s i e t e

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Confesiones

Por primera vez en la historia de mi empleo en la academia de danza, falté a clases. Y por primera vez mentí para poder hacerlo.

-¿Violetta, no querrás que tu mejor profesor no se recupere nunca y que además contagie de gripe a sus alumnos?

Violetta tuvo que darme el pase libre por una semana porque jugué con su punto débil, las pérdidas económicas. Me lo concedió a regañadientes y en la miseria de mi desdicha me eché a morir en mi habitación. Entre aquellas cuatro paredes medité lo que había pasado en casa de Do el pasado domingo.

Número uno, fui a disculparme por mi actitud odiosa con alguien que sólo quería llevarse bien conmigo. Número dos, toqué la puerta de su casa a horas inaceptable para acertar visitas. Número tres, un flaco alto y pelo enmarañado me recibió. Número cuatro, Do tenía novio.

Y ahí estaba yo, en las sábanas de mi cama tratando de simular que no me importaba cuando en realidad me estaba destruyendo por dentro y estaba faltando a mi trabajo sólo para no tener que dar explicaciones de mi mal humor. Joonmyun tocó la puerta durante todo el día, se fue a su trabajo y cuando regresó siguió tocando. Yo lo entendía porque era su única familia en este país lejano al nuestro, pero quería estar solo, con mi soledad, mi desasosiego, y mis pensamientos estúpidos acerca de mi llevándome bien con Do por una vez en mi vida.

Me encerré luego del incidente, y allí inverné los siguientes días que estaban pasando lenta y tortuosamente. Esta etapa fue más difícil que la primera, porque al menos en la primera yo asumí que me sentía mal por la culpa, resultaba que ahora me sentía mal porque el idiota de Do me estaba haciendo emocional con su ojos grandes, su piel blanca y labios color cerezo. Lo peor de aquello había sido que, por mirar muy de cerca sus piernas desnudas, mis sueños se habían vuelto más gráficos, claro, ahora con un recuerdo vivo, mi cabeza se puso a trabajar arduamente.

Uno de esos días había despertado agitado a media noche porque en mis sueños había empezado a besar las piernas de Do, hasta llegar a su entrepierna y quedarme ahí un buen rato escuchando a viva voz como Do gemía mientras me sujetaba fuerte del pelo. Fue horrible, y no digo que lo fuera la sensación que experimenté, porque esa fue increíble, sino la idea de que nada era real.

¡Do y yo no estábamos haciendo el amor!

Era viernes y habían pasando cinco días desde lo de Do y no tenía ganas ni intenciones de salir. Quería echarme en la cama y que las sábanas me ahogasen hasta llevarse mi vida entre sus hilos, sin embargo mi amiga Pierina tenía otros planes para mí.

-Te juro que eres peor que una chica -me dijo entrando a mi habitación por la ventana, porque claro, yo tenía la puerta cerrada con seguro.

Ahogué un gemido en la almohada y le di la espalda para que entendiera que no quería ver ni hablar con nadie. Por supuesto ella como mujer que era, entendió todo lo contrario. Se metió en mi cama y se arropó con mis sábanas mirándome con esa cara de «Ay, Nini cherí». Ella medio sabía la historia, se lo resumí en un mensaje de texto, adjunto a eso le pedí que me dejara pensar un tiempo porque no sabía qué hacer con mi vida y en cierta forma me hizo caso, hasta ese viernes, suponía yo que sus espacios tenían fecha de caducidad.

-Jongin, no puedes seguir así -me susurró pasando una de sus manos por mi espalda.

Otra vez sentí ganas de llorar porque de verdad no sabía qué hacer, la situación me ahogaba, no deja de sentir que todo lo que tuviese que ver con Do me debía importar y que ese chico en su casa siendo su apuesto novio hería mi corazón en niveles inexplicable; llegué a imaginar que ellos se besaban y que en la oscuridad de la habitación de Do hacían el amor hasta el amanecer y cuando me di cuenta de que eso podía ser verdad rompí la alarma.

Si La Sol Fa Mi Re... Do → KaiSooDonde viven las historias. Descúbrelo ahora