--Prométeme que te portarás bien, serás un buen chico y no harás una de las tuyas-- pasé la esponja por la cabeza de mi perro sacándole todo resto de jabón. Oso pasó su lengua por rostro mientras movía su cola de un lado a otro-- Buen chico-- reí acariciándolo como siempre lo hacía cuando le daba un baño-- Hoy papi tendrá la mejor visita de todos los tiempos. Una persona muy especial vendrá a verlo ¿Sabes?-- él se sentó como esperando a que le siguiera contando mi relato-- No lo conoces porque creo que no existías, pero, debes saber que él fue mi primer amor. Bueno, lo sigue siendo. Lo conocí cuando ambos éramos muy chicos, y hoy, mierda hoy está hecho un gran hombre, tan hermoso-- me levanté tomando su toalla y volví a ponerme de rodillas-- Pero ha cambiado, él no sonríe tanto, al menos no conmigo--
Me paré en medio de la sala examinando que todo estuviera en orden. Me levanté más temprano de lo normal para dejar todo limpio y que cada cosa estuviera en su lugar. Puse más velas aromáticas en cada rincón de la casa y ahora si que Oso olía a coco y vainilla. Sonreí satisfecho.
Me propuse a acomodar una de mis flores que descansaba en su maceta, la corrí hacia un costado cuando oí que golpearon dos veces la puerta. El perro empezó a ladrar, se puso frente a la puerta y con sus patas golpeaba queriendo salir de allí.
--No tonto, no hagas eso. Fuera, fuera-- como un buen perro, Oso se fue de ahí sentándose junto al viejo sofá negro. Respiré hondo y abrí con cuidado la puerta. Oh príncipe...
--Hola-- esta vez parecía menos agresivo. Me hizo acordar a mi Lou de antes. Sonreí de oreja a oreja y me hice a un lado.
--Hola Lou, Louis, hola Louis. Pasa-- asintió y al entrar no pude evitar mirar su cuerpo tan fornido que tenía. O eso creía yo. Oso lo miró y por un momento creí que iba a saltarle para morderlo pero no lo hizo, bueno, eso de morderlo pero de que se le tiró encima pasándole la lengua por todos lados si-- ¡No, no perro! ¡Eso está mal amor!-- "Eso sólo puede hacerlo papi" quise decirle pero no me salió.
--Está bien no importa-- con caricias, Louis pudo calmar la emoción de mi perro. Oso se sentó y disfrutó de las manos de mi príncipe en su cabeza-- ¿Cómo se llama?--
--Oso-- respondí sonriente. Él me miró extrañado.
--¿Oso?-- no quería que piense eso, por dentro rogaba que no mencionara nada y lo dejara pasar.
--¿Sabías que nana me dice "mi pequeño ratoncito"?-- tenía la cabeza sobre las piernas de mi Lou mientras él acariciaba mis rizos. Cerré los ojos, llevándome por el placer de tranquilidad que me transmitía. Él rio y abrí los ojos de golpe-- No te rías Lou.
--Pero es muy tierno y a la vez gracioso-- se inclinó hasta dejarme un pico en los labios-- Tu sabes, porque eres pequeño y demás tus dientes...--
--¿Qué tienen mis dientes?-- me senté y toqué mis dientes revisando a que no tuviera nada raro. Lou seguía riéndose y le di un suave empujón en el hombro-- ¿Qué tienen mis dientes?--
--Es que... ¡No puedo! Parecen de ratón y-- tomó su estómago pero a mi no me parecía gracioso. Sabía que mis dientes son raros, creo que eso era uno de mis complejos. Agaché la mirada avergonzado, claro, él porque tenía unos dientes parejos y perfectos.
--Basta Lou--
--Pero si es verdad tonto, eres un pequeño ratón. A demás, ahora que recuerdo, la otra vez que comiste queso era para una foto épica-- ¿Se estaba burlando? No sabría decirlo, lo que si sabía es que me hacía mal ese tipo de bromas. Es decir, odiaba cuando me decían algo sobre mi o mi cuerpo. Sin querer solté una lágrima, abracé mis piernas y esperé hasta que se terminara de reír de mi-- Pequeño ratón, no puedo creerlo... ¿Harry?... ¿Amor?-- tocó mi pierna y le saqué de un manotazo-- Hey ¿Qué pasa? Era una broma tonto--