4 La Nueva Estudiante

6 0 0
                                    

Después de ese "incidente", Carmen y Richard sopesaron las probabilidades que un nuevo sentimiento nacía en ellos. Ambos se sentaron en su típico asiento en la movilidad y estaban más silenciosos que cementerio abandonado. No dijeron ni pío, limitándose a sonreír tibia y tontamente. En clases empezaron cada uno a copiar lo que Miss Olga escribía en la pizarra como loca sobre suma de fracciones heterogéneas. Callados. Como nunca, Richard les puso tanta atención a las Matemáticas que se admiró en haberse tardado seis años en aprender las fracciones. Miss Olga no tuvo motivos para llamarle atención pues había sido uno de los primeros en terminar los diez ejercicios que había dejado antes del recreo; en sí, en segundo lugar, la primera fue Carmen. Vaya, sí que estaban avergonzados por lo ocurrido. No se imaginaron que podían llegar a ese límite, pero "¿cuál límite?", pensaba Carmen. A ver, nos conocemos desde niños y siento que es mi mejor amigo, pero luego de ese... beso, mis sentimientos cambiaron totalmente. Lo único que hago es pensar en él día y noche. Cada vez que se me acerca, ahora, me ruborizo hasta parecer un rábano. No puedo formular palabras para describir lo mucho que me gustó, pero él no se da cuenta de nada, está más ciego que un topo. ¡Es un insensible! Lo único que me ha dicho hoy es si le puedo prestar mi borrador de lápiz porque había olvidado el suyo. Increíble. Cuándo madurará ese niño, ese chico que siempre me ha protegido. Nunca se lo dije pero siempre lo consideré mi Súperman barrigón. Mi Batman chato. Yo siempre seré la pobre indefensa que tendrá que ser cuidada por mi súper héroe sin poderes y sin habilidades de Los Matoncitos. Seré la Princesa en lo alto de una torre esperando a ser rescatada por mi Príncipe de once años del ogro feo que cuida mi guarida...

Para la segunda semana de mayo, Miss Olga, entró al salón el lunes con una nueva compañera de clases: alta, blanca, de cabello lacio pero ondeado en las puntas, arreglado con ganchitos vistosos rosados. Pero lo que llamó la atención de los niños incluyendo a Los Matoncitos eran sus cejas pobladas y sus ojos color caramelo. Incluso hubo alguien que se admiró y suspiró. Venía vestida con un uniforme que no era del colegio y nadie sabía de dónde provenía la susodicha niña. Todos se pusieron de pie para saludar a la profesora y ella los miró como general a su tropa viendo que todos estén correctamente uniformados. Pasó su mirada de halcón desde la pizarra hasta el fondo para cerciorarse de que nadie más haría bulla.

—Siéntense—dijo de manera fría. El ruido de las carpetas fue mínimo—. Como ven tenemos una nueva compañera de clases. Espero que la traten bien y sepan respetarla pues el sexto grado "A" debe mantener la reputación como el mejor salón de todo el nivel primario— la mujer frunció la mirada y Richard tuvo la impresión que las palabras iban dirigidas a él—. Su nombre es Dayana y para ella pido un fuerte aplauso de bienvenida.

Todos los niños empezaron a aplaudir tibiamente. Luego de unos cinco minutos, entró don Jorge con una carpeta individual "para la niña nueva", dijo y Miss Olga estaba cabezona porque no sabía dónde ubicarla. Por lo pronto, la ubicó delante de Richard y Carmen, al ir a su asiento, la nueva miró a los amigos de manera amigable sonriéndoles antes de darles la espalda. Carmen notó que tenía un problema, pues le tapaba todo y no podía ver con claridad la pizarra. En cambio Richard se preguntaba qué perfume usaba, acaso una mezcla de limón y demás cítricos. Olía rico y no podía disimularlo. Carmen le dio un codazo entre las costillas y ambos se pusieron a copiar lo escrito en la pizarra acerca de multiplicación de fracciones.

Las Niñas Bien miraban con aprehensión a Dayana como si fuera un juguete nuevo y si podían darle un cupo para pertenecer a su cursi club. Los Matoncitos alzaban las miradas fingiendo copiar la clase, pero estaban checando a la niña nueva para ver si era un buen partido. El cholo apitucado se levantó con el pretexto de copiar porque no veía bien y en realidad se estaba luciendo frente a ella, pues el sobradísimo ése se creía la última chupada del mango o la última Coca-Cola del desierto. Para cuando vino el cambio de hora, Miss Zoila también le dio la bienvenida y Dayana demostró ser tan regular para ese curso como todos en el salón. Richard seguía siendo el rey en ortografía, puntuación y todo lo demás. Otro año que ganaría con facilidad el concurso adornando la pared de su casa con un nuevo reconocimiento a un probable escritor.

Dos Pasos SeguidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora