, ignorando su pregunta. Desgraciadamente no funciona.

       —¿Qué pasó? —Me toma de la barbilla.

       Analiza mi rostro y, entonces pienso en el sexto sentido de las madres, ¿a caso ese es?

       —¿Eh? —Nuevamente evado.

       —...Un chico —Dice mientras una sonrisa se curva en su rostro y yo muero lentamente de vergüenza.

NUESTRO ÚLTIMO DÍA H.S. [Sin Correcciones]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora