Entre todos los pesares de la vida, había un escape en un pequeño rincón, de hecho cualquier espacio con textura firme podría ser ese rincón. Una mezcla de polvo, tinta, papel y un poco de cartón era la suficiente magia para estar entre la tierra y la nada, estar en cualquier punto del tiempo y en ningún espacio a la vez. Ese chico era cualquier cosa que pudiera llenar un hueco, pero ante todo, ese hueco debía nacer e insertarse en algún lugar roto del corazón de Laura. Aún en lo colorido de sus días no podía comprender a las personas, sobre todo cuanto más cercanas eran a ella; era su acertijo descubrir por qué desde niña había sentido ese hueco, quizás logro hacerse sitio aquel día, cuando lo vio por primera vez:
― ¡Ey! Niña. Laura, cabeza de chorlito. ¿Estás allí? ― Su hermano le sonrió travieso. ― Si no vienes a la sala, a cuentas de tres con Zack y conmigo, arruinaré tu pastel de cumpleaños.
― Dryan. ¡No quiero ir allí! no me llevo bien con esas niñas, siempre me molestan en la escuela.―Frunció el ceño.
― ¡Oh vamos! Zack jugará contigo ―Sonrió.
― No es cierto, desde que papá lo trajo, ese niño no me ha dirigido ni una sola palabrita, creo que me odia. ― La niña se cruzo de brazos.
― En conclusión, todos te odian. ―Rodó los ojos.
― ¿Puedo ir a jugar con tus amigos? ― Pregunto y luego hizo un puchero.
― ¿Eh? No. Eres muy pequeña, tenemos nueve, tu apenas cinco años.
― ¡Zack también tiene nueve! ―grité.
Su corazón se aceleró al ver a Zack parado en el marco de la puerta de su mi habitación. Ese niño le hacía sentir cosquillas, por alguna razón que ella aun no era capaz de comprender.
― Jugaremos baloncesto. ― Dijo Zack a su hermano. — Puede que sea mejor que no vengas Laura. — Los niños habían salido de la habitación y ella se quedo anonadada recordando ver a Zack por primera vez en la entrada de su dormitorio. Se pregunto con inocencia, si alguna vez aquel niño de ojos almendrados se encontraría dentro jugando con Dryan y ella al té; no fue así.
Los siguientes once años Zack ignoraba su existencia. No importaba que nunca le dedicara más de una frase, mientras ella crecía descubrió que le amaba. — No puedo seguir así. — Se dijo un día de sus dieciséis años. Estaba desperdiciando bastantes días de su adolescencia; quería olvidar al pequeño niño que su padre llevo a casa a sus casi 5 años, como si Dios escuchara sus suplicas, para sus casi diecisiete años, su padre le cambió de escuela; Fue en su nueva clase donde conoció a John, un chico adorable que formaba parte del equipo de fútbol, tenía una hermosa sonrisa que la volvía loca. A los tres meses de estar allí, pensó que iba a morir el día en que John pidió que fuera su novia, justo delante de Ana (Su mejor amiga.) y todos sus amigos en común, antes de que pudiese decir algo pensó en Zack, un sentimiento extraño amenazó con invadir su pecho y evitando cometer un error se apresuro en decir que sí. John fue su primer beso, también su primera vez cuando cumplió los diecisiete. Laura creyó que las cosas habían cambiado al fin para bien, lo que no imagino, que todo aquello era el camino para el verdadero cambio de su vida, un cambio que la llevaría directo al caos.
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Amantes Del Caos [Completa]
Подростковая литератураZack pertenece a dos vidas que van una contra la otra, sin embargo ambas están marcadas por violencia y manchadas de sangre. En ellas también está Laura, es quien mantiene su humanidad latente y le brinda ese toque de amor que le ha costado no perde...