Historia de una suicida.

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"Ambos somos dos tontos, estar juntos es lo que nos hace felices, debo ocultar que me gustas, hacer que me odies será mi mayor éxito."

Miré atenta la televisión junto a mi hermana, tratando de olvidar lo que había pasado en la mañana, en la enfermería, no podía olvidarlo, me mordisqueaba las uñas de los nervios, mi hermana me miró fijamente, como si supiera lo que había pasado, le devolví la mirada, pero estaba muy nerviosa como para decirle algo, de por sí me costaba respirar bien aún, me toqueteé la comisura de los labios, con los dedos seguí la forma natural de los labios dibujándola, aún podía recordar su sabor.

- ¿Sucede algo, hermana? Tienes las mejillas rosadas- Dijo suavemente mi hermana- ¿Puede ser qué...?

- No ha sucedido nada- me costó decir eso, tomé una bocanada grande de aire- todo está bien.

Ángel entró en el living-comedor, me miró y se empezó a reír, mi hermana no comprendía y le miraba confuso, yo levanté mis piernas a la altura de mis hombros (posición fetal) y escondí mi cabeza entre mis piernas, tenía mucha vergüenza, pero, si nos besamos, eso significaba que ¿Eramos novios?, no lo creo, siempre veía a compañeros besándose sin ser nada, quizá yo sólo fui otra chica más, no me importaba, siempre era la que sobraba, la violada.

Pero, si no me importaba ¿Por qué dolía tanto? mi pecho me apretaba y sentía las lágrimas acumularse en mis ojos, que estúpida, llorando por alguien, dolía, sí, dolía tanto, sentía como me quemaba el alma, eso no era ni posible, pero ni modo, me paré, entré a mi cuarto y lo cerré con llave, no quería ver a nadie, me tiré a la cama y lloré, no entendía porqué, pero sólo recordaba cosas relacionadas a él.

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Desperté con un dolor horrible en los ojos, eso sucedió porqué lloré hasta quedarme dormida, le quité la llave al cuarto y fui al baño, tenía unas ojeras terribles, qué patética, llorando por una simple teoría. Decidí bañarme, me metí en la fría bañera, hacía frío, el agua salió helada, di un salto pequeño por el cambio brusco de temperatura, esperé a que esta se regulara, me abracé a mi misma, tratando de darme fuerzas que ya no tenía, me senté en la ducha, no quería ir a ningún lado, quería quedarme en ese lugar por siempre.

Me paré, me mareé un poco, terminé de bañarme, me enrollé con una toalla y fui hasta mi cuarto, tomé el uniforme y empecé a vestirme, sin ánimos de nada, ni de respirar, me puse los zapatos y salí de mi cuarto, fui a la cocina, no tenía ánimos ni de cocinar algo para mis hermanos, pero debía hacerlo, no quería que muriesen de hambre, me puse a cocinar.

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- Tienes cara de cuuuuuuulo- me dijo Andrés- tienes cara de cuuuuuuuuulo.

- ¿Y eso qué? Se vienen exámenes, no quiero - berrincheó Luz- que flojera estudiar.

- Yo diría que tiene cara de culo flácido - añadió Dora.

- ¿Por qué de culo? ¿No podía ser de otra cosa? - exclamé.

- Los culos son lindos - Dijo Andrés.

- Pero yo no tengo culo- reclamé- estúpido.

Andrés se rió y me dió un dulce, ¿Acaso me creía una niña de 6 años?, pues que sí, lo acepté, lo guardé en un bolsillo y le saqué la lengua, él se hizo el ofendido, me reí en su cara y me tiró las mejillas, estirándolas como si fueran un chicle, me aparté de él y le miré feo, eso hizo que se riera fuerte.

- Muérete- le dije- muérete ahora.

- No antes que tú, Lo vidas locas.

El profesor llegó al salón y todos corrieron a sus puestos, miré fijamente el pizarrón, con algunos garabatos hechos a plumón permanente, reconocí uno, era un diamante, lo había hecho Felipe, era bastante feo la verdad, pero se reconocía su manera de dejar su marca, me reí internamente, luego pensé, ¿De verdad estaba tan afectada como para tener cara de culo?