*dvenadtsat'*

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El Delicioso olor del café me despertó. Mire a mi amigo que estaba sentado enfrente de mí.

—Justo como a ti te gusta, Shiro, Dulce y cremoso.—Yukisada deslizó la taza en mi dirección con una expresión en la cara muy fácil de leer: ya estás soltando por esa boquita, maja, que no te voy a hacer daño.

Alargué la mano para coger la humeante taza e inhalé su delicioso aroma. Me recordaba a él por alguna razón y sentí una fuerte punzada en el estómago. Las molestias que sentía entre las piernas me sirvieron como otro recordatorio. Un recordatorio de Idate, de su cuerpo, de su mirada ejemplar y de lo maravilloso que era el sexo con él... y de cómo me había despertado, histérico.

— ¿Qué deberías hacer? No hay vuelta atrás con lo que pasó entre ustedes... —me dijo yukisada y me miraba con sus preciosos ojos ámbar.

—No lo sé...—me froté las sienes.

—pero parece que quería consolarte. No estaba tratando de ponerte distancia, Shiro.

—Deberías haber visto su cara cuando entró al iglú y yo estaba gritando como loco. Como me miro... es simplemente demasiado intenso. No te lo puedo explicar bien, Yukisada. Si lo de anoche es algún tipo de señal, sinceramente dudo que pueda.

—Eres mucho más fuerte de lo que crees. –Afirme con la cabeza con desgano.

Estuve gran parte con yukisada en la clínica ayudándolo en ordenar los fármacos del mueble donde estaban estos. Después de una hora y media más tarde llegó Rock y sabía que tenía que irme ya que era algo incómodo porque tenía la vista clavada en mí... tome rumbo donde estaba nuestro pequeño barco pesquero para descansar ahí no quería volver a mi cueva porque sabía que me encontraría con Idate si volvía allí.

Inclino mi cabeza, estaba abrazado de mis piernas sentado detrás de un morro de nieve. Mi cabeza quedó entre mis rodillas. Mirando el frío océano que estaba enfrente de mí. Nunca me canso de mirar el océano cuando estoy triste, tras unos instantes de silencio, apartó la vista del mar y veo que Idate me está observando. Nuestras miradas se cruzan ¿Cuándo rayos llego?

Me levanto de golpe. Las piernas me fallan, están muy temblorosas me afirmo del morro. Estaba parado ahí, con su semblante se le veía algo molesto pero herido. Se está mordiendo el labio inferior mientras que en su mano sostenía su cigarrillo. Sé que seré incapaz de negarme si fuerza la situación. He agotado todas mis fuerzas de voluntad. Nunca me había sentido tan deseado como cuando estoy con él, me siento una verdadera mierda ahora... y sigo intentando convencerme a mí mismo de que no me gusta y que he cometido un gran error... ¿Y si a lo mejor no fue un error?

—Por favor, no lo hagas –digo con un hilo de voz.

— ¿Qué no haga qué?

—No podemos estar juntos...

—No puedo estar lejos de ti –no se avergüenza de ello— así que vas a tener que verme una... Y otra... Y otra vez... –Termina la frase de forma lenta y clara para no dar cavidad a la confusión.

Ahogó un chillido y tragó saliva con dificultad. Tengo un nudo en la garganta.

—Se ha convertido en mi misión principal. Si huyes más te buscare esto solo alimentara mis ganas de demostrarte que puedo hacer que me desees. Haré lo que haga falta.

Dejó de retroceder al notar que chocó con el morro de nieve. Dos pasos más y estará encima de mí; la idea del inminente contacto es suficiente para sacarme del estado de trance en el que me sume.

—Para –le ordenó levantando la mano. Mi imperativo hace que se detenga es seco.— No por favor –balbuceo en un desesperado intento.

—Sé lo que siento, y sé que tú también lo sientes anochecer te lo demostré...

Ahora nuestros cuerpos están pegados uno contra el otro, y el corazón se me sale por la boca. Intento controlar mi respiración agitada, pero me tiembla todo el cuerpo y fracaso. Agacho la cabeza, avergonzado por las lágrimas que se acumulan en mis ojos. ¿Por qué estoy llorando? ¿Está disfrutando haciéndome derramar lágrimas? Esto es horrible. Y yo llorando porque soy débil. Hace que me sienta débil.

Desliza la mano bajo mi barbilla, y su calidez me resultaría agradable si no pensara que es malo por hacer que tenga un lio mental. Me levanta la cabeza y, cuando nuestras miradas se encuentran, mis lágrimas lo agarran desprevenido.

—Lo siento –susurra suavemente, y mueve la mano para cubrirme la mejilla al tiempo que me limpia las lágrimas con el pulgar.

Su expresión es de puro tormento. Me alegro. Se lo merece. Por fin recuperó la voz pero decido no decir nada. Lo miro de manera inquisitiva mientras él continúa pasándome el pulgar por la cara.

—Shirogane entiende que no puedo estar lejos de ti. Ya te lo dije, haré todo lo posible para borrar mis errores y abrirme paso al. fuego que siento por ti.

—Pero... —su dedo deja de acariciarme e Idate agacha la cabeza.

Pero entonces vuelve a levantarla, nuestras miradas se cruzan y la suya desciende hasta mis labios. Ay, no. No, por favor. No seré capaz de pararlo. Empieza a estudiar mi expresión, a buscar alguna señal de que voy a detenerlo. ¿Voy a hacerlo? Sé que debería, pero no creo que pueda. Sus labios se separan y empiezan a bajar lentamente hacia los míos. Contengo la respiración. Cuando nuestros labios se rozan, muy ligeramente, mi cuerpo cede y mis manos ascienden y lo agarran de la veston. Él gruñe para expresar su aprobación, traslada las manos al extremo inferior de mi columna y aprieta mi cuerpo contra el suyo. Nuestros labios apenas siguen rozándose, nuestros alientos se funden.

— ¿Has sentido esto alguna vez? –Exhala, y me recorre la mejilla con los labios en dirección a mi oreja.

—Nunca —respondo con honestidad.

A duras penas puedo reconocer mi propia voz en esa respuesta ahogada. ¿esa es mi voz, no la de un desconocido? él me atrapa el oído externo de la oreja entre los dientes y tira ligeramente de él, dejando que la carne se deslice entre sus dientes.

— ¿Vas a dejar de resistirte ya? –susurra, y su lengua asciende por el borde de mi oreja para volver a descender acariciándome con los labios la piel sensible que hay en el interior de ella.

Su aliento cálido provoca una oleada de calor entre mis muslos. Soy capaz de luchar para que no se me pare. Jadeó suavemente y sus labios vuelven a posarse sobre los míos para callarme.

Los toma suavemente, y yo lo acepto y dejo que nuestras lenguas se acaricien y se entrelazan a un ritmo suave y constante. Es un placer demasiado intenso. Todo mi cuerpo está en llamas. Me duelen las manos de agarrarme a su chaqueta con tanta fuerza, de modo que me relajo y deslizó hasta el cuello de su camisa color rojo sangre. Para acariciarle suavemente los hombros.

Él gruñe y aparta la boca de la mía.

— ¿Eso es un sí? –Pregunta mirándome fijamente a los ojos.

—Sí.

Asintiendo muy levemente con la cabeza, me besó la nariz, la mejilla, la frente y regresa a mi boca. Ya lo tenía todo claro. Es imposible ya escapar de Idate. Como dijo Yukisada abriré mi corazón y no tendré miedo de que me lo rompan. Los corazones rotos se curan. Los corazones protegidos acaban convertidos en piedra apartaré mis miedos y dudas, lo que sucedió hace dos años atrás en aquella navidad jamás volverá a pasar.

*Culpable* (shirodate)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora