Habían pasado ya dos semanas de que Aaron me había dicho que la fiesta se cambiaba para, en ese entonces, dentro de dos meses. Había pasado ya dos semanas desde que les había mentido a mis amigos. En este momento estaba sentada en una aburrida clase de historia y raramente Aaron estaba sentado a mi lado. Me estaba tocando la mejilla con su dedo, lo que provocó que me gire a mirarlo. Estas últimas dos semanas habíamos pasado bastante tiempo juntos y me agradaba. Cada día conocía algo nuevo y comenzó a gustarme, realmente, comencé a sentir "amor".
Descubrí que a él le gustaban mucho los deportes, le gustaba la música y que su banda favorita era Nirvana. También aprendí que le encantaba demostrar cuando las cosas le salían bien y le gustaba sobresalir. Pero que también ocultaba gran parte de su verdadero yo para sus más allegados. Era inteligente, amable y sabía hacerme sonreír. Lo que más me sorprendía, era que, por más que él era el "chico popular" era amable con todo el mundo. No era odioso y parecía llevarse bien con todos. Y cuando todos, es todos. Todo el mundo lo adoraba. Me gustaba eso de él. Era genuino. Bueno... en realidad, todos lo querían, menos Zack. No sabía cual era el problema entre ellos, pero estaba claro que algo había pasado hacía unos años. Aunque, ninguno me quería hablar sobre ello. (Ya lo había intentado). De todas formas, Aaron era una buena persona.
La mejor parte de todas: era que yo parecía gustarle.
— ¿Por qué haces eso? –pregunté, mirándolo a los ojos.
—No lo sé, Katerina -dijo y me sonrió-. Sólo quería llamar tu atención.
—Bueno... -dije y le devolví la sonrisa-. Ya la tienes.
— ¿Quieres venir a mi casa hoy? –me preguntó, a lo que lo miré expectante-. A ver una película.
Me sonrojé y miré para otro lado, para que él no lo note.
—Mm... -me hice la pensativa. Claro que quería-. De acuerdo.
—Te esperaré luego del colegio -dijo tomando mi mano y lo que provocó un pequeño escalofrío por mi mano, mi brazo y me sonrojé-. Te esperaré en la entrada.
Entrelazó nuestros dedos y yo observé nuestras manos unidas. Ambos miramos al profesor que estaba frente a nosotros, mientras explicaba sobre la Segunda Guerra Mundial. Aaron comenzó a hacer círculos con su pulgar en mi mano, inconscientemente. Yo lo miré de reojo, él tenía una sonrisa en su rostro. Yo también sonreí y nos quedamos así por el resto de la clase.
***
— ¿Así que estuvieron toda la clase tomados de la mano? –me preguntó Sally, luego de que les haya contado a las gemelas lo sucedido.
— ¡Por todos los Dioses! –exclamó Sarah y rió-. Me hubiera encantado ver tu rostro todo rojo.
Miré a las gemelas y me volví a sonrojar. Me daba vergüenza toda la situación. Hacía tres semanas que nos conocíamos, pero ya parecían décadas. Eran buenas chicas y muy graciosas.
— ¡No lo puedo creer! –exclamó Sally y sonrió pervertidamente- ¡Kat está enamorada!
Yo me tape la cara con el libro de historia que tenía en mis manos. Era una palabra muy fuerte. Enamorada. ¿Qué era estar enamorada? No creía estarlo. Quizá... quizá me estaba enamorando. Pero no lo estaba completamente.
—Buenas, chicas -dijo Nate, llegando a nuestro lado junto con Zack, a lo que nosotras también los saludamos- ¿De qué hablan? ¿Por qué Kat se tapa la cara?
—Porque está enamorada -le dijo Sarah-. Y no quiere admitirlo.
Sally la miró como si hubiese dicho algo malo y Zack pareció sorprendido.
— ¿Eso es cierto Kat? –preguntó este último.
—Yo... -comencé y nos miramos brevemente a los ojos-. No lo sé, Zack. ¿Te puedes enamorar en tres semanas?
—Créeme que si... -dijo Zack y me sonrió de lado.
Nate, Sally y Sarah se miraron unos segundos. Sarah se giró a mí, alzando una ceja. Yo me encogí de hombros.
—Katerina -dijo una voz grave, detrás de mí.
Yo me sobresalté y me giré. El mismísimo Aaron estaba detrás de mí con una sonrisa ladeada en su rostro. Yo arrugué la frente.
— ¿Aaron? –pregunté, a lo que él me sonrió.
—El mismo, cariño -me dijo, para luego agregar- ¿Vamos?
— ¿A dónde van? –preguntó Zack-. Si es que se puede saber, claro.
—Zack... -empecé, pero Aaron me interrumpió.
—A mi casa -dijo, alzando una ceja- ¿Algún problema con eso?
— ¿A tu casa? –preguntó Sally, antes de que Zack pueda emitir palabra alguna.
—Si... -dije y me sonrojé- ¿Por?
— ¡Te olvidaste de contarnos eso, Kat! –dijo Sarah, haciéndose la ofendida.
Yo reí levemente, Aaron tomó mi mano y Nate alzó una ceja.
— ¿Están saliendo o qué? –preguntó Nate y me miró expectante.
—No -contesté y miré a todos mis amigos-. Pero nos tenemos que ir. Si con Aaron no llegamos en unos minutos a su casa nuestras madres se van a preocupar, porque nos quieren ahí ahora... Así que si nos disculpan...
Al terminar de decir eso me fui al auto de Aaron, con él a mi lado. Ugh, ¿Qué acababa de hacer? Cuando nos subimos él me miró.
— ¿Qué...? -empezó y me analizó unos segundos, antes de terminar la frase- ¿Qué fue eso?
— ¿Qué fue que? –pregunté, a la defensiva. Él alzó una ceja y yo suspiré-. Lo siento.
—Eso que acaba de pasar -me respondió y encendió el auto.
—No sé de qué hablas -dije y miré al frente. Había alumnos subiéndose a sus autos y otros yendo a tomar el micro.
— ¿No quieres que ellos sepan que me gustas? –me preguntó y yo me giré a mirarlo.
—Ellos ya lo saben, Aaron -dije, a lo que luego añadí-. Es obvio, ¿no lo crees?
—Si... bueno, puede ser...
—Mejor comienza a conducir -dije, interrumpiéndolo.
Él salió de donde estaba estacionado y nos fuimos a su casa.
No sabía porqué me había puesto a la defensiva. Aaron me gustaba. Yo le gustaba a él... no lo sé. Quizá no quería admitirlo. Quizá dentro mío ya estaba acostumbrada a mudarme cada unos pocos años y no quería que me rompan el corazón.
Observé como él manejaba. Su postura. Todo. Él notó que lo observaba.
— ¿Te gusta lo que ves? –preguntó, riendo.
— ¿Sabes? –dije, intentando bromear-. Dicen que las personas con el ego tan alto son las que más secretos tienen... ¿qué es lo que ocultas, Aaron? ¿Qué es lo que no quieres que el resto se entere?
Él rió.
—Okay... -empezó a decir y se puso todo serio-. Esto jamás se lo he dicho a nadie... porque me da mucha vergüenza... Yo... -hizo una pausa dramática y yo intenté no reí-. Yo... yo no sé cómo hacer para que las chicas me dejen de mirar. Tengo muchas mujeres detrás, ¿sabes?
Yo golpeé su brazo de manera juguetona. Él intentó no reír, pero falló.
—Eres un idiota, Aaron –dije y ambos reímos.
—Pero a ti te gusta este idiota.
Yo rodé los ojos y justo llegamos a su casa.
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Capítulo editado el 30/06/2020.
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Mi Primer Amor
RomanceEnamorarse por primera vez es la mejor experiencia que todos pasamos. Reír, llorar, besar, abrazar, unas de las tantas cosas que hacemos. Katerina Williams sufrirá todas aquellas acciones, al igual que Aaron Hills, cuando se enamoren uno del otro...