Why did you kiss me, dad?

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~She was alone, but Nobody's Home.

En el día siguiente mire el techo de la habitación, me incorpore de la cama, me estiro y sonrío, sábado, un día "normal" de lo que se podrá decir, pues los sábados y domingos esos asquerosos hombres salían y no los vería por esos 2 cortos días, me levanto y saco ropa, negra, en fin, entro a la ducha e intento relajarme, intento recordar algo de lo que paso cuando fume Marihuana Nada, no esperaba acordarme, pues cuando esta la clase de naturales, nos explican que la droga deja unos efectos y que nos cuesta recordar.

Salgo de esta y me visto, veo sigilosamente si esos hombres están cerca, Nada, camino, saco las llaves y escapo de ahí, corro al ascensor y marco la teclita para abajo, espero pacientemente a que llegue, subo y marco la teclita 1.

Salgo y camino hacia el parque central, ahí es donde quede con Ignacio, me siento en una banca a esperarlo, veo como pasan madres con sus hijos y no puedo evitar que una lágrima se cuele por mis ojos.

-Eh, ¿por qué lloras?

Veo a Ignacio, el también esta de negro, le sonrió, no sabía que haría sin la extraña amistad que formé con el chico que una vez me vendió un porro armado.

- No pasa nada, sólo recordé algo.

Se sienta a mi lado y veo que tiene muñequeras, una de The Ramones y otra se Nirvana, se le veían bonitas, a pesar de lo bien que le quedaban, no podía fiarme de él por su forma de vestir, no quería entrometerme en su vida personal pasada, pero sentía curiosidad por cómo terminó haciendo lo que hacía y así de paso poder confiar en él.

-Oye, ¿De dónde conoces a Rodolfo?

Su pregunta fue completamente inesperada, pero era un inicio para lograr conocernos mutuamente.

-Vivimos en el mismo edificio-Respondí- ¿Tú?

-Íbamos juntos a las pistas de skate,- Me sorprendí, ¿Rodolfo tenía un Skate? no tenía ni la más mínima idea- si te sientes cómoda hablando conmigo, podrías contarme lo que te ha pasado o lo que pasa, ¿por favor?

-Está bien, no tengo ningún problema- tomé aire para poder continuar con lo que iba a decir- mi padre ha abusado de mí desde que era una niña, y con el paso de los años, el padre de Rodolfo se le ha unido a los abusos.

-Yo... Lo siento...Perdóname por haber preguntado algo tan íntimo, lo siento- pude notar en su voz la pena y la culpa por haber preguntado.

-No te preocupes, te disculpo, ¿puedo saber qué ha pasado en tu vida?

-Pues... Mi madre era una prostituta... así que no sabré jamás quién es mi progenitor, la vida no fue fácil, pero sobrevivíamos con un pan y agua, cuando cumplí los 8 años, el cuerpo de mi madre no resistió más y falleció a causa del VIH, siempre vivimos en el bajo mundo, así que pude darle un funeral "digno", un amigo de ella decidió ayudarme, él es traficante, él me consigue la droga y yo la vendo, una vez las autoridades me atraparon y me llevaron a un hogar de menores, me logré escapar, y volví a vender drogas, y aquí estoy, tratando de sobrevivir con una enfermedad que no tiene cura.

Su historia sonaba tan triste que se me aguaron los ojos, no sabía muy bien que decirle, solo eramos dos chicos de 10 años que ya estaban sufriendo algo que no merecía nadie, deberíamos estar haciendo lo que nos gustase, tener amigos y cosas similares, pero no, el mundo no es así, a nosotros nos tocó una mala vida, y estábamos aprendiendo a sobrevivir con ella.

Ignacio me acompañó a la entrada del edificio, sus pasos eran rápidos, tenía miedo, se despidió y se fue corriendo, no entendía el porqué de su comportamiento, hasta que levanté la mirada y ahí vi el porqué, mi padre y el padre de Rodolfo miraban enfadadísimos a Ignacio desaparecer, luego miraban mi cuerpo, me tomaron por los hombros y me hicieron subir con ellos al departamento, me hicieron abrir la puerta ansiosos, al abrirla quedé en un estado de conmoción.

¡Esos asquerosos hombres habían invitado a sus asquerosos amigos del bar!

Mi padre me empujó violentamente al piso y caí con un ruido sordo, un hombre se acercó y me dió una nalgada que dolió muchísimo, otro hombre se dedicaba a tirarme del pelo, mientras otro tocaba y succionaba mis pechos, el padre de Rodolfo se dedicaba a jugar con mi parte íntima, me sentía asqueada, me sentía utilizada.

Cuando cada quién obtuvo su turno dentro mío, se aburrieron y fueron de vuelta al bar, yo no podía levantarme, estaba agotada, el piso estaba frío, traté de pararme y fallé, caí y solté un grito de dolor, traté de arrastrarme a mi cuarto, luego de unos 15 minutos logré llegar, me sostuve débilmente en el pomo de la puerta y lo giré, me acosté en la cama tratando de no herirme más de lo que ya estaba, no quería dormirme, tenía miedo de ser encontrada otra vez indefensa, pero terminé durmiéndome igualmente.

Me desperté sobresaltada, miré el reloj de mesa, las 5 de la mañana, siento un poco más de fueras gracias a las horas de descanso, me levanto y camino hacia mi armario, saco una pollera y unos pantalones, me coloco una sudadera encima y salgo de mi habitación para después, salir del departamento, bajo por el ascensor y salgo a la calle, sola.

Miro con atención, aún está oscuro, comienzo a caminar para poder despejarme, camino y camino, y llego al internado en donde está Rodolfo, voy a recepción, con la mejor fachada que tengo para poder conseguir una visita cuando no está permitido.

- ¿Sí, qué necesita?

- Uh, lo siento, necesito ver a un amigo, Rodolfo, en el piso 2, habitación 325, sé que no es horario de visitas y aceptaré si me dice que no.

La recepcionista me mira y suspira, asiente y me permite pasar, con la condición de que no le cuente a nadie, le prometo que seré una tumba; subo las escaleras con un dolor increíble, pero logro llegar a su habitación, abro la puerta y me siento en el borde de su cama.

-Lo intenté, ¿sabes?, intenté durante mucho tiempo ser fuerte, pero no lo he logrado- poco a poco comencé a llorar- lo siento tanto, perdóname, lo siento.

- Hey, tranquila- escucharlo despierto me sorprende y lloro un poco más fuerte- ¿Quieres contarme lo que ha pasado?

- Lo siento por despertarte- él niega y me hace señales de que estaba despierto hace un buen rato- tu padre y el mío decidieron llevar a sus amigos para que pudiesen utilizarme para satisfacerse, lo siento tanto.

-Tranquila, ven...-Me hizo un hueco en la cama, me acurruqué a su lado llorando- aquí estarás a salvo, te lo prometo.

-Gracias por tanto, lo siento.

Esa noche hubieron pesadillas horrendas, pero Rodolfo y Mamá aparecían y se convertía en un hermoso sueño.

(Tu cuerpo no es un libro, no lo juzgues)

Historia de una suicida.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora