Christa
Desde que tengo memoria siempre viví en Ojai, perteneciente al Condado de Ventura. Ubicado a 144 kilometros al norte de Los Ángeles, y evidentemente, opacado por este último.
No me quejaba, era un lugar relativamente tranquilo y con un clima agradable... Las leyendas y mitos de este lugar abundaban, principalmente entre pobladores del lugar, con el propósito de advertirle a la gente que tuviera cuidado con el bosque... Aunque, de ser sincera, siempre había pensado que lo hacían para atraer más turistas.Lo más extraño que me había pasado a mis cortos 18 años había sido encontrar a una anciana (que parecía fuera de sus facultades mentales) que me perseguiria por parte de mi camino a casa, mientas yo regresaba de la escuela. Realmente nunca pensé de más en ese suceso y jamás supe qué fue de aquella mujer.
Pero para mi desgracia, por más tranquilo que fuera mi vecindario y en general Ojai... Siempre tenía el mismo problema... Mis ojos pesados, hinchados y desesperación, porque la mayor parte de las noches no podía conciliar correctamente el sueño.
Noches similares a mi presente, le rogaba a quien fuese que me dejara al menos descansar una hora... Pues no dormir causa problemas mentales y sinceramente no quiero darle problemas a mis padres.
Revisaba de vez en cuando mi celular y me enojaba más al ver el paso del tiempo... Todo parecía indicar que no dormiría esta noche.
Siempre me resignaba al final; era una situación que se me había hecho costumbre desde que tenía 14 años.
A ciencia cierta no sé qué cambió en mí a esa edad como para desarrollar esta enfermedad que lentamente mataba a mi cuerpo y neuronas.Fue hasta que el ruido estruendoso de gritos ahogados me sacaron de mi «cómodo» insomnio.
—¿Qué demonios ha sido eso?— Pregunté en voz baja y sentí cómo mi cuerpo se empezaba a poner tenso y una sensación de peligro invadía todo mi ser. Fue tan extraña la sensación que me vi obligada a levantarme a tomar una de las navajas que coleccionaba en mi estantería, junto con mi celular que jamás tenía lejos de mí.
Encendí la luz de mi habitación y abrí lentamente mi puerta para caminar cautelosamente por el pasillo fuera de mi habitación... Todo estaba a obscuras y solo iluminaba mis pasos con la lámpara de mi celular, dirigiendome a donde se escuchaban esos gritos aterradores.Noté que los gritos (que parecían ser de dos personas) se habían reducido y se escuchaban del cuarto de mis padres.
Todo mi cuerpo se sentía frío y por instinto mis ojos se llenaron de lágrimas de ansiedad.
Abrí la puerta rápido, encendí la luz y la escena que estaba frente a mis ojos me horrorizó.¿Había podido dormir por fin y estaba experimentando una pesadilla?
Me preguntaba a mí misma mientras temblaba, mis piernas fallaron consumidas por el miedo y caí al piso de la impresión a su vez que apretaba fuertemente mi navaja.
Un hombre con sudadera blanca (al cual no lograba ver del rostro) tenía un cuchillo en manos lleno de sangre, mis padres por su parte, habían sido masacrados por ese hombre. La mente me daba vueltas; no asimilaba del todo aquello que presenciaban mis ojos, pues la sangre estaba fresca y sus cuerpos eran irreconocibles.
Poco a poco volteó a verme y su rostro me llenó de horror... Yo le conocía, sabía quién era ese tipo. Sabía todo de él, excepto una cosa: yo no sabía que él realmente existía.
ESTÁS LEYENDO
La suerte del lunático [Hoodie proxy love]
Romantizm-De existir un Dios... ¿Tú crees que alguna vez se interesaría en la gente como nosotros?- Mirando al cielo mientras apretaba sus pálidas manos vueltas en puño, preguntaba la pelirroja. -Slenderman se interesó en nosotros... Y es lo más cercano a Di...