Y cuando lo conseguí a él, ya quería volver a estar contigo...

19 de febrero: día de ánimos, día de escarceos

Hoy me despierto con ánimos, ya es viernes. Ayer dediqué la tarde a cambiar la música del móvil y mientras me visto opto por la opción de canciones aleatorias.

El destino hace que mi día empiece con Tanto de Pablo Alborán y, la verdad, ni las primeras notas me dejan indiferente. Seguro que os ha pasado: Suena una canción y al mismo tiempo suena una persona, así como se te aparece su imagen y te vuelve todo, su tacto, sus caricias, y es que son tantos recuerdos...

Como de costumbre no me da tiempo de desayunar y salgo a la calle siguiendo la rutina, me llevan mis piernas, mis pasos, me lleva el viento. Yo no sé muy bien qué hago, miro al cielo y vuelvo a verte, me pregunto cuando podré volver a tenerte...

Me gustan los diez minutos de camino, me gusta cada acorde que acompaña cada paso, me gusta la tensión, esa que siento cuando paso por tu calle y el calor que invade mi piel aun estando a cero grados.

Es bonito, sí, pero complicado de explicarlo y más aún que lo entendáis por eso os pediré algo, así entre lector y autor, no sigáis leyendo sin que no suene de fondo Números Cardinales de Andrés Suárez, es la única manera que me entendáis, dejaros llevar por favor, confiad en mí.

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Ojalá ahora estéis sintiendo la misma magia que siento yo con esta canción, tan lenta pero tan aceleradora de corazones, es increíble.

Por la mañana empiezo a sentirme así, es como estar soñando consciente, soñando despierta. En aquellas horas creo que no hay nada imposible y así es como me armo de valor y pienso que aquella misma tarde te pediré perdón. No quiero irme a dormir sin probar de nuevo tus labios, lo conseguiré.

Después pienso en lo fácil que sería, te llamo y me respondes, te digo dónde quedamos y aceptas. Yo termino mi clase de inglés y tú vienes a buscarme. Tan simple como esto, tan simple como que anhelo la felicidad y que tú puedes dármela con un solo beso.

A veces todo es mucho más fácil de lo que pensamos así que, ¿por qué no arriesgarnos?

Las horas van pasando y al mediodía ya no lo veo tan claro, al atardecer me olvido y por la noche apareces, así, tan de repente.

Y acabo con la madrugada, el momento en el que estoy más despierta. Me voy a la cama y sonrío. Buen trabajo, el título del libro ya vuelve a tener sentido.