El cuerpo del delito

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-¿Qué quieres decir con que no hay cuerpo?

-No hay cuerpo, Julio. Me refiero a eso. El cuerpo no está,¡caput!Ha desaparecido.

-No es posible, vi como los criminales se marchaban sin él.- Explicó Julio.

-Tu me has dicho que te quedaste inconsciente, ¿cómo sabes si se lo llevaron o no?

-Me has prometido que podría ver el cuerpo.

-¡Responde a mi pregunta!

- Cumple con lo prometido. -dijo Julio con toda la frialdad de la que disponía - Hicimos un trato. Yo hablaré si tu me enseñas el cadaver.

-No lo tengo, no puedo hacer nada.

-Si no hay cuerpo, no hay respuestas para ti.

Andrew se levantó como un cohete sin dejar de mirar a Julio.La mirada de odio que le dedicaba era sólo semejante a la de un león a punto de cazar a una gacela. Y con este odio produjo las siguiente advertencia:

-No olvides con quien estás hablando. Una llamada y estarás entre rejas para los próximos 3 años en menos de lo que canta un gallo.

-Tranquilo, no lo he olvidado.

Con estas palabras cerró Julio la dicusión. Se levantó el también para estar a la altura de su compañero olvidando que este le pasaba una gran altura y se encaminó hacia la puerta. Cuando estaba a punto de salir Andrew lo llamó:

-¡Julio! Vigila lo que haces. Yo lo voy a hacer.

Julio desoyó la advertencia y salió dando un portazo. Se sentía engañado. Le habían prometido la respuesta a sus preguntas y no había obtenido nada.

Se encontraba enfurruñado en sus pensamientos, recorriendo el camino al aparcamiento donde debía estar su coche sin darse cuenta de su ausencia. Al llegar y ver el hueco donde antes se encontraba su vehículo, no pudo si no gritar y patalear. El mal día había conseguido aflorar su niño interior que se manifestó con una gran pataleta que arremetía contra cualquier inocente objeto que hubiese por allí esperando ser pateado.

Su irrefrenable furia golpeo un bolardo que no tenía una verdadera razón de existencia a sus ojos, a excepción de la de rayarle el aero coche al aparcar. A continuación fijó su atención en la modernisima trituradora de desechos que por accidente, meses atras, había devorado la mitad de su corbata y por último. ¡Oh! Por último. Esa puerta. La puerta que daba a "no-se-sabe-donde" con ese diseño antiguo.

Todas las puertas actuales eran electrónicas, generalmente con un vidrio blindado y un sistema cibernético de su empresa... Su antigua empresa. Pero esa puerta no. Esa puerta era especial. Era de madera, con una cerradura robusta y de hierro. En ella estaba colgado siempre un cartel en un idioma que Julio desconocía pero aún asi, no suscitada la curiosidad deL señor Egonza, quien nunca se habia movido por instinto o siquiera por curiosidad.

La descomunal rabia que el protagonista cargaba consigo le llevó a fijarse en la puerta arcaica. La furia lo dominaba y sin apenas darse cuenta, se encontraba cogiendo carrerilla para asestar un golpe letal a la madera.

La puerta cedió ante el impacto convirtiéndose en un montón de astillas y una vía abierta para que cualquiera examinará la habitacion que guardaba tan recelosamente.

-¿Qué es esto?-Preguntó Julio para si.-¿Qué hace todo esto aquí?

En el interior de la habitacion había una mesa llena de armas, pero ninguna era reconocible para Julio. No había ni revólveres sonicos, ni ultrarifles, ni siquiera un triste grifo de microondas.

Encima de la mesa había una pantalla de proyector bajada en la que se veía un mapa del mundo con varios países tachados. Nada parecía tener sentido hasta que levantó la pantalla.

Tras ella había un corcho lleno de fotografías. Julio apenas reconocía a algunos de los fotografiados mientras que otros le eran extrañamente familiares. A través de algunas fotos, las cuales tenían una cruz roja pintada, había una chincheta con un hilo rojo que llegaba hasta otra foto y otra y otra.

Julio agarró un hilo al azar y lo siguió, pero en un segundo la curiosidad se tornó en miedo. Al final del hilo se encontraba la foto de la mujer asesinada días antes en el callejón. El corazón comenzó a matarle más rápido y la respiración se le cortó al darse cuenta de que bajo la foto de la mujer se encontraba su foto con una cruz pintada.

¿Qué hacía el en esa pizarra y porque tenía esa marca?

Un rayo de llucidez le concedió la lógica necesaria para darse cuenta de que aquellos pobres diablos marcados con la x roja habían sido asesinados.

Arrancó su foto, ya que no quería dejarla allí, eso le inquietaba. Pensó en coger también la foto de la mujer pero eso era dedemasiado comprometido.

-¡Eh,tú!-oyó tras de sí-¿Qué haces aquí?

Al oír eso se dio cuenta de que el dueño de la voz era el criminal que le había asesinado una semana atras.

-Responde-dijo inquisitivo el criminal.-tengo un arma y no tengo miedo de usarla.

Julio estaba paralizado por el miedo. El asesino se acercó hasta Julio y le apoyó el cañón de su revólver en la nuca de Julio. Julio estaba perdido.

Futuro ImperfectoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora