11 El Festival de la Primavera

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En casa de Dayana la noticia de su elección como Reina del salón cayó muy bien. La señora Claudia estaba emocionadísima por la noticia, al fin podría vestirla como una damita a su rebelde hija. Además estaba de acuerdo de que Richard fuera el Paje, pues se vería tan lindo el semi-gordito ése. En cambio la noticia de que Richard sería el acompañante de su amiga de aventuras imaginarias no cayó tan bien que digamos, pues él no tenía terno como para aquella ocasión. Su papá fue a la frontera con Chile a conseguirle uno llevando consigo las medidas del niño. Partió en seguida hacia el aeropuerto comprando pasaje de última hora, pues en las tiendas no te hacían o te remangaban uno de un día para otro.

Durante el transcurso de la semana, el sexto "A", había ganado el concurso de ambientación de aulas y las gincanas. Para el veintidós, las profesoras del colegio se quedaron hasta tarde ambientando el patio y el estrado donde pasarían las Reinas y sus respectivos Pajes. En los ensayos, ellos debían caminar por la passarella al escuchar su nombre. Las niñas saldrían del lado izquierdo del estrado y los niños por el contrario. Luego se juntarían en el centro haría una especie de reverencia y caminarían, cogidas del brazo de sus acompañantes por toda la tarima, saludarían a los presentes y luego regresarían para ubicarse en sus "tronos"; los niños, en cambio, tendrían que estar parados detrás de ellas. Así mismo se llamaría a las profesoras de cada salón para que le pusiera la corona a las respectivas soberanas junto a su cetro. Aquellas cosas fastidiaban a los dos amigos a más no poder, pero lo aguantaban porque la directora estaba viendo los ensayos para que todo salga perfecto, sin ningún error. A través de sus anteojos redondos, daba un llamado de atención a la pareja que no seguía las instrucciones al pie de la letra. Miss Olga hacía un esfuerzo enorme para evitar su disgusto de estar ensayando a una pareja nueva que jamás habían sido elegidos Paje y Reina. A veces no hablaba, ladraba. Todo lo contrario a Miss Zoila que era un ángel a la hora de hacer todo esto. Sus elegidos Néstor Luján, un chico blancón de cabello rubio y ojos pardos, de contextura media para ser niño; y Marjorie Paredes, del mismo porte que Dayana de ojos jaladitos, trigueña, largo cabello claro y nariz pequeña, eran muy bien guiados por su profesora. Miss Olga lamentaba que no estuviera Apazi y DiMando en el lugar de ellos. Richard no era muy amigo del otro salón, pero le daba a conocer a Dayana que ellos eran los primeros puestos del sexto "B".

En el quinto "B", la reina había sido la hermana menor de Antonio Apazi, Gisela, quien, al igual que su hermano, era una sobrada y veía a todos por encima del hombro. No muy alta, de cabello largo negro, delgada y de ojos negros penetrantes. Su mamá la llevaba a castings para modelos infantiles de Yanbal. Ella había salido en la portada una que otra vez en el catálogo. Richard le dijo a Dayana que ella era muy bonita y que le gustaría hacerle el habla, pero como siempre paraba sonando a su hermano, lo más probable es que lo quisiera ver muerto antes de entablar alguna especie de amistad.

Los ensayos terminaron y Carmen, quien los esperaba hasta el final, se unió a ellos yéndose juntos en el Nissan de su papá. Dayana se comenzó a quejar que le dolían los pies de tanto estar camine y camine, así que se sacó las zapatillas y las medias empezando a masajeárselos, mostrando unos pies delgados y finos, raros para una niña que practicaba fútbol. Richard gritó que abrieran rápidamente las ventanas porque no podía soportar el hedor de sus sudosos pies, claro a manera de broma, Carmen le hizo caso comenzando a vacilarse y a reírse sin parar; Dayana le dijo a Richard que ella no era ninguna cochina y que podía tomar sopa de sus zapatillas para que lo compruebe. Los niños hicieron ademanes de querer vomitar, mientras la señora Carmen se reía de cada ocurrencia que los niños decían.

El día central llegó, Richard se levantó temprano, su mamá había prendido la terma desde temprano para que su hijo se diera un duchazo con agua caliente. Su papá había conseguido el terno color azul marino más una camisa celeste y una corbata que combinaba los dos colores antes dicho. La mañana estaba fría, nublada, con una llovizna que no paraba desde las cinco de la madrugada. Salió del baño bien envuelto en tres toallas, una para el cuerpo, la otra para la cabeza y otra para los pies. Su mamá comenzó a vestirlo, linda ella, diciéndole que hoy parecería un caballerito, un príncipe, un jovencito muy guapo. Su padre estaba orgulloso que una chica lo haya escogido para que sea su acompañante. "¡Ese es mi hijo, todo un galán!", sonrió sacando pecho por su descendiente. Le acomodó el cuello de la camisa para ponerle la corbata. Frente al espejo el señor le daba más vueltas hasta que finalmente terminó. Volvió a acomodarle el cuello y le subió la corbata dejándole sin oxígeno, se sentía incómodo por todo eso. Se puso el saco y sus padres lo vieron como si fuera la atracción principal de un circo. La señora Elizabeth se tomó foto con él, luego su padre y luego ambos. Ella ya estaba lista para el gran día. Llamó a la señora Claudia para decirle si quería que las recogieran y llegar juntos al colegio. Fue una buena idea aquello. Ambos llegaron a casa de su amiga. Richard y su mamá subieron al tercer piso mientras su papá los esperaba en el auto. El muchacho se sentía nervioso por algún motivo, le daba vueltas el estómago, como si quisiera vomitar. Tomaron el ascensor pensando si hubiera un terremoto, se cae el colegio y ya no tuviera que pasar por la tarima, aunque poco improbable, Richard junto a su mamá salieron cuando los hubo dejado en el tercer piso, caminaron hasta el final de pasadizo tocando la puerta. La señora Claudia también estaba lista, eran como más de las nueve de la mañana cuando los invitó a pasar.

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