CAPITULO #15: Sin zapatos.

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Me termine de bañar y salí con una toalla envuelta alrededor de mi cuerpo y otra en mi cabello. Las gemelas estaban sentadas en mi cama, hablando sobre temas triviales. Cuando notaron que yo estaba frente a ellas, Sally sonrió.

—Bien, Katie Kat -dijo Sarah, acomodándose en el lugar-. Con Sally nos hemos tomado el placer de revisar tu armario y hemos elegido tres opciones para que vistas hoy en tu cita con tu galán -me guiñó un ojo y yo me sonrojé-. Sally, si me haces el favor de presentar nuestras elecciones.

— ¡Opción número uno! -dijo Sally, como si estuviéramos en un programa de televisión, donde te dan diferentes opciones y tienes que elegir la correcta-. A este outfit lo llamamos ¡La gatita fiera! -Yo comencé a reír, al igual que Sarah. Estaban locas-. Este sexi modelito consiste en esta hermosa blusa escotada roja, con esta hermosa pollera negra -dijo Sally, señalando ropa que me pertenecía-. Junto con estos amados tacos, que por cierto algún día me prestarás.

Miré los zapatos que ella había elegido, unos de mis favoritos. Eran unos taco aguja rojos acharolados, simples, pero bonitos.

—Me gusta -dije y me acerqué a buscar lo que me pondría.

— ¡Pero espera, mujer! Aún no hemos terminado -dijo Sarah y señaló el conjunto que había elegido-. Bien a este conjunto lo llamamos 'La chica hipster', es simple pero hermoso. Se basa en esta blusa blanca -dijo y observé una vieja blusa con algunos decorados-. Y un pantalón de jean negro. Agregando también estos hermosos tacos plateados -dijo y señaló otros zapatos aguja, color plateados, con brillos-. Que algún día seré yo quien los use.

Volví a reír y luego analicé la prenda. Esa también era una buena opción, pero creo que me iba a quedar con la primera.

—Y ahora, la tercera y última prenda -dijo Sally y Sarah la interrumpió.

—Que por cierto, es nuestra favorita -dijo luego me mostró un vestido que no recordaba haberlo comprado antes.

— ¿De dónde salió ese vestido? -pregunté.

—Verás, como nosotras sabemos todo -empezó Sarah.

—Sabemos que dentro de dos semanas es tu cumpleaños -dijo Sally-. Cuando vinimos este vestido pensamos que era perfecto para ti. Te lo íbamos a dar el día de tu cumpleaños, pero en este momento lo necesitas, así que...

— ¡Feliz cumpleaños adelantado, Katie Kat! -dijeron ambas a la vez.

— ¡Ay, gracias! -exclamé y sonreí.

Las abracé y ellas a mí. Una vez que nos separamos, Sally sonrió.

— ¡Pruébatelo, pruébatelo! -dijo emocionada.

—Ya voy... ya voy... -me reí y tome el precioso vestido blanco con lunares negros que me habían regalado.

Me lo probé y me observé en el espejo. Me mordí el labio al ver lo hermoso que era, Sally y Sarah gritaron de la emoción.

— ¡Oh, por, Dios! -dijo Sally y aplaudió, dando saltitos- ¡Te queda perfecto!

— ¡Si, Kat, es hermoso! -dijo Sarah y sonrió ampliamente-. Es mejor de lo que esperaba.

— ¡Gracias chicas! -dije y sonreí-. En serio. Gracias por todo.

—Ahora... -comenzó a decir Sarah, sentándome en una silla-. Siéntate que te peinaremos y maquillaremos. Te lo debemos

Yo intenté quejarme, ya habían hecho demasiado por mí. Ellas me mantuvieron sentadas. Con música de fondo y charlas de por medio; ellas finalizaron. Mi celular vibró y Sally lo tomó por mí. Me mostró un mensaje de parte de Aaron, que indicaba que ya se encontraba abajo. Unas mariposas aparecieron en mi panza. Estaba nerviosa y emocionada.

—Bien, entonces, tu sal primero, luego de unos minutos también -empezó Sarah.

—Ay, ¿pero que estupidez dices, Sarah? -la interrumpió Sally y yo reí-. Bajaremos todas juntas, ¿qué más da si él nos ve juntas?

—Kat... ¿tú que dices? -preguntó Sarah.

—Me da igual, pero bajemos ya, no lo quiero hacer esperar -dije sonrojada.

Ellas sonrieron, tome lo necesario en mi cartera y bajamos las escaleras. Una vez frente a la puerta principal, suspiré. Abrí la puerta y me encontré con Aaron, observando su celular.

—Hola –murmuré, observándolo.

Llevaba puesto un pantalón de jean, una camisa blanca (que por cierto lo hacía lucir como un Dios) y unas zapatillas que combinaban. Emanaba un olor a perfume delicioso. Iba a ser casi imposible no querer besarlo aquel día.

Ay, ¿qué me estaba haciendo?

—Kat... Katerina -dijo él, levantado la vista y sonrió-. Estás hermosa.

—Gracias –contesté. De inmediato sentí como mis mejillas se calentaban-. Tú también.

—Hola Aaron -dijo Sally y sonrió; apareciendo detrás de mí.

—Oh, hola Sally, Sarah –Aaron se sobresaltó cuando las vio. Luego me miró y observó lo que tenía puesto, lo que me incomodó un poco. Sentía como si me estuviera desvistiendo con su mirada. No sabía donde meterme- ¿No llevarás zapatos?

— ¿Qué? -pregunté y observé mis pies.

OH POR DIOS.

¡NO TENÍA PUESTOS LOS ZAPATOS!

—Yo... eh -murmuré, me sonrojé y abrí los ojos como platos-. Debo haber olvidado ponérmelos...

Reí nerviosamente, pero mis amigas llegaron a mi rescate.

—Yo iré a buscarlos -se ofreció Sarah y desapareció.

—Entiendo que estés tan desesperada por verme, Katerina, pero los zapatos son esenciales -dijo y me sonrió-. No quiero que te enfermes.

Sabía que estaba bromeando, pero la vergüenza me invadió. Los nervios habían invadido mi cuerpo y había olvidado mis zapatos. Qué vergüenza.

— ¿Quieres pasar? -pregunté a Aaron, no lo quería mantener afuera.

—Pensé que nunca lo dirías -me respondió con esa sonrisa que me derretía en su rostro.

Entró en mi casa y cerré la puerta. Me senté en el sillón y los otros me imitaron. Sarah bajó corriendo por las escaleras y me entregó los zapatos.

— ¿No están tus padres o Chris? -preguntó Aaron, curioso, mientras me terminaba de poner mis zapatos.

—Si... pero no sé dónde se metieron -admití y me encogí de hombros. Aaron asintió con la cabeza-. Ahora si estoy lista, ¿quieres ir?

Aaron me sonrió y se levantó del sillón.

—Si, ya mejor vamos -contestó.

Los cuatro salimos (las gemelas se iban ya a sus casas). Saludé a las chicas y ellas me susurraron un "suerte" y "cuando termines avísanos". Aaron y yo nos acercamos a su auto y abrió la puerta, dejándome entrar, en un gesto caballeroso. Luego, la cerró y fue hacia el lado del conductor. Se subió al auto y lo encendió.

— ¿Preparada, Katerina? -preguntó a lo que yo sonreí.

—Claro -él me sonrió y comenzamos nuestro camino.

La cita había comenzado.

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Capítulo editado el 02/07/2020.

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