Raspberry * Monster

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"Raspberry*Monster, su ataque es el mejor, todos huyen de ella"


La  gran mayoría de mis compañeros corrían desesperados dentro del salón, el profesor sólo los miraba, Dora estaba de esquina en esquina, tratando de huir del bicho, Andrés estaba molestando a Nicolás, un compañero que le tenía fobia a los bichos que volaran, Sofía abrió la puerta y salió corriendo, Luz estaba a la corriente de ella, el compañero que sostenía el insecticida, Martín, empezó a hablar sobre que haría su héroe, Justin, si estuviera aquí, Fransisca, mejor conocida como Pancha, tomó uno de los cuadernos de Martín, con una tapa de Justin, y aplastó a la cucaracha, sonó muy fuerte, el bicho quedó aplastado, pero volvió a pararse, Pancha, enojada, tomó el insecticida y bañó al insecto con este, el pobre bicho se retorció hasta que murió.


Un compañero llamado Mario lo adoptó, y le puso Carlos, muchos lo ignoraron y empezaron a decir que sus costumbres de higiene eran muy pobres, no creía que ese fuera el problema, me senté al lado de Mario, él me miró.


- Qué.

- Hola.

- Hola.

- ¿Por qué adoptaste a la cucaracha muerta?

- Porque el imperio comuluminazi rotzank de la virginidad necesitaba una mascota.

- ¿Puedo ser parte del imperio?- Mario me vio, y asintió.


Le dí las gracias, sé qué no le gustaban los besos en la mejilla ni los abrazos, siempre distante ante todos, me haría su amiga, siempre me hacía amiga de gente distinta al resto, me gustaba esa habilidad, volví al lado de Andrés, el profesor volvió a tomar la clase, aunque muy poca gente le tomaba atención, cuando la hora terminó, Pancha se puso en frente mío.


- Un chico de tercer grado te busca.

- Gracias, Pancha- Le sonreí, era muy linda, tenía una sonrisa bonita, me paré de mi asiento y fui donde el chico acento, ¿Cómo supe que era él? Sólo lo supuse, era obvio que sería él, nadie de grados más altos me hablaba, llegué y me puse frente a él, era alto, y yo era baja, se notaba, mucho.- ¿Qué quieres?

- Uh, malhumorada, te compré un pan. - me extendió su mano con el pan.

- No era necesario, pero gracias- Iba a tomar el pan cuando sube su mano lo más alto posible- ¿Y ahora qué?

- Sólo si admites que te gusto un poco- Sonrió burlón, lo miré enojada- ¿No lo harás?

- No, no me gustas, olvídalo, no necesito tu pan - Me dí media vuelta y me dirigí a mi salón nuevamente, el chico acento me tomó del brazo, dolió- Suéltame.

- No lo haré.

- Me haces daño- me quejé- me duele.

- No te estoy apretando el brazo ni estoy usando algún tipo de fuerza- me miró confundido, oh no- Hace mucho calor, quítate el sweater.

- No- Traté de que me soltara, pero no pude, se acercó a mí- aléjate.

- Sólo si me dices porqué no te quieres quitar el sweater.

- No lo haré, no te lo diré, tú no lo entenderás- me zafé de su agarre-  no te metas en la vida de los demás, tonto.


Me fui hasta el salón, me senté al lado de Mario, el me miró molesto, lo miré y saqué una libreta y lápiz, escribí "Batalla Naval" como título, Mario entendió y empezamos a jugar, me ganó unas cuantas veces, pero yo le gané también unas cuantas veces, tiramos las libretas lejos, ambos enojados por haber perdido tantas veces en contra del otro, pero riéndonos de todo, nada importaba en ese momento.

Historia de una suicida.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora