Narra Niall
—Y bien... ¿Cómo estás?— parecía estar indeciso por la forma en que se movía, no sabía si dar un paso más a mi o quedarse en su lugar. Le sonreí a penas y asentí.
—Bien, ¿Y tu?— jamás presencie un momento tan incómodo como éste. Tom se encogió de hombros y del atrás sacó dos bolsos para dejarlos sostenidos por una mano mientras la otra cerraba la puerta del baúl.
—No me puedo quejar—
—Te ayudo— me acerqué para tomar uno de los bolsos pero el me los alejó.
—Me he puesto viejo, no débil— quiso sonar gracioso pero en el fondo sabía que en gran parte lo decía en serio. Me quedé mirando como le pagaba al chofer que no lo había visto de su lado de conductor y cuando el auto arrancó nos quedamos mirando sin saber que hacer— ¿Louis está?—
—No, el sale de trabajar a las dos, debe estar por llegar—
—Oh— asintió y miró al suelo como si estuviera pensando en algo para decir— ¿Y bien? ¿Cómo... cómo van tus... cosas?— la forma en que improvisó su pregunta moviendo las manos me hizo recordar a su hijo cuando no sabían como seguir una conversación.
—Bien, sigo trabajando en el negocio y por suerte me va bien, no puedo quejarme. ¿Y tu? ¿Cómo vas con Louis? Digo, el otro perro... el perro. No digo que Louis sea un perro pero, ya sabes— ladeo una sonrisa y meneo la cabeza en negación.
—El está bien, es muy desobediente y...— se quedó callado cuando parece que recordó algo y abrió los ojos con sorpresa—Oh Dios, no—
—¿Qué? ¿Qué pasa?—
—Yo... dejé al... perro adentro de mi casa con la gata y oh Dios, no—
—¿Por qué no los trajiste?— le pregunté encogiéndome de hombros. Tom me vio como si estuviera loco y frunció el ceño.
—¿A caso parezco Paris Hilton? ¿Con su perro en el bolso para todos lados? Ni mierda ¡Ed!— llamó al colorado que en segundos salió afuera con mala cara.
—¿Qué quieres?—
—Cuando te pedí el favor que le dejaras agua y comida a los animales ¿Lo hiciste?—
—¡Por supuesto! ¿Qué? ¿No confiabas en mi, idiota? Claro que lo hice, lo planee todo. Dejé la tapa del inodoro arriba, ahí el perro tiene agua, a la gata le llevé la pecera de mi vecina con siete peces, ahí tiene agua más la comida ¿Ves? Cuando el perro esté hambriento se come a la gata y te ahorras en alimentos— tanto Tom como yo lo miramos boquiabiertos por la estúpida idea de mi amigo— ¿Qué?— no dijimos nada esperando a que nos diga lo que en realidad hizo— ¿Está mal? ¿Son... muchos peces verdad?—
—No puede ser...— se quejó Tom negando con la cabeza— ¡Eres un imbécil Ed!— asentí dándole la razón de la estupidez que acababa de decir.
—¿Ahora por qué?—
—¡Agh! nada, llamaré a la vecina le diré que se ocupe—
—Entonces no me pidas más favores si después te pones así maldito. Jodido imbécil— gruñó antes de desparecer metiéndose en la casa.
—Bueno, será mejor que entre— dijo luego de soltar un suspiro— quiero ducharme antes que venga Louis—
—Oh si, está bien—
—Genial— acomodó su cabello hacia atrás y comenzó a caminar para entrar a la casa. Cuando pasó de mi tomé aire y entre inseguro pero cansado me giré.